Alfambra. 2014. El esqueleto de la estación. ¿Cuánto aguantará? @cac. |
Las grandes cosas,
entre otras muchas, pueden ser el polideportivo, las fiestas patronales, la
subida a la encomienda, el concurso literario… Entre otras muchas.
Algunas son tan sólo pequeños
detalles. Por ejemplo estos:
Primero.-
Cuando se entra en
Alfambra se sube por la Cuesta de Los Molinares. El nombre responde a una
realidad concreta porque, de siempre, hubo en ese enclave tres molinos.
Dos de ellos fueron
batanes, situados en el espacio que abarca la carretera que nace hacia Escorihuela
y el río. Allí las gentes, hasta bien entrado el siglo XVIII, adobaban las
pieles de los animales y, a mamporrazo limpio, se suavizaban para emplearlas
luego como ropas o aparejos de labranza. (En noches invernales el pum pum de
los mazos movidos por la fuerza del agua asustó a más de uno. Que se lo
pregunten si no a Sancho Panza cuando se refugió en Don Quijote aquejado de
miedo y cagado garras abajo por no reconocer el golpeo batanero).
El otro situado más arriba era el
harinero. Sobre él se levantó a principios del siglo XX una fábrica de harinas
que molió hasta bien entrados los años setenta. Hoy el edificio aún se
conserva. Construido en piedra y levantado con la misma traza del lavadero,
ahora convertido en museo de la remolacha, son dos edificios de esbelta arquitectura
modernista.
Hasta hace tres años el brocal por
el que se recibía el agua para la molienda se podía observar cuando entrabas en
Alfambra. Estaba construido con piedras labradas a la manera de las de la
iglesia, hace unos días arregladas. En algún momento propuse que se limpiara y se
pudiese ofrecer a cualquier visitante. Ya entonces estaba casi lleno de
escombros. Ahora ya ni se puede reconocer. Tiraron más escombros y los
animales, bípedos y cuadrípedos, van por allí a dejar sus firmas. Véanlo en la
imagen.
Hace tres años, en 2011, aún se reconocían las piedras silleras de la bocana por donde entraba el agua. |
Los bípedos que pasen por allí
quizás no sepan que sus antepasados tenían la obligación de ir allí a moler sus
cosechas de cereales y luego a cocer el pan en el horno del lugar. Estaban
todos, como villanos que eran, sometidos a la justicia del Comendador
representado siempre por su Procurador porque él y los de su casta nunca
pusieron los pies allí. Recibían siempre sus beneficios muy lejos.
En diciembre de 2014 el estado es éste. @cac. |
En 1738 ya el molino harinero estaba
arrendado y en ese mismo año se valoran, en Libras y Sueldos, los utensilios que
en él había. Si alguien quiere conocer su valor puede ir al Archivo Histórico
de Teruel (AHT) y consultar los protocolos notariales de Francisco de Oria.
Allí podrá conocer el nombre de uno de los últimos arrendatarios, Apolinario
Abril, que sabía muy bien el nombre y la valoración de los utensilios. En
Orrios se pueden obervar, en el Molino de la Maquila, los utensilios. Basta
abrir la bocana y echar el agua. El molino molerá con los utensilios cuyos
nombres olvidados, que no perdidos, son: muela, ruejo, prepalo, biga, dado,
garzón, argolla, árbol, manzana, cerquillo, rodezno, rasera, palo, garrofones,
clavos, caminales, cordón, encajado, tolva, botana, canal, cercillo, aliviador,
adormidor, entabocado.
2014. Las piedras talladas no están. Quedan las firmas de bípedos y cuadrípedos. @cac |
Segundo.-
En esta misma época se
levantan unos peirones en los límites de las construcciones del lugar. En
muchos otros pueblos de esta zona han sido remozados y figuran como bienes
culturales a proteger. En Alfambra se conservan dos. El de San Roque y el de
San Antonio. Ahora resultaría difícil sacarlos del lugar en que se encuentran,
atrapados entre piedras y ladrillos. ¿Sería tan difícil asearlos?
Peirón de San Roque. Alfambra. Diciembre 2014. @cac |
Peirón de Santonio. Alfambra. Diciembre 2014. @cac |
San Antón merece un poco de aseo. @cac |
Peirón de San Roque un poco aseado. @cac. |
Piedra sillar de un peirón marcada en 1720. Semienterrada junto al cementerio. Alfambra Diciembre 2014. @cac. |
Son pequeños detalles.
Conocer la
historia y respetarla cuesta poco esfuerzo.
Basta con querer.
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