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Memorial en el cementerio de Torrero. @ cac. |
Ángel Sánchez Batea.
Socialista de Teruel.
Fundador de la Casa del Pueblo.
Fusilado en 1943.
Ángel Sánchez Batea tenía un temple de
acero. En el tajo era un rayo. Labrador sin tierra suficiente para poder comer
se enganchaba al trabajo en cuanto se le ponía por delante. En verano siempre
andaba de cabezalero de los peones dándole a la hoz en los arreñales de centeno
o de espelta, en primavera amorrado sobre el surco en el escardeo de remolachas
y, en los largos inviernos turolenses, recogiendo los leños de las carrascas
preparadas para el carbón y entalegando piñas calefactoras.
También era templao a la hora de
plantarse ante el cacique tierrantón de turno y exigirle un pago justo por el
trabajo y por el de sus compañeros, tildados de rastrapajas y destripaterrones
por los poderosos de siempre.
Desde pequeño sintió la necesidad de
saber, de conocer, de aprender de unos y de otros, de superar los conocimientos
mínimos que le habían ofrecido los pocos años en que pudo asistir a la escuela.
Conoció la necesidad de asociarse
para poder reivindicar derechos y con otros fundó la sociedad “El Progreso” y
la Casa del Pueblo. Por eso el sindicato agrícola católico, los caciques que lo
dominaban y los curas requetés que allí tenían su nido lo respetaban y lo
temían cuando, erguido y fibroso, hablaba como un obispo y les decía a la cara
las verdades del barquero. A la hora de manifestar los derechos sobre los
bienes de propios y las tierras sin cultivar, manifestaba la necesidad de tierras para conjurar la crisis de trabajo y combatir el hambre y la
emigración sin remedio.
La Casa del Pueblo fue su auténtica escuela.
Libros, charlas, exposiciones, representaciones teatrales, mítines y
compromisos sociales le llevaron a conocer los principios socialistas y los
procesos alcanzados por la sociedad francesa representada por Jean Jaurés y Volney.
Hombre honrado de principios éticos
firmes y laicos fue defensor desde el primer día de la República española que
representó, en aquel 14 de abril de 1931, una esperanza de vida para las gentes
honradas y humildes de Teruel.
Teruel, en los últimos años de la
dictadura primorriberista no tiene un servicio de aguas eficaz, sus fuentes
están secas, las calles y plazas se encuentran en la inmundicia aunque se
construya por entonces la escalinata y la plaza de toros.
Será con la llegada de la República
cuando aparece el interés por la escuela, por roturar el pinar grande para que
deje de ser coto de caza de los de siempre, para que se diferencie entre
religión, clericalismo y teología, para que mediante la fundación de la
sociedad El Progreso los aparceros y jornaleros puedan defender sus derechos,
para que las tierras sin cultivar se entreguen en usufructo distribuido entre
los agricultores, para que se pavimenten las calles, para que incluso se
protejan los conventos de los franciscanos, de las claras, de san Nicolás, en
los sucesos revolucionarios que incendiaron templos españoles por aquellos días
de finales de 1930 y comienzo de 1931, para que desde el semanrio “Adelante” se
dé cuenta a la población de las actuaciones socialista en el Ayuntameinto y la
Diputación turolenses.
Allí está Ángel Sánchez Batea como representante
elegido. Allí está con su temple, con su ética, con su honradez, con su
laicismo, con su anticlericalismo, con sus principios de justicia social tan
arraigados que hasta le llevan a poner a sus hijos los nombres de Voleny, Jaurès
y hasta Amor a su hija más pequeña, certificando así los valores aprendidos en
una escuela de vida que fue la casa del Pueblo de Teruel en la que siempre
estuvo en primera línea, desde su puesto de concejal en 1931 y 1932, defendiendo
los principios socialistas de su candidatura a la hora en que manifestó que la
corporación municipal no participara representada en ningún acto religioso, en
la supresión de contratos privilegiados de los gestores munícipes, en la
regulación del precio del pan, en la secularización del cementerio, en que las
órdenes religiosas pagaran impuestos por sus privilegios, en dotar de fuentes
públicas a la población, en la reivindicación de la jornada laboral de coho
horas, en la construcción de viviendas.
Por todo ello, como recogió el
periódico “Acción” el 29 de noviembre de 1932, llegó a sufrir una agresión
física que se negó a denunciar pese a que recibió un anónimo en donde se
decía que “algunos aristócratas y un abogadillo estaban detrás”.
Y el domingo 19 de julio de 1936 la
sublevación franquista comenzó a segar la vida a balazo tieso de tantas y
tantas personas, hombres y mujeres, de Teruel.
Ángel Sánchez Batea estaba aquel día
en el tajo de la siega por la partida de Pinilla y tuvo que cobijarse en el
refugio leñero del Mansueto.
Fue entonces comenzó su tragedia.
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Sentencia incluida en el extenso expediente del "Juicio sumarisimo. Original en AHTJZ. @ cac. |
Como no lo pudieron matar a él el caciquismo
militar de requetés católicos y falangistas esbirrados en las madrugadas de la
camioneta amarilla, metieron las balas en los cuerpos de su esposa María a los
pocos días de la sublevación y enseguida de su hija María Pilar, de tan sólo
diecisiete años.
Quedaron solos Volney y Jaurés, de once y
nueve años. La hija pequeña, Amor, había fallecido un tiempo antes.
Ángel Sánchez Batea después de refugiarse
en el Mansueto fue a parar a la Puebla de Valverde y aguantó unos meses entre aquellas fuerzas de
milicianos voluntarios llegados desde tierras valencianas. Socialista de
principos y ugetista militante estuvo cortando leña de carrasca para servir en
la intendencia de la “columna de hierro”.
No le faltaron discrepancias con los cenetistas y en abril de 1937 ya se
incorporó a Alcañiz con sus compañeros de militancia, donde ocupó un puesto en
la corporación municipal cuando fue nombrado Gobernador de Aragón Ignacio
Mantecón. Allí estuvo hasta finales de
año cuando las tropas republicanas tuvieron que replegarse y Mantecón tuvo
que desplazarse hasta Mora de Rubielos.
Ángel Sánchez Batea estuvó allí mientras
los evacuados iban llegando desde Teruel en la ofensiva en que las tropas
republicanas lanzaron para conquistar la ciudad. Allí permaneció hasta el catorce
de enero de 1938. Fue entonces cuando Mantecón le nombró Presidente del Consejo
municipal de Teruel, y se dedicó principalmente al abastecimiento de alimentos
y necesidades primarias de los habitantes que quedaban en la ciudad destrozada.
Poco pudo hacer porque el 18 de febrero tuvo que salir de la ciudad que sería
dos días más tarde ocupada de nuevo por las tropas sublevadas.
De nuevo en Puebla de Valverde prestó
servicios a la República formando parte de la junta clasificadora de los
evacuados turolenses. Luego actuó en Valencia en el S.I.M. como Presidente de
Frente antifascista de Teruel. En ese servicio de información estuvo hasta que
los sublevados ganaron la guerra que ellos mismos iniciaron y trató de salir en
los barcos que nunca llegaron del puerto de Alicante. A finales de abril ya
estaba en el campo de concentración de Albatera y, de inmediato, él y trece más
cayeron en un expediente de juicio sumarísimo del instaurado Tribunal número dos
de Teruel, con sede en Valencia, que instruía un falangista melillense devenido
en alférez juez, conocedor de los servicios que podían prestarle los policías
sociales Ferrer, Herrero, Magín y otros preparados por
agentes esbirros de la Gestapo llegados de la mano del nazi cuñadísimo Serrano
Suñer.
(Ver http://clementealonsocrespo.blogspot.com/2018/06/teruel-guerra-civil-rosario-calve.html
Las humillaciones, las torturas, los
asesinatos llevados a cabo por estos agentes condicionaron la firma de las
denuncias que unos y otros hicieron contra unos y contra otros.
Todo lo denunciado en esos miles de folios es falso, todo es mentira, todo es
infamia como se puede ver en la documentación oportuna hoy accesible en el
Archivo del ejército.
Al único que no le lograron sacar una denuncia
contra los demás, el único que no firmó, fue Ángel Sánchez Batea.
En
31 de octubre de 1941, estando preso en Zaragoza, esperando el juicio que se
celebró el 23 de octubre de 1942, consiguió hacer llegar una declaración
ayudado por otros presos.
No sirvió de nada puesto que la sentencia, firmada por cinco militares ese mismo día, ya estaba
dictada de antemano por aquel que la redactó, el falangista Félix Solano Costa, nombrado expresamente para ello.
Las penas de los encartados oscilaron entre
treinta años de reclusión y pena de muerte.
Ángel y siete más fueron fusilados
el 29 de mayo de 1943 en las tapias del cementerio de Torrero, en Zaragoza.
Transcribo a continuación algunos párrafos
firmados, ahora sí, por Ángel Sánchez Batea, que aparecen en la documentación del Archivo militar de Zaragoza
…
al ser detenido por la Guardia civil en
el campo de concentración de Albatera (Alicante) por mandato del juez especial
de Teruel Don Antonio Rodríguez Pineda, se me trasladó a Teruel atado de pies y
manos y con los ojos vendados, diciéndome que me encontraba en Málaga y que era
el responsable de todos los crímenes que en Málaga se habían cometido,
tratándome como si hubiera sido el mayor monstruo de la naturaleza, teniéndome
cinco días sin comer y atado por la espalda, dándome una paliza que permanecí
diez y ocho horas en los sótanos del gobierno civil sin conocimiento, estando
en esas condiciones por espacio de cuatro meses, es decir desde el 11 de
octubre de 1939 hasta febrero de 1940.
… el 19 de junio de
1940 se me trasladó a la Prisión celular de Valencia y el 20 de septiembre del
mismo año a la Comisaría de dicha capital, donde estuve, no “incomunicado” sino
“secuestrado”, dándome alrededor de unas treinta palizas, algunas los mismos
encartados en este Sumario, debido todo ello al terror impuesto por el Juez y
la Policía, hasta llegar a perder mis facultades mentales, colocándome despojado de todas mis ropas con los brazos
sobre una mesa y cuando el cuerpo estaba completamente amoratado me daban los
golpes en las rodillas, tobillos y cabeza hasta el extremo de quedarme sin
sentido habiendo diagnosticado el Doctor Serrano (de la Prisión celular de
Valencia) que me habían roto los tímpanos.
… con objeto de envenenar la opinión pública se hizo correr
del declarante toda clase de propaganda en la prensa y se me sacó por las
calles para presentarme como tal responsable hallándome ajeno a los hechos…
… el Agente de Policía Don Antonio Ferrer me atropelló
diciéndome que me hacía responsable de varios asesinatos y que de allí saldría
muerto si no firmaba la correspondiente declaración preparada por él de
antemano.
… el día 4 de marzo de 1941 me dio tales golpes que arrojé
por la boca de tres a cuatro litros de sangre quedándome en tal estado que
tuvieron que ponerme cuatro inyecciones de aceite alcanforado y doce de Silicato hasta el día 28 del mismo mes en que
fui conducido de nuevo a la Celular donde continuaon dándome otra sesión de
inyecciones debido al mal estado en que me encontraba. … … …
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El general Monasterio confirma la sentencia. Original en AHTJZ. @ cac. |
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Recibido el "enterado" de Su Excelencia el Generalísimo "por la gracia de Dios", Ángel Sámchz Batea fue pasado por las armas a las 6h. 30m. del día 29 de mayo de 1943. |
Ya es hora de conocer la Historia
Hablaremos de estos hechos en las Conversaciones en Orrios los próximos días 4 y 5 de agosto.
http://clementealonsocrespo.blogspot.com/2018/06/conversaciones-en-orrios-2.html