Dos días a la semana tengo clase de español con un grupo de mujeres inmigrantes. Son personas marroquíes, argelinas, tunecinas y gambianas. Vienen a clase acompañadas con sus bebés después de dejar a sus otros hijos en el colegio. Algunas tienen que caminar durante media hora para acudir a clase.
Son musulmanas y todas vienen ataviadas con hiyab, con su pañuelo a la cabeza, como indica el Corán. Todas llegaron a España después que sus maridos estuvieran trabajando aquí. Todas han sido madres de nuevo aquí. Todas viven en precario porque sus maridos se han quedado sin trabajo o de cuando en cuando les sale algún remiendo. Se les ha agotado el paro y a algunas hasta el subdidio que tan sólo dura dos meses. Y ahí están tratando de construir sus frases en español correcto, conjugando los verbos en los tiempos correspondientes y ampliando el vocabulario.
Tienen las mismas dificultades para vivir que millones de familias tenemos. ¿Hay alguna familia que no tenga alguien sin trabajo?
Hablan de su familia lejana en sus lugares de origen, de los hijos que se les murieron, de su cultura, de su religión. Y sonríen. Y nos reímos.
Cuando regreso a casa recuerdo a mi abuela siempre con su pañuelo a la cabeza y sus sayas largas y su mantilla como un hiyab cuando iba a misa. Y a mi madre, de riguroso luto hasta dos años después de morir mis abuelos, también con su pañuelo anudado como otro hiyab. Y recuerdo cómo tronaban desde el púlpito los curas de Alfambra y Orrios hace cincuenta años, cuando veían entrar en la iglesia por acudir a misa a una mujer sin velo, o sin medias, o con manga corta.
Y recuerdo nuestra cultura de hoy inexplicable sin el ayer, como descendientes que somos de aquellos almohades y almogávares que nos dejaron su trabajo y sus formas de vida. Y hasta tantas y tantas palabras como el nombre de nuestro pueblo y el de nuestros ancestros: Alfambra.
Lo recuerdo sacudido por este cierzo helador, mientras camino llevando en la mano el cuadro caligrafiado del nombre de Alfambra en árabe que me han regalado y colocaré en mi biblioteca.
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