jueves, 23 de febrero de 2012

Año 1.552. Alfambra. Orrios. Libro notarial diario.


Alfambra. Juan Fdz. de Heredia.@cac.
  

  Hace poco hablaba desde estas mismas páginas de una casa solariega en Alfambra que fue heredad de la familia aragonesa Vicente. Hoy esta casa acoge como hogar a los pensionistas que allí residen. Uno de los antepasados de estos Vicente fue notario de la villa de tierras arcillosas y rojas conocida como Alfambra.
    En el Archivo Histórico de Teruel se conserva un libro manuscrito en el que el citado notario, Juan Vicente, registró de su mano los actos públicos y acuerdos entre vecinos que ocurrieron en la villa a lo largo del año 1.552 y aún 1.553. Se conservan del mismo doscientas páginas y se nota incompleto y desgajado. 
    Hasta donde conozco este manuscrito no aparece citado en ningún estudio referido a Alfambra y a lo que fue su antigua Encomienda. Reproduzco ahora la primera página y el primer acto anotado.
      Como se aprecia en el documento son nombrados los jurados y otros cargos como estaba estipulado según señala el fuero otorgado por Alfonso II en 1.176 y las Ordinaciones del mismo de años posteriores. En esa fecha, el martes de las octavas de Resurrección debían ser renovados los cargos (para entendernos, una semana después del domingo de pascua). Los jurados y el Comendador intercambiaban los ejemplares que conservaban del Fuero, prevaleciendo el uso como Ley del ejemplar que no tuviera modificaciones. (Quizá sea interesante aportar este intercambio en la celebración de la Fiesta de la Encomienda que desde hace uno años se ha instituido en Alfambra).
     Hoy sólo reproduzco la primera página de estos actos fehacientes. Quizá más adelante ofrezca otras en las que se puede apreciar cómo los vecinos de Alfambra y Orrios, que a la misma orden militar sanjuanista estaban sometidos, pleitean por una burra, o hacen limpiar una acequia, o señalan el precio de un cordero o un choto, o hablan del robo de unas ciruelas o de un puerco. Y hasta se destierra a una vecina acusada de alcahueta.


Original en A.H.Teruel. Justicia local 41/92

Alfambra, 1552
A.H.Teruel
Justicia Local  41/92
(un tejuelo lleva el nº 726)

   Transcripción  de Clemente Alonso Crespo.-


    Manual de los actos testifficados por mi Johan Vicente notahazientes por concejo de la villa de Alfambra del anyo del Sr. de MDLII    Justicia Andres Vicente procurador Johan Gonzaluo  Jurados Johan Vicente menor   Miguel Sanchez maior y Jayme Marquo.




    Dia de VIIII aprilis et anno MDLIIº In villa de Alhambra Eodem die en la Iglesia parroquial de la villa de Alfambra estando p(rese)nte el Magnifico Francisco Vines Alcayde por el  R(evrenen)do y Mag(nific)o Se(ño)r Comendador /o/ … … por sus mag(nific)os de la encomienda y baylia de alhambra y de mi Johan Vicente notario y testigos infarnscritos fue hecha extraction de oficiales ut moris e Procuraciones de dicha villa conforme a los fueros y ordinaciones de dicha villa e abiertos los albaranes por mi dicho notario entregados por dador a mi por dicho alcayde salió Iusticia Andres Vicente/ mayordomo/ Miguel Garcia/ Jurado Mayor / Johan Vicente menor de días/ Jurados nombrados Miguel Sanchez mayor de días / y Jayme Marquo/  E por su parte conforme a las ordinaciones de procurador salió procurador … … de dicha villa Johan Gonzaluo   Los quales todos y cada huno por si juraron a dios sobre la cruz y a los santos quangelios de hauerse bien e lealmente cada huno en su officio y lo que encomendado le aya Dios para? en de las quales cosas por mi dicho notario ad futuram rey memoria fue hecha la p(rese)te carta pr(sentaci)on en
T(estigo)s los vener(able)s mosse(n) Domingo Marquo y mosse(n) Estheuan Canyada clérigos residentes en dicha villa.


   


jueves, 16 de febrero de 2012

Cardenal enfarinado.

Santos, Joaquín, Maximiano y Clemente. Alfambra 2011.@cac.


            Lo recuerdo recién misacantano hacia mil novecientos sesenta. En pleno agosto. Vestido con sotana, con su estilizada figura y con las mismas gafas. Sólo el pelo, ya canoso, indica el paso del tiempo. Él acudía unos días a casa de sus padres y se acercaba hasta la era donde estábamos trillando. En ocasiones le vi aventando la parva,  tirando la horca hacia lo alto a la espera que el viento separara el trigo de la paja. Él estaba en la era de su padre, el tio Joaquín el Pitico, y yo andaba por la de mi abuelo, el tio Nicolás el Cachaza. Las dos juntas, a la salida de Alfambra, cerca de la casilla de camineros, ya en el camino de la Retuerta. La gente ya hablaba de él, y que si era muy espabilao, que había salido a su padre, como todos sus hermanos, que por eso era “pitico”.
         Pasaron muchos años. Hace tres o cuatro me encontré con él y su hermano Saúl, misionero en la India. Volvían por el camino de la Orden protegidos del sol con un sombrero Panamá. Yo había atravesado el río por la Vega de los Frailes, por hacer los mismos caminos marcados por la historia de la Encomienda que fue sanjuanista. Y allí, en el porticado de la ermita de San Juan, hablamos de nuestra vida pasada.  Le dije de aquel agosto, y de la era, de mi abuelo y de su padre.
        Estos últimos años, cuando él era nuncio en Eslovenia, mantuvimos correspondencia, siempre relativa a aspectos de la historia de Alfambra que él tan bien conoce.
        Cuando lo nombraron arcipreste de Santa María la Mayor me transporté de nuevo a aquella hermosa basílica enclavada en una amplia esplanada, cercana a la muralla romana. El templo me parece más interesante que el mismo San Pedro. Hace unos años estuve allí teniendo como cicerone a uno de mis hijos que conoce bien la historia de Roma. Desde aquel templo caminábamos hacia la colina del Quirinal y luego descendíamos por la escalinata hasta la plaza de España y nos llegábamos al Vaticano.
       Sé que el ahora cardenal ha hecho muchas veces ese mismo recorrido, tan discreto comparado con los viajes y viajes que ha tenido que hacer por todo el mundo como diplomático.
    Ahora va a ser investido como cardenal el próximo día dieciocho de febrero. Lo traigo aquí como alfambrino, como hombre de a pie nacido en este su pueblo en donde quedará, ya como personaje, para la historia del lugar.
         Es difícil acceder a la curia cardenalicia, es difícil entender las altas esferas del Vaticano, es difícil comprender por qué la institución eclesiástica está tan lejos de la realidad social concreta de tantos millones de personas, pero es muy fácil acceder y poder dialogar con quien en Alfambra es conocido tan sólo como Santos.
        Otro agosto, el del año pasado de dos mil once, nos llenamos juntos las manos de tierra húmeda cuando excavamos una de las expoliadas capillas de la iglesia de Alfambra.  Juntos compusimos el escudo pétreo de una de las familias asentadas en este pueblo, la de los Sánchez Muñoz, y juntos recordamos momentos de historia de este lugar de tierra roja nombrada Alfambra por nuestros antepasados.
        Con mis mejores deseos para el Cardenal Santos Abril Castelló traigo aquí la fotografía de un Santos tan enfarinado por el trabajo como los demás. Tan enfarinado ahora como antaño estuvo lleno del tamo en la era de su padre, el tio Joaquín el Pitico.

Cardenal Santos Abril Castelló.