martes, 1 de septiembre de 2015

Alfambra. Los "Cachaza" en Santa Ana. 2015







Ocho "cachazas" en la ermita de Santa Ana. @cac.


     Ahí están ocho de los que son, porque no están todos los que son. En éste sábado veintinueve último de agosto, convocados a la cita de estos últimos ocho años, en la ermita de Santa Ana, se reunieron diez de los diecinueve adultos vivos, nietos que fueron del abuelo Nicolás Crespo y Leonor Jarque.
    Con todas las diferencias individuales que pueda haber entre éllos, tienen algo en común y es que son “cachazas”, porque “Cachaza” es el apodo, el mote, con que siempre nombraron a su abuelo y eso, en esencia, es lo que les une y lo que vale.
         Se reúnen, los que pueden, con sus parejas, una vez al año, y lo hacen aquí, en esta ermita de Santa Ana ahora remozada.
La ermita de santa Ana. @cac.

   Aquí vinieron en romería, y aún vienen el segundo sábado de junio los alfambrinos, como lo hicieron sus antepasados, por honrar a la santa nombrada, compartir alimentos y empinar el codo alzando el barral o la bota si la hubiere.

 
La ermita vista  desde el pilón de Santa Ana. @cac.


   Desde el pilón que marcó en tiempo los caminos mirando al sur con el sol de la tarde, donde los antepasados de estos “cachazas” hincaron sus estandartes como símbolo foral otorgado a aquel cruzado iluminado llamado Rodrigo, llegado desde las lejanas tierras lucenses de Sarria, se enmarca la ermita, entre las soledades de la tierra rojiza que en la añada triguera ya rindió la espiga, poca y cuasi vacía en esta cosecha.

El pilón marca el  territorio. @cac.

  Desde este pilón se domina todo el territorio donado por el rey aragonés Alfonso II a este conde cruzado guerrero como premio a su valor destructor en la batalla que asoló el castillo de Milagro, en tierras situadas al sur de la Navarra actual.  Le donó las propiedades signadas en la “carta puebla” de rigor y en el “Fuero” correspondiente que escribió sobre pergamino a finales del siglo XII nominado como “éste es el padrón de Alfambra”.

 
La ermita con el sol poniente desde el inicio de la rambla de Juan Pérez. @cac

   Cuando cae la tarde “los cachazas” abandonan la ermita, se despiden con un abrazo y se citan para el próximo año. Vendrán otra vez desde Valencia, desde Teruel, desde Zaragoza, desde las costas de Lugo, desde el propio lugar de Alfambra, los lugares donde la vida les llevó en busca del sustento. Volverán, y un año y otro, recordarán lo que les unió y les une para siempre: el abuelo, la casa, los juegos cuando niños, las risas entreveradas de trastadas, las caras lejanas de unos tiempos pasados transidos de una nostalgia alegre.



   

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