jueves, 2 de julio de 2015

Cuando vuelva de la siega, asómate a la ventana.


 


 
 






Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1 - YouTube

www.youtube.com/watch?v=EKqWSNQrWyY
Mar 26, 2010 - Uploaded by CantaRoable
Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1. CantaRoable ... Que hermosura de escena de NOBLEZ BATURRA ...


    Cuando vuelva de la siega
asómate a la ventana
que a un segador no le importa
que le dé el sol cara a cara.

     Estos días, con la bochornera sobre la espalda, ha acudido a mi memoria la copla cantada por Imperio Argentina, reflejada en las imágenes retratadas por Enrique Gaertrer en la película que se llamó “Nobleza baturra”.
     Nunca me he creído aquello de nobleza y menos aún lo de baturra. El título debió responder a intereses de los topicazos de siempre entre unas y otras gentes de la geografía hispana.
    Sí he creído siempre, y aún creo, en el esfuerzo de las gentes apegadas a la tierra como medio para ganarse el pan generado por esas espigas que ondulan en las primeras tomas de la película. Esas gentes de la tierra adentro, aragoneses de la tierra seca, que han estado un día y otro mirando al cielo esperando la lluvia y temiendo el pedrisco, esas gentes, digo, por fin, por estas fechas de los comienzos de las calorinas sofocantes, echan a segar en el inicio de la recogida de la mies.
   Esas imágenes, hoy, para los descendientes de esos campesinos, no tienen más sentido que el de un tiempo pasado, desconocido. Hoy, esos mismos campos, igual de resequidos que antaño, igual de feraces o empobrecidos que entonces, son cosechados en un santiamén.
  No estoy aquí para decir que todo tiempo pasado fue mejor, ni para llenarme de nostalgia irredenta. El campesino de entonces trabajaba con lo que tenía  a mano, con los utensilios de que disponía. Lo mismo que hacen los de ahora. Si a aquel le sirvieron, éste los necesita de igual manera.
  No estaría mal que el de ahora (el de entonces ya no está) conociera esas imágenes mientras dentro de su cabina en la parte alta de la cosechadora, con aire acondicionado, ordenador a bordo y gepeese que le traza las coordenadas remitidas a quien le traerá el depósito lleno de gasolina, no estaría mal digo, que además de acabar la jornada dolorido, hambriento y sediento, llevara en su retina esas imágenes que resumen su propia historia.
 No hablo de nostalgia, hablo de vida, de esfuerzo, del trabajo de entonces, ni más ni menos como el de ahora, que aquí ni Dios regala nada y menos con la que nos sigue cayendo un día y otro con estas gentes que  hicieron hipotecarse hasta ahogarse a veces, a esos que conducen esa cosechadora, ese tractor, ese remolque a medio llenar que hará imposible el pago de capital aumentado por los intereses que esos Bancos de la bancarrota les han concedido.
 Si ahora tienen dificultades dinerarias, entonces no las tuvieron menos. Y en donde hoy son maquinarias de diseño industrial entonces fueron herramientas añejas cuyos nombres debiéramos conocer y que podemos observar en esas imágenes que se deslizan como el trillo tirado por los mulos arreados por la mano y la voz de Imperio Argentina.
   Con el verbo “cosechar” el campesino de hoy tiene el ciclo de la añada. El campesino de entonces necesitaba unos cuantos más. Tenía que segar con hoz, dallar, engavillar, atar los haces llamados fajos antaño, atrenalarlos en el bancal, cargarlos en el carro, hacinarlos en la era, tender la parva, trillarla dando vueltas y vueltas, tornearla, barrastrarla, aventarla y porgar los granos. Todo eso es hoy “cosechar”.
  Mientras el campesino de hoy cosecha oyendo una emisora de radio o escuchando en la play la grabación de su disjoky preferido, el de entonces sacudía la modorra de la chicharrina sobre el trillo marcando el compás con el palo de la zurriaga y cantaba aquello de
                 El que quiera trillar bien
                 que vaya siempre corriendo
                 a los altos y a los bajos,
                 a las orillas y al medio.
                 
            
                                                           
 Y ambos dos acababan la jornada doloridos y contentos pensando en que mañana tengo que levantarme temprano para engrasar los engranajes de la máquina, o en que tengo que preparar el pienso en los pesebres de la cuadra porque los mulos acaban cansinos de tanto dale y venga un día sí y otro también.
 Y ambos dos se acuesten derringados por la máquina o molidos como la misma parva y piensen, cada uno a su manera, en la vieja jota cantada en la siega o en la trilla, aquella que dice
           Por la mañana rocío,
           a medio día calor,
           por la tarde los mosquitos,
           no quiero ser labrador.


  Los tiempos han traído nuevas maneras para extraer de la tierra los frutos que no se dan sin esfuerzo, sino con tesón, sin topicazos baturros. Los tiempos son distintos. Tan distintos que es necesario conocerlos, saber que la tierra es la misma, que las gentes son iguales que siempre, que habitan en estas extensiones de pegujales sementeros muchas menos persona que entonces, que se tuvieron que ir hacia ciudades donde ya la vida se ha puesto aún más difícil que aquí, que lo hicieron por ser labradores sin tierra y que la poca que tenían la malvendieron, que ahora quisieran tener un terruño y la casa de un su abuelo que perdiera una batalla, que el que cosecha encima de la máquina o espera a la sombra del remolque quisiera encontrar una moza como encontró su abuelo a su abuela, que trabaja y trabaja y se mueve con su coche de un lugar a otro, que hasta se acerca unos días a las fiestas, playeras o no, de aquí y de allá, que sabe que faltan gentes, que este año ha sido el primero que se ha cerrado la escuela, que hace veinte años que no ha nacido nadie aquí, que todo el mundo tiene más conocimientos de las herramientas con que trabaja, que en el pueblo casi todos son viejos que se van muriendo poco a poco y que para cuidarlos han tenido que venir gentes de otras tierras lejanas, más lejanas de las que se fueron sus familiares y que convendría que conocieran unos y otros una recia jota que también cantaban sobre el trillo sus ancestros al ritmo cansino y sin pausa de los mulos
                    Si mi madre fuera mora
                      y yo nacido en Argel,
                      renegara de Mahoma
                      sólo por volverte a ver.
Buscando la esperanza. @cac.

    


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