miércoles, 2 de diciembre de 2015

Alfambra. Las palabras hacen la Historia.




          En ocasiones la mejor palabra es la que queda por decir.
       La Literatura convierte la palabra escrita en arte.
 En la vida diaria manejamos las palabras con mejor o peor fortuna, con prudencia o con imprudencia, con esmero o desmesura.
    Cuando quedan escritas en un periódico o en cualquier medio de comunicación son proclives a que la Historia se haga cargo de ellas y que, pasado el tiempo, sirvan como estudio donde quede reflejado y retratado su tono, su expresividad, su sutiliza, su agresividad, su realidad, su momento.

    Si uno se acerca a los archivos actuales y estudia los documentos en ellos depositados con la serenidad, la distancia y el conocimiento que se merecen, puede encontrar piezas lingüísticas como las que traigo impresos en los fotogramas que acompaño.

       Alfambra, ese pueblo de arcillas rojas, asentado en la baja ladera del cerro testigo de su antiguo castillo arruinado, a una treintena de kilómetros de Teruel, junto al río de su nombre, fue lugar entre septiembre de 1936 y febrero de 1938,  de sufrimientos brutales como consecuencia de aquella desgraciada y trágica guerra civil. "Entraban unos y salían otros, entraban unos y salían otros". Así me dijeron muchas gentes que padecieron tragedias irreparables hace ya años. Todos dejaron su huella trágica.
   Tres ejemplos: 

1.- El 18 de julio de 1936 era sábado. El 20, lunes, dos concejales elegidos democráticamente se acercaron hasta Teruel para recabar información en el Gobierno Civil. Nadie conoció la información recibida. Fueron fusilados por los sublevados contra la República. No pudieron hablar.
2.- Entre septiembre y octubre de 1936 los milicianos de la columna Torres Benedicto, llegados a estas tierras desde Valencia, fusilaron a catorce civiles, hombres y mujeres, alfambrinos.
3.- Durante la larga posguerra en este pueblo de nombre árabe los lugareños aguantaron sermones agresivos de voces incendiarias.

    En el Archivo histórico nacional pueden encontrar, quienes lo deseen, estos y muchos más documentos.
   Bajo el epígrafe de "Prensa roja" les traigo aquí tres documentos.
    Observen, conozcan, estudien la forma y la sustancia de las palabras en ellos impresa y la agresividad que transmiten, y quizás se sorprendan al saber que el número 1 del periódico VICTORIA, órgano de la C.N.T.-A.I.T se imprimió en Alfambra, en los talleres improvisados donde establecieron su cuartel general, en el caserón que fue en tiempos del siglo XVI de la familia heráldica de los Vicente, donde más adelante se convirtió en colegio para "niñas pobres" según testamento de Doña Ricarda Gonzalo de Liria y Blesa, donde hoy están albergados los pensionistas una vez remozado y adaptado el caserón de estilo renacentista aragonés.

    Las palabras no son inocuas y somos esclavos de ellas.

En otra ocasión traeré otras, de otras gentes, con otros tonos, de ideologías diferentes.

El original en A.H.N.

El original en A.H.N.

Reproducción del ejemplar del A.H.N.

     
Estúdiese como un ejemplo más de modelo lingüístico. Los hay de enésimos carices.
 

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