miércoles, 20 de febrero de 2019

Salgo de túnel de Canfranc ... y el dinosaurio aún sigue aquí.




En Toulouse.




      



     De nuevo en Toulouse. Otra vez en la ciudad rosa. En la zona de la Universidad Paul Sabatier. En la loma de una colina atiendo las necesidades familiares que han llevado a uno de mis nietos al hospital Larrey, mientras remite su fiebre y el oxígeno regenera su parénquima atacado.

            Con el sol de la tarde observo desde una ventana los saltos eléctricos de un par de ardillas volando entre los pinos. Tomo el autobús que desciende esta colina bordeando los jardines boscosos del Lycée Bellevue, me sumerjo en el metro, bastantes paradas después asciendo las escaleras hasta el boulevard Jean Jaurés, camino hacia la place Capitol, siempre llena de sol, en donde emergen los edificios construidos con ladrillos rosáceos.

            A la hora del mediodía las calles que acceden a la misma plaza están bloqueadas con tanquetas, camiones cisterna y tocineras entre las que caminan gendarmes bien pertrechados de polainas, coderas, hombreras, chalecos y armas terciadas sobre sus potentes pechos. Es sábado y todos los sábados desde hace un par de meses esperan a los chalecos amarillos infiltrados de elementos que rompen cuando pueden las cristaleras de los comercios de alrededor.

Los gendarmes no se andan con caricias y reparten palos y manguerazos manifestando la apertura política de un Macron reaccionario.

La calle del Taur aún no está cerrada. Siempre que llego a Toulouse camino por ella flanqueado por librerías antiguas, con estanterías repletas de tesoros bibliográficos.

            Camino desde Capitol hasta San Serenin. La calle es estrecha, recta y no alcanza los trescientos metros. Casi al final de la misma, en la parte izquierda hacia San Serenin, un edificio que ahora alberga la cinemateca y diversas actividades culturales, una lápida marmórea muestra con letras marcadas en rojo que aquí, en este edificio que conserva los mismos rotulados números entonces y ahora, justo en este lugar de la calle Taur, se instaló durante la dictadura franquista la sede del Partido solcialista obrero español y de la Unión general de trabajadores.
Saint Serenin. Toulose. foto cac.






Fotografío la fachada hoy, me adentro en el patio interior de esta casona histórica marcada por abundantes dependencias de distintos signos culturales. Rememoro la historia del exilio republicano español también marcado sobre la fachada de la gare de Oloron sainte Marie. Allí se habla de la retirada y aquí de la acogida, justo en esta calle del Taur, rotulada también por el camino de Santiago, donde los peregrinos se detenían en el acogedor templo románico de este espléndido Saint Serenin, erguido hacia un insinuante gótico apreciado en sus columnas interiores y en su airosa torre.

Camino a su alrededor, rememoro historias medievales, peregrino por el arte asentado sobre la piedra, el ladrillo y las pétreas columnas y a través de sus ojivas ajimezadas, pienso en la libertad peregrina y dolida de los refugiados españoles que aquí tuvieron acogida, observo la inscripción grabada sobre la fachada de la calle del Taur números 69 y 71, y siento dentro de mí las palabras que repiten y repiten algunos mequetrefes botarates de la politicastra española, otra vez plagada de toros y panderetas que agitan las anunciadas elecciones, cacareando de nuevo ciertas gallinas que quieren ser gallitos en un corral que sigue oliendo a femera, donde como decía mi sabia abuela “aquí el que más chifla … capador”.

            Volveré de nuevo por el hermoso valle de Aspe, comprobaré la llegada del tren hasta Bedous, veré cómo se ha despejado ya la antigua vía canfranera, cruzaré el túnel del Somport, me dará de nuevo el sol de la tarde en la cara y me quedaré deslumbrado, a ciegas por el raca y raca de banderita tú eres linda proclamada por la voxística España del triunvirato trifascio en la plaza madrileña de la testosterona colonialista.

Cuando abro los ojos el león dormido de Oroel me recuerda que el dinosario todavía sigue allí, en el valle donde en tiempos colgaban a los moros, en Cuelgamuros, a los pies de una cristo yacente.



   Con Valle Inclán “me quito el cráneo” y oigo a uno de de sus personajes carraspear con voz cazallera aquello de “ehtá buena Ehpaña”.

Calle Taur número 71. Toulouse. foto cac.

Los vehículos de la gendarmería bloquean la place Capitol. Toulouse. foto cac.

Calle del Taur. Toulouse. foto cac,

Toulouse. En el camino a Santiago. foto cac.

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