Hace tres años escribí en este mismo lugar sobre el estado, de entonces, en que estaba el lugar de la Baronía de Escriche.
Leo hoy lo que publica un periódico tan conservador y cada día más derechizado como es "Heraldo de Aragón".
Léanlo ustedes también y verán cómo los nuevos ricos fueron y siguen siendo unos fanfarrones y los politicastros de entonces, nuchos de ellos los mismos de hoy, siguen chupando del bote, del mismo bote que chuparon antes.
Y el que venga detrás que arree.
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/teruel-provincia/teruel/2018/08/26/el-complejo-turistico-baronia-escriche-aparcado-tras-una-inversion-ocho-millones-1263630-303.htm
Heraldo.es · Hace 2 días
Esto escribí hace tres años.
¡Qué fanfarrones son los nuevos ricos!
Hace
unos días, en este otoño caluroso y soleado, me acerqué hasta la Casa Grande,
el lugar donde asentaron su residencia de verano los Barones de Escriche.
Me
encontré con estas construcciones que se aprecian en la fotografía.
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Casa Grande de la Baronía de Escrcihe. Noviembre 2015. @cac. |
La
Diputación provincial de Teruel adquirió la propiedad de las tierras y de sus
edificios en el año 2001. Luego, en el 2012, decidió una restauración, devenida
en demolición y edificación de un nuevo caserón para convertirlo en un hotel de
lujo de veinticuatro habitaciones además de sus salones y otros locales para su
servicio.
La
casa que fue palacio de verano de la Baronía de Escriche se quedó de nuevo
varada en el tiempo, mirando con los ojos vacíos de las nuevas ventanas que
imitan la construcción tradicional aragonesa las tierras labrantías que la
circundan, los montes de pinos, de carrascas, de enebros, de sabinas, donde los
jabalíes, las liebres, las perdices, los alimoches, los zorros, los cuervos,
los buitres, los alcotanes y las águilas perdiceras, entre otras especies,
habitan en sus costumbres de siempre.
La
Baronía de Escriche se encuentra a tan sólo treinta kilómetros de la ciudad de
Teruel, en el término de Corbalán, en un paraje natural que muy bien supieron
elegir la familia de los Sánchez Muñoz, propietarios, hacendados, ricoshombres
emparentados con otros de su misma estirpe, reconocidos entre la nobleza y
realeza de Aragón, de la Mancha, de Navarra y de Castilla. Sus herederos de hoy
aún conservan el título nobiliario abundado con matrimonios a lo largo de la
historia y poseen además la Señoría de Finojosa y la Baronía de La Linde.
Iba
pensando durante el camino en todo esto y más, entre pinos y sabinas y lugares
labrantíos, después de salir del Archivo histórico de Teruel, donde había
estado consultando la documentación allí guardada de quien fue Decimocuarto
Barón de Escriche, Jacinto Sánchez Muñoz, nacido en Alfambra y matrimoniado en
la misma villa en 1682 con Gerónima Cebrián y Dolz de Espejo. Con este
matrimonio se emparentan en capitulaciones las familias Sánchez Muñoz, Pérez de
Arnal, Dolz de Espejo y Cebrián, además de la vieja relación con los Marcilla.
Ahí es nada para Alfambra y Perales.
Pero
me olvidé por unas horas de sus capitulaciones matrimoniales merecedoras de un
estudio detallado que algún día tendré que hacer, y me dediqué a observar el
lugar, los edificios que quedan de lo que fue, sus antiguas eras, los pajares
derrumbados, las estancias invadidas por las vacas y las ovejas actuales que
allí tienen su lugar.
El
paraje, sereno y de soberbia naturaleza, con sus caminos, con sus masadas
anejas, con sus tierras hoy en producción y sus edificios en abandono y
derrumbe, con sus fuentes y regatos recogedores del agua de los barrancos que
confluyen en esta vaguada en forma de media luna orientada al sur, con los
chopos cabeceros añejos que circundan los abrevaderos hoy idílicos, con los
campos en abandono propiedad hoy de la misma Diputación, convertidos en praderas
por donde campan las vacas en su tranquilo deambular, con la abundancia de
hongos en las laderas umbrías, con el alcotán que vuela cercano y meticuloso
con su cola que es una vela firme al viento me sumergen en pensamientos que
nada tienen que ver con lo que se me ha presentado cuando he llegado.
¡Qué
fanfarrones son los nuevos ricos! Qué fanfarrones hemos sido cuando hace
algunos años teníamos dineros, o nos creímos que los teníamos, y los gastamos
sin ton ni son, sin pensar más que en nosotros mismos, en figurar, en aparecer
en los periódicos y hacernos la foto y grabar las imágenes televisivas y cortar
cintas inaugurando no sé qué.
Este
no sé qué fue uno de estos edificios. Siete millones de euros, siete, que se
dice pronto, han sido gastados. De las arcas públicas. De todos y cada uno de
nosotros. Para qué. Para que quede un esqueleto de ojos abiertos muertos varado
en el tiempo. Pensado para albergar, después de tener que gastar otros siete
millones de euros, otros siete, que se dice pronto, y que no se tienen, para
albergar, digo, a señores adinerados que nunca llegarán y convertir en lugar en
un sinsentido absurdo camino hacia la nada.
Con
mucho menos dinero, sin ser unos fanfarrones, se hubieran podido salvar las
casas que cobijaron a los que el adinerado Barón de Escriche llamó siempre
sirvientes, los pajares donde se guardó la paja, las eras en que fueron
trillados los cereales, los graneros que almacenaron los granos, las cuadras en
que rumiaron los bueyes de la labranza, los mulos que tiraron de los carros. Y
en esos edificios y en la Casa Grande si es que se pudo salvar, y en la iglesia
aneja, cobijar los objetos y utensilios que aún quedaban del expolio de tantos
años pasados, aunque las pinturas estuvieran, bien guardadas, ahora sí, en el
Museo de Teruel. Y en esos edificios y en la Casa Grande y en la Iglesia de san
Bartolomé, el día de su fiesta y en cualquier otra fecha, enseñarles a las
gentes adultas y a los jóvenes alojados en esas estancias que pudieron
convertirse con mucho menos dinero invertido, tuyo y mío y del más allá, en Aulas de la
Naturaleza, en
residencias temporales y albergues acogedores de unas y otras gentes que
aprendieran, que conocieran, que disfrutaran de estos parajes, tan acogedores,
tan cercanos, tan cargados de historias antiguas y cercanas, de leyendas
literarias, con sus días relucientes, sus noches estrelladas, sus fuentes
apacibles, sus inviernos fríos, sus nieves naturales y no las fabricadas que
aún tendrían que instalar para ponerlas al servicio de unas gentes adineradas
que nunca aparecerán. Y todo en armonía con los cultivos tradicionales del
trigo, de la avena, de la cebada, de la espelta, en el ciclo de la añada
abonada con los rebaños de ovejas y de vacas que ahora rumian en los bancales
yermos, sin labranza.
¡Qué
fanfarrones son los nuevos ricos!
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¿A quién esperan estos ojos vacíos mirando hacia la nada?. ¿Quién ocupará este esqueleto-hotel? Noviembre 2015. @cac |
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La casa grande de la Baronía hace unos años. |
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Los pajares y las eras. Noviembre 2015. @cac |
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La ermita desde el aire. Noviembre 2015. @cac |
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La ermita desde el suelo. Noviembre 2015. @cac |
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La casa del Barón y el árbol seco. Noviembre 2015. @cac |
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Los bajos del pajar, cobijo de las vacas. Noviembre 2015. @cac |
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Esqueletos viejos y esqueletos nuevos. Noviembre 2015. @cac |
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Los campos yermos convertidos en dehesas. Noviembre 2015. @cac |
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La felicidad del ternero en su otoño. Noviembre 2015. @cac |
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Fuente de las Cinco Fuentes. Baronía de Escriche. Noviembre 2015. @cac. |
Una de las leyendas de Escriche: La fiera. Canta José Oto
https://www.youtube.com/watch?v=TLHh2qXEYIU
Oct 13, 2011 - Uploaded by eventucas
Dos jotas aragonesas cantandas por José Oto. ... La que más altares tiene, jota aragonesa, canta: JESÚS GRACI