jueves, 3 de enero de 2013

La espada y la cruz. ¡Ay, Dios!

Benedicto XIII (1649-1730), Papa.


       No sé por qué estos días he rememorado alguna caminata por las calles empedradas de La Valeta, la capital de la isla de Malta, aquel refugio que fue de los sanjuanistas.
       He acudido a un documento guardado entre mis desordenados papeles y él me ha guiado al Archivo Histórico Nacional español una vez más.
       He dado otro salto en el tiempo y me acordado de las palabras del cardenal Rouco y del obispo actual de Córdoba aparecidas recién en la prensa.
         En ocasiones la Historia de la Iglesia me trae estos presentes. No sé por qué. Pero es que tiene bemoles encontrarse con el documento que reproduzco enviado por el Papa Benedicto XIII (1.649-1.730) al entonces Gran Maestre de la Orden de San Juan, Antonio Manuel de Villena, para que combatiera con firmeza y fiereza a los malvados musulmanes.
          Lea, lea el lector y reflexione sobre lo leído.

 No confundir a este Benedicto XIII con aquel llamado antipapa Luna también nombrado Benedicto XIII (1.328-1.423)

    








    

1725

A.H.N.
Registros capitulares de la  Castellanía de Amposta de 1.757 a 1.776. Tomo 36.
Códices, L. 634
Transcripción de Clemente Alonso Crespo.-




                                   (Benedicto XIII escribe al Gran Maestre de San Juan arengando a la guerra santa contra los seguidores Mahoma).





            Brebe de nuestro Santisimo Padre Benedicto Papa XIII dirigido al Eminentisimo Señor Don Antonio Manuel de Villena Gran Maestre de la Religión de San Juan

            Amado hixo salud y Apostolica vendicion, no solo devemos con Pontificio elogio pregonar y autenticar altamente los dilatadissimos meritos vuestros y de ese Inclito Orden en la Cristiandad, y las hazañas, que valerosamente obrasteis por la Sacro Santa Religión, sino tambien con el subsidio de fervorosos ruegos, solicitar del Dios de los Exercitos infunda siempre nueva virtud superior en esa Milicia defensa del nombre Christiano, y la Ylustre cada dia mas con nuebas victorias de la Mahometana perfidia; para cumplir pues a un tiempo quanto es posible con ambos respetos de este nuestro oficio: Amado hijo, que con tanto aplauso de prudencia y vigilancia governais tan esclarecida orden, le estimulais e inflamais a dilatar las glorias de Christo, os enviamos el estoque, y celada que con solemne ceremonia  en la Sagrada de el Nacimiento de nuestro Redemptor, como nuestras maiores hemos vendecido, y que los Romanos Pontifices antecesores nuestros acostumbran destinar a grandes Principes campeones insignes de la Cristiana Republica; en estos pues, a mas de una firme Prueba de Estimacion Pontifica, y en testimonio irrefragable de Vendicion Apostolica, recivireis tambien una prenda segura de asistencia Celeste, con que podais afianzar a Vos, y a vuestros Cavalleros, del Divino auxilio simbolizado en esos Sagrados Misterios. Proseguid pues, Amado hijo, Ceñida la espada del Espiritu Santo, y revestido con la Celada de la salud, el exterminio de los Barbaros, hijos de la Superstición, tantas vezes domados con esas Armas, y todavía vanagloriosos, y obstinados temerariamente en su tenacidad para que todos conozcan, y promulguen que los Cavalleros de San Juan de Jerusalén, no solamente pelean con tanta Gloria en la Guerra del Señor, guiados de animos mui excelsos y fuertes, sino tambien fortalecidos de socorros Celestes, y asegurados de Sacerdotales oraciones: Pero aunque tenemos por infalible que esos sagrados dones adaptados a nuestros votos y a vuestro instinto, por vuestra exactisima observancia, a Nos, y a nuestra Santa Sede, os sean de sumo aprecio, no dudamos, que aún aplauda vuestro gozoso ánimo, que los entregasemos, para que los lleve el Amado hijo Juan Francisco Abatí Olivieri, nuestro Camarero de honor, y Cavallero de esa Esclarecidisima Religión, en quien instruido por excelencia, en virtud, y Letras de su Sapientisimo tio, nuestro amado hijo, Cardenal de la Santa Romana Iglesia, Fabio, cuia, y qual expectación sustentada loablemente de ingenio, virtud, y doctrina escrita a Nos, y a todos los buenos; observareis, y considedareis un perfecto dechado de las relevantísimas prendas del optimo Cardenal, razon por que ciertamente, con quanta benevolencia, y afabilidad le acogiereis, y recivireis, tanto mayormente obligareis nuestro animo; pues siendo de Nos mi estimado por la Hidalguía de su Calidad, y costumbres, deseamos vivamente; que asi mismo sea de vuestra mas correspondiente estimacion. Queremos tambien, que el actual Prior de esa Mayor Iglesia Combentual de san Juan de Jerusalén, os revista del Sagrado Don, fenecidos según costumbre los Divinos Oficios, mientras esperamos que el Señor Fuerte, y poderoso, favorezca de modo vuestros actos y la gallardia de ese orden, que merezca nuebas lucidas preseas de estimacion Pontificia. A Vos Amado hijo, y a todo vuestro combento participamos amorosisimamente la Vendicion Apostolica. Dado en Roma en San Pedro, vaxo el anillo de el Pescador a 27 de Febrero del año 1725: de nuestro Pontificado año primero: Carlos Arzobispo Emisero
           

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