domingo, 9 de agosto de 2015

Alfambra. Gayuberos. Esencia de espliego

Esencia de espliego.@cac






    Alfambra. Gayuberos. Esencia de espliego.-

   El día de antes se llegaron hasta las ramblas que descienden buscando el cauce del río, por donde se pusieron bravas las aguas caídas los últimos días julio que llenaron de barro rojo arcilloso los aledaños de estas ramblas llamadas desde antiguo de Juan Pérez, Altabás y de la Hoz.
  Segaron con corbellas (así aquí llamadas las hoces) los tallos ya en flor del espliego, esa herbácea natural y antigua que se comercializa en las perfumerías de lujo con distintos nombres producto del cultivo industrializado de la lavanda que no es sino una estilización menos pura que el auténtico espliego.
  Ataron los haces, que los más antiguos aún llaman fajos, y los depositaron en el local que fue en los años sesenta del siglo pasado el almacén triguero. A la mañana siguiente ya andaban preparando los antiguos alambiques de cobre. Cortaron con una guillotina los tallos del espliego, lo introdujeron en el depósito apretándolo firme, lo rellenaron de agua, lo aplicaron al fuego, esperaron a que alcanzara el punto de ebullición, lo fueron trasvasando mientras el ambiente se llenaba de aromas embaucadores, destilaron con suave tacto la esencia que lenta iba goteando, lo introdujeron en pequeños frascos, lo sellaron, lo rotularon con el nombre de “Espliego. Esencias de Alfambra” y ya lo ofrecieron como perfume embargante a quienes quisieran.
  Eso hicieron estos días, siete y ocho de agosto, algunos alfambrinos. Recordaron tiempos pasados, trabajaron a gusto porque sí y porque quisieron, se hermanaron en una comida con perfume de espliego y se lo pasaron en grande.
  Enhorabuena gayuberos y hasta el próximo encuentro.

El espliego dispuesto en fajos. @cac

Guillotinando el espliego. @cac

Cocción del espliego. @cac

Primer trasvase. @cac

Inicio de la destilación. @cac

Destilando gota a gota. @cac

La giganta y el cabezudo afinaron su olfato aromático. cac.
 

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