domingo, 28 de junio de 2015

Mis manos, lo único que tengo

Estas son mis manos, lo único que tengo






      El fotógrafo había cubierto la puerta del corral que daba a la curva de La Callejuela. Eran las fiestas de finales de Julio. Algunos aún no habían terminado la siega, otros andaban ya con el acarreo de la mies. Al lado, en la Plaza-Lonja, un acordeón marcaba el ritmo del pasodoble con el que bailaban los mozos y las mozas. La abuela llevó de la mano a sus nietos. La madre los vistió en un santiamén con las mejores ropas que tenían. El fotógrafo les dijo que mirasen a la cámara negra así y así. Se puso dentro de la caja tapada con el paño negro. Apretó la pera y, al rato, ya se veía el retrato tomando forma en el pozal con agua nitratada.
         El tiempo ha ido rasgando la fotografía, como ha ido dando rasgos personales a la vida.
      El nieto vestido de blanco debe tener ahí unos tres años. Mira a la cámara con ojos de sorpresa, abiertos hacia un mundo desconocido, con las manos dispuestas a tomar el tiempo de sus juegos.
         El otro nieto debe rondar los siete años. Le han hecho poner una camisa blanca y encima una chaqueta de no se sabe quién. El fotógrafo le ha dicho que apoye una mano sobre la rodilla de su abuela y que la otra la ponga en su bolsillo. Mira a la cámara porque así se lo han indicado. Parece como si estuviera pensando en otras cuitas. "Esto del posar no es para mí."
           La abuela es quien ha querido retratarse con sus nietos. ¿Para que quede su recuerdo? ¿Porque es una manera de tenerlos mirándolos luego en el silencio de los días retratados? Porque los quiere, sin más. Porque ser abuela es manifestar algo especial que se transmite en ocasiones con afectos íntimos llenos de silencios.
           La abuela, con su toquilla negra tejida por ella misma dando puntadas a las agujas, con su cara reflejo de la vida que le ha ido surcando el día a día, labrada por los tiempos y el esfuerzo deja caer sus manos, como sarmientos leñosos encallecidos por el venga y dale del trabajo diario de la vida. 


 Estas son mis manos, es lo único que tengo y es lo que os dejo.



En Orrios (Teruel)
Hacia 1952.
La abuela: Novata Minguijón Villalba
Los nietos: Felipe (de blanco) y Clemente Alonso Crespo.-



viernes, 19 de junio de 2015

Aznemos el camino un par de ratos juntos



         Entre mis papeles he encontrado a este "yupi" escrito y descrito más abajo. Miro la fecha en que le dí a las teclas por entonces y lleva la indicación de hace veinte años, 1995. ¿A quién me encontraría por la calle para que se me ocurriera describir con "palabritas de salón de terno florido?
        ¡Je, je! qué risa la de entonces. En dónde estaban ¿en el Parlamento? ¿Esperando el sobrero para desollarlo? 
    Ahí están, sí señor. Como en Longares, donde cuatro huevos son dos pares.

¡Coño! Dos son un par y en Longares cuatro huevos son dos pares, ¿y el sobrero para cuándo?






martes, 16 de junio de 2015

Sí a la democracia, sí a la justicia, sí a la libertad, sí a la vida.





      Hace ya bastantes años, cuando aún el Generalísimo lo era en España por la gracia de Dios, a quien estas líneas escribe acudían algunas ocurrencias peregrinas cuando trataba hacer reflexionar a sus alumnos a la hora de explicarles conceptos lingüísticos como “significante” o “significado”, o “denotación” y “connotación”.
            Teníamos entonces a mano tan sólo una linotipia de aquella que llamábamos “vietnamita”. Y, con  las manos manchadas de tinta, imprimíamos una a una las copias que entregábamos a nuestros alumnos al comienzo de nuestras tareas diarias.
     Recuerdo ahora una de aquellas hojas volanderas. Es esta que traigo ahora aquí.



   Sí, se trata de un dibujo de Quino con su personaje Mafalda. Yo dejaba que los alumnos observaran los trazos del dibujo, la expresión de la cara de la protagonista y las palabras escritas por su autor y puestas en boca de aquella niña traviesa.
    Algunos alumnos y alumnas se lo pasaban en grande y además aprendían conceptos lingüísticos. Otros y otras torcían el gesto. Y en alguna ocasión asomó por detrás la geta del bigote astifino recortado de algún padre que soltaba el exabrupto contra el profesor y alguna mamá que se escandalizaba con la mamarrachada.
   Hoy, muchos años después, y en estos días donde se mezclan las alegrías con las caras largas, las malsonancias lingüísticas con el señorío de algunos munícipes, las espantadas por la gatera con el reconocimiento democrático, qu les propondría a mis alumnos que escribiesen denotando y connotando las fotografías que reproduzco a continuación.
  Para facilitarles la tarea les propondría que hiciesen uso de un diccionario imprescindible en cualquier hogar de habla española: “El diccionario de uso del español” de la insigne trabajadora y sabia María Moliner.
  Por si no lo tienen a mano ahí les van unas cuantas palabras recogidas en este diccionario. La lección consiste en aplicarlas convenientemente a las fotografías que se adjuntan.
   Ya me dirán.
Cagarrita, cagón, cagarria, cagueta, pusilánime, cobarde, corto, poca cosa, pirómano, pústula, purísima, honrado, cabal, honradez, igualdad, desahucio, decencia, probo,  pobreza, dignidad,honesto, dicharachero, demócrata, camorrista, pelón, sevicia, peineta, pegote, reyuno, alquerque, alpechín, urraca, pitirrojo, abejaruco, catilinaria, cacique, bonhomía, señorío, respeto, aguafiestas, zampabollos, justicia, democracia, respeto, libertad…   (utilícense en masculino y femenino)


      ¿Quieren Más? ¿Sí? Pues hala, al diccionario de esa gran mujer que fue María Moliner.

       Buen provecho les hagan.






domingo, 7 de junio de 2015

Ante el Comendador de Orrios de rodillas y a sus pies




                                   Sí, de rodillas y a sus pies. Así se humillaban y eran humillados los vasallos, que no habitadores, de estas tierras, cuando una y otra vez y a conveniencia de Templarios y Sanjuanistas uno u otro Comendador tomaba posesión de estas sus tierras y bienes.
       La Órdenes Militares aparecen por estos lugares a finales del siglo XII y mantienen sus derechos, propiedades y rentas hasta casi mediado el siglo XIX. 
       Setecientos largos años con Alcaides, Procuradores, Presbíteros e Iglesia en un entramado de sometimiento en donde no faltaba el pago de diezmo, de primicia del fruto de la tierra, de rento en forma de gallinas o corderos, de imposición de ir a moler y a cocer pan en los molinos y hornos que también pertenecían al dueño fraile guerrero de la Encomienda, quien era nombrado y escriturado en Bullas desde la Castellanía de Amposta, desde San Juan de los Panetes o desde la isla refugio señorial de Malta. 

    Ajenos estaban estos súbditos a las intestinas luchas de poder que mantenían los frailes guerreros entre ellos, a sus litigios, a sus maquiavélicas guerras intestinas presididas pos el hábito y la cruz. Los súbditos vasallos no tenían más obligación que callar, trabajar, pagar los rentos que les imponían una y otra vez de rodillas y a sus pies.

       Véanlo si no en los documentos que trascribo más abajo.

La Plaza Lonja de Orrios. @cac.

 y el juramento se hacía aquí, en este mismo lugar que espero algún día sea remozado. Ahí, en esa Lonja, cuando niños nos sangraban las manos aquebrazadas de tanto darle y a la pelota, ahí jugaron también nuestros padres y nuestros antepasados todos, ahí bailaban los mozos y las mozas cuando las fiestas patronas, ahí se colgaba alguna pieza de carne cuando ejercía de carnicería, ahí hace muy poco tiempo algunos jovenzanos ejercían juergas mocherniegas y dejaban su firma escatológica, ahí se sentaban las mujeres hilando la lana y tejiendo sus toquillas y piales en el carasol, ahí nos hacían cantar a nosotros cuando niños el "cara al sol" aunque le dábamos la espalda, antes de entrar en ese piso de arriba que ejercía de escuela
Ahí, ahí, ahí...
   Ahí, ahora, el edificio espera que por fin sea remozado y los expertos albañiles -que aquí los hay- le den la belleza que tuvo en sus orígenes y le saquen los colores a algún regidor de unos años atrás que preguntó para qué queremos esto y qué es eso de una Lonja. No se acordaba ya de los mocos que le caían cuando subía casi a gatas por esas desmoronadas escaleras que enrunaron un muro de contención con pulidas piedras canteras.
   A ver si de una vez se acuerdan los apareados próceres clientelistas  en los cargos y carguitos de las "Comarcas de Aragón" y tienen el vicio de pensar, y no otros vicios,  y se dan cuenta de que esta "Plaza", esta "Lonja" es la única de todos los lugares y villas de la que fue Encomienda de Alfambra y Villel y luego de Orrios y Albentosa que no está remozada. Todas las demás, incluidas las de la Val de Jarque y el Maestrazgo, da gozo verlas y utilizarlas. 

 A ver si es verdad que se dan cuenta que ya no somos súbditos ni vasallos, aunque sí ofendidos.
     


   ... ... ...  todos los dichos Justicia Jurados y oficiales vecinos y habitadores de dicha villa de Orrios arriba nombrados uno después de otro arrodillados en tierra a los pies de dicho fray Don Matias Perez Arnal como procurador sobre dicho y en dicho nombre dicho procurador sentado en una silla de respeto en dicha plaza y en el lugar mas eminente dieron y prestaron en su poder y manos dichos homenajes de fidelidad de manos y de boca conforme la costumbre Antigua de España y los fueros del presente Reyno de ragon y Juraron a dios sobre la cruz y santos quatro evangelios de serle buenos y fieles vasallos y assi mesmo juraron que por ellos ni el dicho concejo no le será puesto inpedimento alguno al dicho Señor Comendador en el todo exercicio y possession de la dicha villa y encomienda de Orrios ni en la recuperación y cobrança de los frutos y rentos de aquella antes bien procuraran continuamente todo su probecho y utilidad evitándole como le euitaran y libraran de qualquiere daño y peligro   Et al(tera) haciendo todas y cada unas cosas que conforme a fuero  y observancia del presente reyno de Aragon los buenos verdaderos y leales vassallos a su señor y comendador son tenidos y obligados y deuen jurar y prestar y esto juxta el serie y tenor de las dichas supra nuevas cartas executoriales reales y Bullas de Cabimiento y no de otra manera Et aun en señal de la sobre dicha possession el dicho fray Don Matias Perez Arnal como Procurador sobre dicho Reuoco de Justicia al dicho Joan Docon y de Jurados a Joan Adrian y Joan de Rueda y en señal de verdadera reuocacion les quito las varas e insineas de sus officios et in continente dixo que confiado de la bondad y suficiencia de aquellos de nuevo les creo y nombro en dichos officios de Justicia y Jurados a cada uno de ellos respectiue los quales aceptaron y Juraron a dios sobre la cruz en poder y manos de dicho Procurador de haberle bien y lealmente cada uno en su officio respectiuamente todo lo qual dicho Procurador dixo que aceptaua y acepto en quanto hace y toca en fauor de dicho Señor Comendador su principal y Juro a dios sobre la cruz y abito de dicha su religión que al cuello traya y santos quatro evangelios de guardar a los dichos Justicia y Jurados y egidores de dicha villa y a los vecinos y habitadores y concejo y universidad de aquella todos sus drechos ussos praticas y buenas costumbres de dicha villa y encomienda de Orrios y con esto dicho Procurador y concejo en los sobre dichos nombres requirieron respectiuamente lo sobre dicho ser hecho  acto publico por mi dicho infrascripto notario...

     (Esto ocurría en el año 1635. El comendador se llamaba Diego Español de Niño y el documento original se puede consultar en el A.H.N. O.M. 8294)


Escritura de toma de posesión. A.H.N. O.M. 8294



lunes, 1 de junio de 2015

Tierras de asceta







Son tierras para gente asceta. Aliagas y erizos pinchosos. Peñascos rotos por la fuerza quebradora de los hielos. Carrascas añejas cobijadoras de vientos con ventiscas. Espinos con agujas agresivas que se clavan como puñales. Guillomos de hojas tentadoras para las cabras. Sabinas rastreras sacudidas por los vientos.
Aún así, y quizás por ello, me pierdo por aquí de vez en cuando. Ahora con mis nietos. Acabado su curso escolar nos echamos la mochila al hombro. Caminamos y caminamos. Por los regatos y barrancas tomamos el camino del monte salpicado de piedras, cobijados entre las matas carrasqueras.
Llegamos hasta la partida que llaman La Carrasquilla. Ya por aquí andan sofocados y hemos tenido que utilizar el agua con cuidado. Las bocas de los pozos que hace años calmaban la sed de los pastores están cubiertas con ramas secas de rebollos. Protegen a alguna oveja despistada de una caída sin salida. Ni siquiera el pozo del Peñiscoso tiene agua recogida directa del barranco de su nombre. Las charcas para abrevar en los estíos secos quedan cuarteadas con un barro agresivo.
foto @cac.

 Hemos ido recogiendo por el camino restos petrificados de ammonites y bivalvos, restos de aquel lejano mar de Thetis. Brillan por el sol las irregulares ferruginosas piritas que aquí llamamos galindas. Mis nietos las recogen mientras dicen que han llegado hasta los rincones de una mina secreta que tan sólo ellos conocen.
Y han ido preguntando y preguntando. ¿Y qué es eso y aquello y lo demás allá, abuelo? ¿Y por qué no se cultivan estas o aquellas cosas? ¿Y en invierno hace mucho frío? ¿Y por qué no se ve a nadie por aquí? ¿Y qué? ¿Y cómo? ¿Y por qué?
Y hablan del Norte y del Este y me señalan el Sur y el río con su verdor de chopos que hemos dejado hace rato allá abajo. Y sin saber cómo, son aún tan niños, sitúan los lugares que se acercan con los prismáticos y entonces me hacen hablarles de estos mismos lugares que se convirtieron en cotas a conquistar de una guerra pasada y ya lejana, y se guardan una chapa oxidada de un cinturón soldadesco y recorren los restos de una trinchera y hasta encuentran una bala en cuya culata picada se lee 1937. Y preguntan y preguntan.
Y quieren saber, cuando llegamos a la paridera que levantó mi abuelo, para qué sirve ahora este desvencijado refugio.
    En esta paridera pasó algunos inviernos mi abuelo y mi padre. Con las ovejas vacías, aquellas que no se habían quedado preñadas. Cada quince días le subían algunos huevos, un par de longanizas de la última matanza, algo de harina para las gachas, una pierna de somarro cecino de alguna oveja vieja que murió de bazo y un par de cántaros con agua.
foto @cac

 

Y en estos restos que aquí veis encendía el fuego con las ramas de las carrascas cercanas. Y ahí, a la izquierda, ponía el cántaro con el agua para que se mantuviera sin helar a la vera del fuego. Y al lado, en una pajera que ya no está, arrebujado en su manta, pasaba las largas noches en el silencio oscuro.
Pero los tiempos hoy son otros. Y los niños son niños. Y aprenden jugando. Descubriendo y descubriéndose a sí mismos. Y dicen que quieren ser excavadores y estudiar los materiales que van encontrando en el corral de paredes desmoronadas. Y preguntan sin son piedras sin más o minerales tales o cuales… y a veces no encuentran más que restos de alguna teja cuarteada por los vientos.
Y, casi a bote pronto, te hablan de otras tierras más allá de los Pirineos donde viven su curso escolar, y te cuentan de Airbus y refugio de exiliados hace tiempo, y lo mezclan con el teléfono móvil que manejaba el pastor que hemos encontrado en la cuesta de Val de Peral, y de los incendios que vimos hace unos años, y entonces ellos deducen que las ovejas podrían limpiar los cortafuegos y que por qué no hay más ganados ahora, y que si tuvieran a mano un gepeese sabrían con exactitud las coordenadas del lugar en que nos encontramos, y que cómo vivirían los soldados que aquí tuvieron que estar en estas cotas vigilantes de los barrancos por donde llegaban otros soldados, y que ahora los pastores suben hasta aquí con un todo terreno, y que tienen hambre, y cuéntanos más cosas de tu padre, de tu abuelo que ya es su tatarabuelo y dame agua que ya no tengo en mi cantimplora, y que cuando sea mayor voy a ser esto y lo otro y lo otro, y por qué te fuiste de aquí, y que me gusta más la montaña que el mar, y por qué con tanta gente como hay sin trabajo no viene aquí y con unas ovejas y cabras limpien las orillas los ríos, y en este de allá abajo hay truchas, y que otro día nos traeremos la tienda de campaña y haremos supervivencia, y cuándo volvemos que estamos cansados…

foto @cac

    Sí, en este mismo caseto pasaba las noches vuestro bisabuelo y aquí se cocía las sopas y freía el tocino y comía la carne sazonada de la oveja convertida en somarro.
foto @cac


      Y esta es la puerta de la corraliza donde guardaba las ovejas ya sin fuerza frente al tiempo.
  Y ahí está, desafiando al tiempo y a los tiempos el corral, la paridera y el caseto.
Son tiempos difíciles. Tendremos que volver a reencontrarnos. La abundancia sin sentido se torna en hambruna destructora, la ascética aprendida nos puede servir de ejemplo.
foto @cac



                        Estos, Fabio, que aquí veis, campos de soledad ...