viernes, 24 de noviembre de 2017

Benedicto, El Cañi Zar Es y Casado Conquién o "Aquí no llueve ni pa dios".



Aquí no llueve ni pa dios. @cac.

¡Ay, chiquito!




 Benedicto, El Cañi Zar Es y Casado Conquién o Aquí no llueve ni pa dios.


Lumbreras que es uno.



Miá tú qué pareja estos dos. El uno que si no sé con quién está casado y el otro que paice un pavorrial con la cola extendida. Y que si recemos al brazo ese de la santa esa de Ávila que debe estar más podrido que el fiemo de mi paridera. Y el otro que si a dios porque aunque el padrenuestro no es de brujos el rezar hará que llueva. Mecagüenlá. Aquí ni dios hace caso. Sólo llueve cuando le da la gana. Así nos va. Ya ves tú, zagal.
Me lo ha soltado de un tirón Benedicto, mientras esperaba que se recogieran sus ovejas antes de empezar a subir la cuesta por el camino que se llega hasta El Covacho.
        A Benedicto, el zurdo, ya empiezan a pesarle las espaldas después de toda una vida metido hasta el garganchón en el dale y venga de guardar el ganado un día y otro y otro también.
        Benedicto, el zurdo, ha heredado el mote de su padre y aun de su abuelo. No hubo manera, todos salieron zurdos y todos pastores de ovejas.
        A Benedicto la sacudía el maestro de su pueblo todos los días con el puntero de carrasca. Todos los días antes de entrar en la escuela cuando cantaban el “cara al sol”, aunque fuera con niebla, le sacudía.
        Benedicto siempre tiraba hacia arriba su brazo izquierdo cuando había que vocear los gritos de arribaspaña. Y siempre le caía el punterazo. Que con la izquierda no, animal, que no aprenderás en tu vida.
       Hasta que una mañana, allá por cuando tenía doce años, después del estacazo dijo “hasta aquí hemos llegao”.
        Agarró su libreta y su catón y ya no volvió más a pisar la ecuela. Se fue junto al ribazo de la acequia grande, recogió unos granos de la boja seca de la otoñada, los fue envolviendo con las hojas manoseadas del catón que se sabía de memoria y en un par de días de se las fumó. Desde entonces Benedicto, el zurdo, no ha parado de fumar.
        ¿Tú no has fumao en tu vida, verdá zagal? Así estás tú. Y ahora has venido aquí un poco tardío. Ya ves que no quedan casi hojas en los árboles, que ya están todas en el suelo, que ya han arreao un par de noches que se hiela el agua en el bebedero de las gallinas. Y ya no sé hacia qué lugar tengo que ir con las ovejas porque ni sé cuánto tiempo lleva sin llover. Los tomarros están secos y las capitanas se han llenado de espinas y tampoco las quieren. Ya ves que las ovejas aún salen pitas del corral pero vuelven a la noche encogidas, con el rabo entre el culo, encabezadas hacia el pesebre porque no pueden comer en todo el día. La madre que parió a este tiempacho.
        Y ahora, antes de salir de casa, he visto de refilón en la televisión esa de los cojones, al pavorrial ese y al cantamañanas  que decía no sé qué del brazo de la santa.
        ¿Este tontilán siempre va con la corbata puesta o qué? ¿Y el otro? El que paice un pavorrial con cresta y todo ¿de dónde habrá sacado la sabanaza?
        ¿Son de verdad o están ahí como los santocristos que tenemos en la iglesia del lugar? ¿Esa teja de la cabeza es para paicer más alto? Porque paice que es más pequeñico que la burra del chato peruto.
        ¿Y estos cómo mean? ¿Con la suya?
        Ya se podrían venir hoy con mí y aguantar el cierzo. Con un día los traía fundidos. ¿Qué sabrán lo que es parir una oveja? Seguro que no les han salido nunca sabañones en las orejas. ¿A que no han visto una remolacha en su vida? ¿Tú sabes si se la cascan o no se la cascan? Ya te digo que no saben ni han visto un par de albarcas en su vida. Zapaticos sí. Ya les daría yo a sus zapaticos andando entre estas piedras. Con esas manos podrá atarse bien el nudo de la corbata pero no tendrá lo que hay que tener para sacarles las garrapatas a las ovejas. Seguro que han almorzao bien sentaos y aquí me las den todas. Ellos se pierden unas buenas sopas de ajo y una chorritada de aceite. ¿Rezar dicen estos? Ya le valdría a San Pedro entrar la cagalera y que lloviese chuzos de punta. Ya están hechos buenos magos, ya. Fíjate, desaparecen los dineros y no dejan ni rastro. Ellos tienen perras y nosotros vivimos aperreaos. Ya les daría yo, ya. Pal monte conmigo, aguantando el cierzo y la helada. Con un par de días seguro que tenían bastante. Y luego que recen, pero con la boca parriba. Seguro que entonces les cae el escupitajo en la cara. ¿No querían agua? Pues que saquen los santos en procesión a ver si les hacen caso. Estos tienen morro fino. ¿A que no saben dónde tienen los dientes las ovejas, arriba o abajo? Lo dicho, morro fino, eso es lo que tienen.
        Hala, ahí te quedas, zagal que ya ves que tengo a las ovejas espanadas. Me voy parriba. Lo dicho, escupe hacia arriba y verás que el salivazo te moja la cara.
        Y luego no me vengas diciendo que tengo más rasmia que un capazo espartero.

Como no coman piedras...


1 comentario:

  1. Ya vi el calambur que pusiste en mi publicación "Cani zar es" pero no había leído tu relato.Escribo aquí porque cerre la cuenta de facebook.

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