Clemente Alonso Crespo

martes, 29 de octubre de 2024

Chopos. Orrios. Como la misma vida.

 


                   
Durante el verano los chopos, erguidos como una muralla de sombra protectora, limitan el cauce del río. Desde mi casa los contemplo, sueño y rememoro historias vividas.

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Los chopos son la ribera;
liras de la primavera,
cerca del agua que fluye,
pasa y huye
viva o lenta,
que se emboca, turbulenta,
o en remanso se dilata;
en su eterno escalofrío
copian el agua del río,
que fluye en ondas de plata.

      Antonio Machado

                                 

Cuando llega la otoñada y comienza  la lluvia amarilla
 las hojas acarician los pasos y regresa la nostalgia de aquellas gentes que se han ido y ahora siembran los caminos a los que siempre vuelvo.
Este ejemplar de tres brazos se abre en un deseo que siempre ofrece cobijo. El agua discurre suave mientras dialogo con mis antepasados que me ofrecen sus saberes y escucho los deseos de quienes niños y adolescentes se sienten descubridores de nuevos mundos deslizándose en las aguas del parejo río.

Siempre aparece alguna mano a quien el tronco del árbol centenario estorba.
 Los abuelos y aun padres de quien agarró la motosierra y se lo llevó por delante y hasta  intentó su destrucción por el fuego que se negó a arder ignoran que sus ramas sirvieron para construir las techumbres de la casa en que aún vive, calentaron su hogar y sujetaron las hortalizas de sus tierras.

A estos los escamondaron y por ello volverán a presumir pronto de su copa cabecera. 
 Volverá vida y la naturaleza marcará la historia.

Ahí está erguido, firme, muerto de tristeza, como vigilante sin fuerza ante los destrozos  que políticos sin alma y sin vergüenza consintieron la barbarie sin remedio en la Baronía de Escriche.

En el invierno los chopos cabeceros centenarios esperaban antaño la escamonda. Con sus ramas se armaban tejados de casas y cobijos de las ovejas en sus parideras en la aridez de las tierras más lejanas, Hoy se quedan a la espera de ver pasar a las gentes, como esqueletos viejos.
Los troncos viejos han visto pasar el tiempo embebidos en la propia agua del río cuyas riberas sujetan.

Una rama tronzada sobre el río sirve de puente por el que Max vadea el río buscando nuevo caminos.

El viejo y rugoso camocho sirve 
de soporte a la hiedra que se agarra viva un día y otro.



     

    Clemente Alonso Crespo at 12:57
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