Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1 - YouTube
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Mar 26, 2010 - Uploaded by CantaRoable
Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1. CantaRoable ... Que hermosura de escena de NOBLEZ BATURRA ...
Cuando vuelva
de la siega
asómate a la ventana
que a un segador no le importa
que le dé el sol cara a cara.
Estos días,
con la bochornera sobre la espalda, ha acudido a mi memoria la copla cantada
por Imperio Argentina, reflejada en las imágenes retratadas por Enrique
Gaertrer en la película que se llamó “Nobleza baturra”.
Nunca me he
creído aquello de nobleza y menos aún lo de baturra. El título debió responder
a intereses de los topicazos de siempre entre unas y otras gentes de la
geografía hispana.
Sí he creído
siempre, y aún creo, en el esfuerzo de las gentes apegadas a la tierra como
medio para ganarse el pan generado por esas espigas que ondulan en las primeras
tomas de la película. Esas gentes de la tierra adentro, aragoneses de la tierra
seca, que han estado un día y otro mirando al cielo esperando la lluvia y
temiendo el pedrisco, esas gentes, digo, por fin, por estas fechas de los comienzos
de las calorinas sofocantes, echan a segar en el inicio de la recogida de la
mies.
Esas imágenes,
hoy, para los descendientes de esos campesinos, no tienen más sentido que el de
un tiempo pasado, desconocido. Hoy, esos mismos campos, igual de resequidos que
antaño, igual de feraces o empobrecidos que entonces, son cosechados en un
santiamén.
No estoy aquí
para decir que todo tiempo pasado fue mejor, ni para llenarme de nostalgia
irredenta. El campesino de entonces trabajaba con lo que tenía a mano, con los utensilios de que disponía.
Lo mismo que hacen los de ahora. Si a aquel le sirvieron, éste los necesita de
igual manera.
No estaría mal
que el de ahora (el de entonces ya no está) conociera esas imágenes mientras
dentro de su cabina en la parte alta de la cosechadora, con aire acondicionado,
ordenador a bordo y gepeese que le traza las coordenadas remitidas a quien le
traerá el depósito lleno de gasolina, no estaría mal digo, que además de acabar
la jornada dolorido, hambriento y sediento, llevara en su retina esas imágenes
que resumen su propia historia.
No hablo de
nostalgia, hablo de vida, de esfuerzo, del trabajo de entonces, ni más ni menos
como el de ahora, que aquí ni Dios regala nada y menos con la que nos sigue
cayendo un día y otro con estas gentes que
hicieron hipotecarse hasta ahogarse a veces, a esos que conducen esa
cosechadora, ese tractor, ese remolque a medio llenar que hará imposible el
pago de capital aumentado por los intereses que esos Bancos de la bancarrota
les han concedido.
Si ahora tienen
dificultades dinerarias, entonces no las tuvieron menos. Y en donde hoy son
maquinarias de diseño industrial entonces fueron herramientas añejas cuyos
nombres debiéramos conocer y que podemos observar en esas imágenes que se
deslizan como el trillo tirado por los mulos arreados por la mano y la voz de
Imperio Argentina.
Con el verbo
“cosechar” el campesino de hoy tiene el ciclo de la añada. El campesino de
entonces necesitaba unos cuantos más. Tenía que segar con hoz, dallar,
engavillar, atar los haces llamados fajos antaño, atrenalarlos en el bancal,
cargarlos en el carro, hacinarlos en la era, tender la parva, trillarla dando
vueltas y vueltas, tornearla, barrastrarla, aventarla y porgar los granos. Todo
eso es hoy “cosechar”.
Mientras el
campesino de hoy cosecha oyendo una emisora de radio o escuchando en la play la
grabación de su disjoky preferido, el de entonces sacudía la modorra de la
chicharrina sobre el trillo marcando el compás con el palo de la zurriaga y
cantaba aquello de
El que quiera trillar bien
que vaya siempre corriendo
a
los altos y a los bajos,
a las orillas y al medio.
Y ambos dos
acababan la jornada doloridos y contentos pensando en que mañana tengo que
levantarme temprano para engrasar los engranajes de la máquina, o en que tengo
que preparar el pienso en los pesebres de la cuadra porque los mulos acaban
cansinos de tanto dale y venga un día sí y otro también.
Y ambos dos se
acuesten derringados por la máquina o molidos como la misma parva y piensen,
cada uno a su manera, en la vieja jota cantada en la siega o en la trilla,
aquella que dice
Por la
mañana rocío,
a medio
día calor,
por la
tarde los mosquitos,
no
quiero ser labrador.
Los tiempos han
traído nuevas maneras para extraer de la tierra los frutos que no se dan sin
esfuerzo, sino con tesón, sin topicazos baturros. Los tiempos son distintos.
Tan distintos que es necesario conocerlos, saber que la tierra es la misma, que
las gentes son iguales que siempre, que habitan en estas extensiones de pegujales
sementeros muchas menos persona que entonces, que se tuvieron que ir hacia
ciudades donde ya la vida se ha puesto aún más difícil que aquí, que lo
hicieron por ser labradores sin tierra y que la poca que tenían la
malvendieron, que ahora quisieran tener un terruño y la casa de un su abuelo
que perdiera una batalla, que el que cosecha encima de la máquina o espera a la
sombra del remolque quisiera encontrar una moza como encontró su abuelo a su
abuela, que trabaja y trabaja y se mueve con su coche de un lugar a otro, que
hasta se acerca unos días a las fiestas, playeras o no, de aquí y de allá, que
sabe que faltan gentes, que este año ha sido el primero que se ha cerrado la
escuela, que hace veinte años que no ha nacido nadie aquí, que todo el mundo
tiene más conocimientos de las herramientas con que trabaja, que en el pueblo
casi todos son viejos que se van muriendo poco a poco y que para cuidarlos han
tenido que venir gentes de otras tierras lejanas, más lejanas de las que se
fueron sus familiares y que convendría que conocieran unos y otros una recia
jota que también cantaban sobre el trillo sus ancestros al ritmo cansino y sin
pausa de los mulos
Si mi madre fuera mora
y yo nacido en Argel,
renegara de Mahoma
sólo por volverte a ver.
Buscando la esperanza. @cac. |
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