martes, 27 de marzo de 2018

Ni laicos ni aconfesionales.



De rodillas y a tus pies. El hombre de negro nos vigila. La España de 1950.



La  tierra baja aragonesa retumba a mamporrazo limpio con sus tambores y bombos.
Sevilla es una fiesta de caperuzos, costaleros membrudos, majas con mantilla y peinetas, churros con chocolate, tricornios charolados junto a los capataces de “arriba mis valientes” en las “levantás”,  y saetas que hieren con sus ayes lastimeros.
                Málaga desfila al paso saltarín de los gallos paquetones de la legión mientras la cabra loca de su emblema se pasma lela al canto y grito de los novios de la muerte.
                Castilla se enroca en sus torres almenadas y contempla el paso marcado por los putuntunes de tierras lejanas.
                Cataluña se rasga las vestiduras ante en cerco de Waterloo, mientras los chiringuitos y restaurantes de sus playas agarran su primer agosto a costa de los mesetarios que colapsaron las rescatadas autopistas de los peajes ladrones.
                Las estaciones de esquí abren las últimas ofertas en su final de temporada ajenas a los chanchullos de las políticas cutres en su horterada llena de manantiales cifuentes sin gota.
        Francisco, en Roma, se abraza a una cruz llena de cristos sirios en dispersos campos de concentración, africanos sin país masacrados por las miserias de las gentes opulentas, manteros perseguidos, niños famélicos, mujeres y hombres a quienes no les alcanza su pensión para poder comer.
     Los corruptos putrefactos, ladrones, parlanchines, mentirosos, falsificadores urbi et orbi et ad latera, rompetechos sin clemencia, manejan su dentadura de conejos mequetrefes en sus madrigueras.
                En los lugares más recónditos de la España obligada al ir y venir de la emigración de los años sesenta del siglo pasado reinventan las raíces de sus ancestros sin conocer la historia de quienes, cuando sus abuelos, confesaban, comulgaban, ganaban el cielo póstumo prometido por curas montaraces, mientras maldecían un día sí y otro también, aquella España de albarcas y boinas llena de hambre sometida a los oficios de tinieblas de la semana que llamaban santa.
           Les dejo dos documentos de cuando entonces fuimos adoctrinados.

         Seguimos en la trágica mojiganga.

A doctrina limpia, sí señor.

Hombre y mujeres ¡¡¡a confesar y a comulgar!!!

      
             

SEMANA SANTA EN ESPAÑA - RTVE.es

www.rtve.es/alacarta/videos/...b-n/semana-santa.../2847705/
SEMANA SANTA EN ESPAÑA,
               

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