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Esencia de espliego.@cac |
Alfambra. Gayuberos. Esencia de espliego.-
El día de antes se llegaron hasta las
ramblas que descienden buscando el cauce del río, por donde se pusieron bravas
las aguas caídas los últimos días julio que llenaron de barro rojo arcilloso
los aledaños de estas ramblas llamadas desde antiguo de Juan Pérez, Altabás y
de la Hoz.
Segaron con corbellas (así aquí llamadas las
hoces) los tallos ya en flor del espliego, esa herbácea natural y antigua que
se comercializa en las perfumerías de lujo con distintos nombres producto del
cultivo industrializado de la lavanda que no es sino una estilización menos
pura que el auténtico espliego.
Ataron los haces, que los más antiguos aún
llaman fajos, y los depositaron en el local que fue en los años sesenta del
siglo pasado el almacén triguero. A la mañana siguiente ya andaban preparando
los antiguos alambiques de cobre. Cortaron con una guillotina los tallos del
espliego, lo introdujeron en el depósito apretándolo firme, lo rellenaron de
agua, lo aplicaron al fuego, esperaron a que alcanzara el punto de ebullición,
lo fueron trasvasando mientras el ambiente se llenaba de aromas embaucadores,
destilaron con suave tacto la esencia que lenta iba goteando, lo introdujeron
en pequeños frascos, lo sellaron, lo rotularon con el nombre de “Espliego.
Esencias de Alfambra” y ya lo ofrecieron como perfume embargante a quienes
quisieran.
Eso hicieron estos días, siete y ocho de
agosto, algunos alfambrinos. Recordaron tiempos pasados, trabajaron a gusto
porque sí y porque quisieron, se hermanaron en una comida con perfume de
espliego y se lo pasaron en grande.
Enhorabuena gayuberos y hasta el próximo
encuentro.
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El espliego dispuesto en fajos. @cac |
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Guillotinando el espliego. @cac |
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Cocción del espliego. @cac |
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Primer trasvase. @cac |
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Inicio de la destilación. @cac |
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Destilando gota a gota. @cac |
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La giganta y el cabezudo afinaron su olfato aromático. cac. |
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