martes, 5 de enero de 2016

Crónica para lobos náufragos.









            
            Crónica de un “Lobo” náufrago.



         Estos días pasados me he metido en la boca del Lobo. De Ramón Lobo, ese gran periodista que tantas crónicas ha escrito de múltiples lugares del mundo en momentos difíciles en todos los continentes y en todas las Áfricas, como a él gusta decir.
         Me he dejado atrapar por su crónica más reciente y quizás la mejor que ha escrito, una historia de náufragos que no son otros más que  quienes forman esa camada y en ocasiones manada de lobos, ni más ni menos que aquellos que se apellidan como él: Lobo.
         El libro “Todos náufragos” está dedicado “a mi bisabuelo Ramón Lobo Regidor, a mi abuelo Ramón Lobo Coya y a todos aquellos que siguen luchando por la Memoria Histórica”.  Y también a su familia de Inglaterra. Porque el autor, Ramón Lobo Leyder, hubiera querido educarse con su familia materna, a la inglesa, pero le tocó sublevarse contra la represión paterna de un falangista y voluntario de la División azul, autoritario porque sí, también naufrago sin deriva, o así a mí me lo parece después de la lectura, quien le mantuvo a sopapo limpio o incluso sometido entre las falsas elites de internados ensotanados o con los alzacuellos estirados del Opus Dei.
         Esta crónica detallada de trescientas ochenta y siete páginas viene a ser un ajuste de cuentas y un encuentro consigo mismo aunque el autor señala con tino que “más que un libro contra mi padre, necesito escribir el libro del perdón”. Pero el franquismo dejó a este Lobo y a su generación “secos de honestidad”. Es la segunda generación del franquismo –como también lo fue la primera- dañada por la guerra civil. La sociedad que surge de la guerra está enferma y la enfermedad aún persiste hoy. Por eso recomiendo la lectura de este libro, esta crónica familiar y a la vez histórica, a todos los bachilleres españoles porque seguro que aprenderán más con él que con muchos manuales –o quizás pedales- que se les atragantan en las aulas. Se aprende más leyendo “Relato de un náufrago” de García Márquez, que estudiando la piratería y el tráfico clandestino de mercancías, y además es más divertido. Lo mismo ocurre con la “memoria histórica”, es decir “la Historia como fue” si leemos esta crónica en la que somos “Todos náufragos”.
         Náufragos en una España, como escribe Ramón Lobo, en la que transitamos de las Hurdes al AVE, sin darnos cuenta de que no éramos ricos, sólo estábamos endeudados. Y es que, como dicen en mi pueblo, y ya he escrito en alguna ocasión “qué fanfarrones son los nuevos ricos”. Sí en España hemos sido y somos muy fanfarrones. Por eso quien más chifla, capador. Y maricón el último.
         Hemos pasado de la canallada histórica a la aceptación de que quien no roba y se comporta con ruindad, aunque con miles de tapaderas religiosas, económicas, educativas, versallescas, serviciales, políticas, chupatintas, lameculistas y otros etcétera culistas, es un gilipollas, porque “resulta difícil ser ejemplar en las cloacas de la vida” que empestuzan la honestidad. Porque haberlos, honestos, hay
    Pues eso. Lean el libro y aprendan. Aprenderán deleitando.

P.S.- Como el lector ya sabrá Ramón Lobo fue uno de los periodistas cesados de trabajo en el periódico “El País”. Junto a otros como Ernesto Ekaizer o Enric González a quienes se les aplicó un ERE, es decir se les dio una bofetada y una patada en el culo. En el pecado lleva este periódico la penitencia. Desde que tiró a los mejores está en caída libre. Que le den (al periódico, claro).



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