viernes, 17 de julio de 2015

Era más que Dios


Foto de Guadalupe Ferrández Sancho.
Andorra (Teruel) recibe a Franco en 1953







   Pues sí. Franco en aquel inicio del verano de 1953 era más que Dios. Franco era Franco y Sanseacabó.
   Esta fotografía aparecida en “Fotos antiguas de Aragón” que ha servido como motivo para el artículo de Joaquín Carbonell trae a mi memoria justo aquel inicio del tórrido verano del 53.
  Aquel verano comenzó con el final del curso escolar. Tenía yo entonces siete años. Hoy los recuerdos son pocos. Conservo tres fogonazos tan sólo.
  En el primero me veo buscando palos entre las ramas de los chopos en la riera. Los más pequeños ni siquiera sabíamos cortarlos. Otros zagales  habían conseguido hasta que el carpintero les alijara uno bien recto. Habíamos estado días y días pegando papeles “royos y amarillos”, decíamos. El maestro nos machacaba con que tuviéramos cuidado que aquellos papeles eran de seda y que formaban la bandera “roja y gualda”. Y nosotros veíamos tres colores y eran “el royo, el amarillo y el royo”. Y el gualda aquel nos recordaba sólo a una hierba que llamábamos mielga y que tenía un olor tan desagradable como su nombre. Pero andábamos revueltos todo el día y no pensábamos más que en nuestras banderas y en aquel nombre que sonaba “Franco, Franco, Franco Arriba España” cuando terminábamos de cantar aquel “Cara al sol” de todos los días tras la jornada de la escuela.
  En el segundo estoy tumbado sobre un ribazo entre dos bancales en barbecho. Llevamos ya no sé cuánto tiempo y por aquí no pasa nadie. No sé a qué hora hemos salido del pueblo. Desde este cruce con la carretera de Teruel a Alcañiz tenemos tres quilómetros hasta el pueblo. No sé cómo hemos venido, supongo que andando porque no recuerdo ningún mulo. Hemos subido por la senda iniciada en el molino de la maquila por hacer más corto el camino. La gente mayor también se impacienta y los de la camisa azul con el escudo arañado de trazos rojos dicen que ya llegará, que seguro que viene, que el Caudillo tiene muchas cosas que hacer y que pasará, seguro que pasará. Un par de hombres han sujetado mejor las vigas de chopo hincadas verticales en las cunetas para que aguanten mejor la enramada que enmarca entre colores, otra vez royos y amarillos, las letras bien grandes escritas en el centro que dicen “Franco, Franco, Franco Arriba España”. Es el arco, el arco de triunfo pienso ahora, del que nos ha hablado un día y otro el señor maestro en la escuela y del que han repetido en casa, una y otra vez, que si bien grande, que las mejores vigas, que otro día perdido, que si tenemos que regar, que Franco va a inaugurar no sé qué, que tendremos mejor luz con la central que se pondrá en marcha en Aliaga, que si no sé qué más y que dale y venga.
  El tercero es un fogonado centelleante. Alguien grita desde  el puente de Las Canales por el que nunca llegó a circular el ferrocarril hasta Alcañiz, que ya vienen los motoristas, que preparados, que ya está aquí, que viene, que viene.  Y al grito me levanto del suelo, achicharrado ya por sol del mediodía, con ganas de echar un trago del tonel en el que ya no queda ni gota. Echo a correr y cuando llego hasta el arco de triunfo alguien dice que es él, que va ahí dentro, que lo ha visto, que ha levantado la mano. Yo sólo acierto a ver un coche negro, como una cucaracha gigante, que se escabulle y desaparece ya camino hacia Perales, por una carretera que estos días ha ido parcheando con zahorra recogida con los cestos mimbreros  el caminero, quien ahora se pone otra vez la gorra y levanta un tanto los hombros sin decir nada ni qué. Tan sólo les ha dado tiempo a las mujeres enlutadas, a los hombres con sus chaquetas de pana y a los vestidos con su camisa azul violado, a levantar el brazo a la manera de las legiones romanas y a gritar aquel “Franco, Franco, Franco Arriba España” que tan sólo las gentes desplazadas desde Orrios hemos oído.
   Con el tiempo sabré que esto mismo se ha repetido a lo largo de todo el camino hasta Andorra o hasta Belchite o hasta Alcañiz, que no sé adónde iba el invicto caudillo. Los de Tortajada, Villalba Baja, Cuevas Labradas, Peralejos, Alfambra, Orrios, Perales, Cañada Vellida, Fuentes Calientes, Galve, los pueblos de la Val de Jarque, los de El Esquinazo, los de San Just, los mineros de Montalbán y Utrillas… todos, todos han salido hasta la carretera bacheada y parcheada ahora por la zahorra encestada de los peones camineros, y todos se han quedado con el brazo alzado con retraso mirando cómo la cucaracha rodante se marcha sin decir ni mú.
   El artículo de Joaquín Carbonell me lo ha recordado. ¿Qué vino a hacer por aquí el invicto Caudillo? ¿Aquello de las Regiones devastadas? ¿La Central térmica de Andorra? ¿El Belchite reconstruido sin alma con el cuerpo y el alma esforzados de los esclavizados presos? ¿La Central térmica de Aliaga que estos días he enseñado a mis nietos que empiezan a entender la Historia que a mí nunca me explicaron?


 
Central térmica de Aliaga, julio de 2015. @cac.

Mis nietos mayores delante de la térmica desmantelada de Aliaga. julio 2015.


Franco llega a las minas de Andorra en 1953. En aquellos turbios años de la posguerra todo se celebraba con el ondear de banderitas de papel de seda.
Todos los hombres de la comarca tuvieron que acudir a recibir con entusiasmo a Franco - Foto: ALEJANDRO MERLETI.
http://www.elperiodicodearagon.com/…/banderitas-seda_873871…

jueves, 2 de julio de 2015

Cuando vuelva de la siega, asómate a la ventana.


 


 
 






Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1 - YouTube

www.youtube.com/watch?v=EKqWSNQrWyY
Mar 26, 2010 - Uploaded by CantaRoable
Imperio Argentina - Nobleza baturra - 1. CantaRoable ... Que hermosura de escena de NOBLEZ BATURRA ...


    Cuando vuelva de la siega
asómate a la ventana
que a un segador no le importa
que le dé el sol cara a cara.

     Estos días, con la bochornera sobre la espalda, ha acudido a mi memoria la copla cantada por Imperio Argentina, reflejada en las imágenes retratadas por Enrique Gaertrer en la película que se llamó “Nobleza baturra”.
     Nunca me he creído aquello de nobleza y menos aún lo de baturra. El título debió responder a intereses de los topicazos de siempre entre unas y otras gentes de la geografía hispana.
    Sí he creído siempre, y aún creo, en el esfuerzo de las gentes apegadas a la tierra como medio para ganarse el pan generado por esas espigas que ondulan en las primeras tomas de la película. Esas gentes de la tierra adentro, aragoneses de la tierra seca, que han estado un día y otro mirando al cielo esperando la lluvia y temiendo el pedrisco, esas gentes, digo, por fin, por estas fechas de los comienzos de las calorinas sofocantes, echan a segar en el inicio de la recogida de la mies.
   Esas imágenes, hoy, para los descendientes de esos campesinos, no tienen más sentido que el de un tiempo pasado, desconocido. Hoy, esos mismos campos, igual de resequidos que antaño, igual de feraces o empobrecidos que entonces, son cosechados en un santiamén.
  No estoy aquí para decir que todo tiempo pasado fue mejor, ni para llenarme de nostalgia irredenta. El campesino de entonces trabajaba con lo que tenía  a mano, con los utensilios de que disponía. Lo mismo que hacen los de ahora. Si a aquel le sirvieron, éste los necesita de igual manera.
  No estaría mal que el de ahora (el de entonces ya no está) conociera esas imágenes mientras dentro de su cabina en la parte alta de la cosechadora, con aire acondicionado, ordenador a bordo y gepeese que le traza las coordenadas remitidas a quien le traerá el depósito lleno de gasolina, no estaría mal digo, que además de acabar la jornada dolorido, hambriento y sediento, llevara en su retina esas imágenes que resumen su propia historia.
 No hablo de nostalgia, hablo de vida, de esfuerzo, del trabajo de entonces, ni más ni menos como el de ahora, que aquí ni Dios regala nada y menos con la que nos sigue cayendo un día y otro con estas gentes que  hicieron hipotecarse hasta ahogarse a veces, a esos que conducen esa cosechadora, ese tractor, ese remolque a medio llenar que hará imposible el pago de capital aumentado por los intereses que esos Bancos de la bancarrota les han concedido.
 Si ahora tienen dificultades dinerarias, entonces no las tuvieron menos. Y en donde hoy son maquinarias de diseño industrial entonces fueron herramientas añejas cuyos nombres debiéramos conocer y que podemos observar en esas imágenes que se deslizan como el trillo tirado por los mulos arreados por la mano y la voz de Imperio Argentina.
   Con el verbo “cosechar” el campesino de hoy tiene el ciclo de la añada. El campesino de entonces necesitaba unos cuantos más. Tenía que segar con hoz, dallar, engavillar, atar los haces llamados fajos antaño, atrenalarlos en el bancal, cargarlos en el carro, hacinarlos en la era, tender la parva, trillarla dando vueltas y vueltas, tornearla, barrastrarla, aventarla y porgar los granos. Todo eso es hoy “cosechar”.
  Mientras el campesino de hoy cosecha oyendo una emisora de radio o escuchando en la play la grabación de su disjoky preferido, el de entonces sacudía la modorra de la chicharrina sobre el trillo marcando el compás con el palo de la zurriaga y cantaba aquello de
                 El que quiera trillar bien
                 que vaya siempre corriendo
                 a los altos y a los bajos,
                 a las orillas y al medio.
                 
            
                                                           
 Y ambos dos acababan la jornada doloridos y contentos pensando en que mañana tengo que levantarme temprano para engrasar los engranajes de la máquina, o en que tengo que preparar el pienso en los pesebres de la cuadra porque los mulos acaban cansinos de tanto dale y venga un día sí y otro también.
 Y ambos dos se acuesten derringados por la máquina o molidos como la misma parva y piensen, cada uno a su manera, en la vieja jota cantada en la siega o en la trilla, aquella que dice
           Por la mañana rocío,
           a medio día calor,
           por la tarde los mosquitos,
           no quiero ser labrador.


  Los tiempos han traído nuevas maneras para extraer de la tierra los frutos que no se dan sin esfuerzo, sino con tesón, sin topicazos baturros. Los tiempos son distintos. Tan distintos que es necesario conocerlos, saber que la tierra es la misma, que las gentes son iguales que siempre, que habitan en estas extensiones de pegujales sementeros muchas menos persona que entonces, que se tuvieron que ir hacia ciudades donde ya la vida se ha puesto aún más difícil que aquí, que lo hicieron por ser labradores sin tierra y que la poca que tenían la malvendieron, que ahora quisieran tener un terruño y la casa de un su abuelo que perdiera una batalla, que el que cosecha encima de la máquina o espera a la sombra del remolque quisiera encontrar una moza como encontró su abuelo a su abuela, que trabaja y trabaja y se mueve con su coche de un lugar a otro, que hasta se acerca unos días a las fiestas, playeras o no, de aquí y de allá, que sabe que faltan gentes, que este año ha sido el primero que se ha cerrado la escuela, que hace veinte años que no ha nacido nadie aquí, que todo el mundo tiene más conocimientos de las herramientas con que trabaja, que en el pueblo casi todos son viejos que se van muriendo poco a poco y que para cuidarlos han tenido que venir gentes de otras tierras lejanas, más lejanas de las que se fueron sus familiares y que convendría que conocieran unos y otros una recia jota que también cantaban sobre el trillo sus ancestros al ritmo cansino y sin pausa de los mulos
                    Si mi madre fuera mora
                      y yo nacido en Argel,
                      renegara de Mahoma
                      sólo por volverte a ver.
Buscando la esperanza. @cac.

    


domingo, 28 de junio de 2015

Mis manos, lo único que tengo

Estas son mis manos, lo único que tengo






      El fotógrafo había cubierto la puerta del corral que daba a la curva de La Callejuela. Eran las fiestas de finales de Julio. Algunos aún no habían terminado la siega, otros andaban ya con el acarreo de la mies. Al lado, en la Plaza-Lonja, un acordeón marcaba el ritmo del pasodoble con el que bailaban los mozos y las mozas. La abuela llevó de la mano a sus nietos. La madre los vistió en un santiamén con las mejores ropas que tenían. El fotógrafo les dijo que mirasen a la cámara negra así y así. Se puso dentro de la caja tapada con el paño negro. Apretó la pera y, al rato, ya se veía el retrato tomando forma en el pozal con agua nitratada.
         El tiempo ha ido rasgando la fotografía, como ha ido dando rasgos personales a la vida.
      El nieto vestido de blanco debe tener ahí unos tres años. Mira a la cámara con ojos de sorpresa, abiertos hacia un mundo desconocido, con las manos dispuestas a tomar el tiempo de sus juegos.
         El otro nieto debe rondar los siete años. Le han hecho poner una camisa blanca y encima una chaqueta de no se sabe quién. El fotógrafo le ha dicho que apoye una mano sobre la rodilla de su abuela y que la otra la ponga en su bolsillo. Mira a la cámara porque así se lo han indicado. Parece como si estuviera pensando en otras cuitas. "Esto del posar no es para mí."
           La abuela es quien ha querido retratarse con sus nietos. ¿Para que quede su recuerdo? ¿Porque es una manera de tenerlos mirándolos luego en el silencio de los días retratados? Porque los quiere, sin más. Porque ser abuela es manifestar algo especial que se transmite en ocasiones con afectos íntimos llenos de silencios.
           La abuela, con su toquilla negra tejida por ella misma dando puntadas a las agujas, con su cara reflejo de la vida que le ha ido surcando el día a día, labrada por los tiempos y el esfuerzo deja caer sus manos, como sarmientos leñosos encallecidos por el venga y dale del trabajo diario de la vida. 


 Estas son mis manos, es lo único que tengo y es lo que os dejo.



En Orrios (Teruel)
Hacia 1952.
La abuela: Novata Minguijón Villalba
Los nietos: Felipe (de blanco) y Clemente Alonso Crespo.-



viernes, 19 de junio de 2015

Aznemos el camino un par de ratos juntos



         Entre mis papeles he encontrado a este "yupi" escrito y descrito más abajo. Miro la fecha en que le dí a las teclas por entonces y lleva la indicación de hace veinte años, 1995. ¿A quién me encontraría por la calle para que se me ocurriera describir con "palabritas de salón de terno florido?
        ¡Je, je! qué risa la de entonces. En dónde estaban ¿en el Parlamento? ¿Esperando el sobrero para desollarlo? 
    Ahí están, sí señor. Como en Longares, donde cuatro huevos son dos pares.

¡Coño! Dos son un par y en Longares cuatro huevos son dos pares, ¿y el sobrero para cuándo?






martes, 16 de junio de 2015

Sí a la democracia, sí a la justicia, sí a la libertad, sí a la vida.





      Hace ya bastantes años, cuando aún el Generalísimo lo era en España por la gracia de Dios, a quien estas líneas escribe acudían algunas ocurrencias peregrinas cuando trataba hacer reflexionar a sus alumnos a la hora de explicarles conceptos lingüísticos como “significante” o “significado”, o “denotación” y “connotación”.
            Teníamos entonces a mano tan sólo una linotipia de aquella que llamábamos “vietnamita”. Y, con  las manos manchadas de tinta, imprimíamos una a una las copias que entregábamos a nuestros alumnos al comienzo de nuestras tareas diarias.
     Recuerdo ahora una de aquellas hojas volanderas. Es esta que traigo ahora aquí.



   Sí, se trata de un dibujo de Quino con su personaje Mafalda. Yo dejaba que los alumnos observaran los trazos del dibujo, la expresión de la cara de la protagonista y las palabras escritas por su autor y puestas en boca de aquella niña traviesa.
    Algunos alumnos y alumnas se lo pasaban en grande y además aprendían conceptos lingüísticos. Otros y otras torcían el gesto. Y en alguna ocasión asomó por detrás la geta del bigote astifino recortado de algún padre que soltaba el exabrupto contra el profesor y alguna mamá que se escandalizaba con la mamarrachada.
   Hoy, muchos años después, y en estos días donde se mezclan las alegrías con las caras largas, las malsonancias lingüísticas con el señorío de algunos munícipes, las espantadas por la gatera con el reconocimiento democrático, qu les propondría a mis alumnos que escribiesen denotando y connotando las fotografías que reproduzco a continuación.
  Para facilitarles la tarea les propondría que hiciesen uso de un diccionario imprescindible en cualquier hogar de habla española: “El diccionario de uso del español” de la insigne trabajadora y sabia María Moliner.
  Por si no lo tienen a mano ahí les van unas cuantas palabras recogidas en este diccionario. La lección consiste en aplicarlas convenientemente a las fotografías que se adjuntan.
   Ya me dirán.
Cagarrita, cagón, cagarria, cagueta, pusilánime, cobarde, corto, poca cosa, pirómano, pústula, purísima, honrado, cabal, honradez, igualdad, desahucio, decencia, probo,  pobreza, dignidad,honesto, dicharachero, demócrata, camorrista, pelón, sevicia, peineta, pegote, reyuno, alquerque, alpechín, urraca, pitirrojo, abejaruco, catilinaria, cacique, bonhomía, señorío, respeto, aguafiestas, zampabollos, justicia, democracia, respeto, libertad…   (utilícense en masculino y femenino)


      ¿Quieren Más? ¿Sí? Pues hala, al diccionario de esa gran mujer que fue María Moliner.

       Buen provecho les hagan.






domingo, 7 de junio de 2015

Ante el Comendador de Orrios de rodillas y a sus pies




                                   Sí, de rodillas y a sus pies. Así se humillaban y eran humillados los vasallos, que no habitadores, de estas tierras, cuando una y otra vez y a conveniencia de Templarios y Sanjuanistas uno u otro Comendador tomaba posesión de estas sus tierras y bienes.
       La Órdenes Militares aparecen por estos lugares a finales del siglo XII y mantienen sus derechos, propiedades y rentas hasta casi mediado el siglo XIX. 
       Setecientos largos años con Alcaides, Procuradores, Presbíteros e Iglesia en un entramado de sometimiento en donde no faltaba el pago de diezmo, de primicia del fruto de la tierra, de rento en forma de gallinas o corderos, de imposición de ir a moler y a cocer pan en los molinos y hornos que también pertenecían al dueño fraile guerrero de la Encomienda, quien era nombrado y escriturado en Bullas desde la Castellanía de Amposta, desde San Juan de los Panetes o desde la isla refugio señorial de Malta. 

    Ajenos estaban estos súbditos a las intestinas luchas de poder que mantenían los frailes guerreros entre ellos, a sus litigios, a sus maquiavélicas guerras intestinas presididas pos el hábito y la cruz. Los súbditos vasallos no tenían más obligación que callar, trabajar, pagar los rentos que les imponían una y otra vez de rodillas y a sus pies.

       Véanlo si no en los documentos que trascribo más abajo.

La Plaza Lonja de Orrios. @cac.

 y el juramento se hacía aquí, en este mismo lugar que espero algún día sea remozado. Ahí, en esa Lonja, cuando niños nos sangraban las manos aquebrazadas de tanto darle y a la pelota, ahí jugaron también nuestros padres y nuestros antepasados todos, ahí bailaban los mozos y las mozas cuando las fiestas patronas, ahí se colgaba alguna pieza de carne cuando ejercía de carnicería, ahí hace muy poco tiempo algunos jovenzanos ejercían juergas mocherniegas y dejaban su firma escatológica, ahí se sentaban las mujeres hilando la lana y tejiendo sus toquillas y piales en el carasol, ahí nos hacían cantar a nosotros cuando niños el "cara al sol" aunque le dábamos la espalda, antes de entrar en ese piso de arriba que ejercía de escuela
Ahí, ahí, ahí...
   Ahí, ahora, el edificio espera que por fin sea remozado y los expertos albañiles -que aquí los hay- le den la belleza que tuvo en sus orígenes y le saquen los colores a algún regidor de unos años atrás que preguntó para qué queremos esto y qué es eso de una Lonja. No se acordaba ya de los mocos que le caían cuando subía casi a gatas por esas desmoronadas escaleras que enrunaron un muro de contención con pulidas piedras canteras.
   A ver si de una vez se acuerdan los apareados próceres clientelistas  en los cargos y carguitos de las "Comarcas de Aragón" y tienen el vicio de pensar, y no otros vicios,  y se dan cuenta de que esta "Plaza", esta "Lonja" es la única de todos los lugares y villas de la que fue Encomienda de Alfambra y Villel y luego de Orrios y Albentosa que no está remozada. Todas las demás, incluidas las de la Val de Jarque y el Maestrazgo, da gozo verlas y utilizarlas. 

 A ver si es verdad que se dan cuenta que ya no somos súbditos ni vasallos, aunque sí ofendidos.
     


   ... ... ...  todos los dichos Justicia Jurados y oficiales vecinos y habitadores de dicha villa de Orrios arriba nombrados uno después de otro arrodillados en tierra a los pies de dicho fray Don Matias Perez Arnal como procurador sobre dicho y en dicho nombre dicho procurador sentado en una silla de respeto en dicha plaza y en el lugar mas eminente dieron y prestaron en su poder y manos dichos homenajes de fidelidad de manos y de boca conforme la costumbre Antigua de España y los fueros del presente Reyno de ragon y Juraron a dios sobre la cruz y santos quatro evangelios de serle buenos y fieles vasallos y assi mesmo juraron que por ellos ni el dicho concejo no le será puesto inpedimento alguno al dicho Señor Comendador en el todo exercicio y possession de la dicha villa y encomienda de Orrios ni en la recuperación y cobrança de los frutos y rentos de aquella antes bien procuraran continuamente todo su probecho y utilidad evitándole como le euitaran y libraran de qualquiere daño y peligro   Et al(tera) haciendo todas y cada unas cosas que conforme a fuero  y observancia del presente reyno de Aragon los buenos verdaderos y leales vassallos a su señor y comendador son tenidos y obligados y deuen jurar y prestar y esto juxta el serie y tenor de las dichas supra nuevas cartas executoriales reales y Bullas de Cabimiento y no de otra manera Et aun en señal de la sobre dicha possession el dicho fray Don Matias Perez Arnal como Procurador sobre dicho Reuoco de Justicia al dicho Joan Docon y de Jurados a Joan Adrian y Joan de Rueda y en señal de verdadera reuocacion les quito las varas e insineas de sus officios et in continente dixo que confiado de la bondad y suficiencia de aquellos de nuevo les creo y nombro en dichos officios de Justicia y Jurados a cada uno de ellos respectiue los quales aceptaron y Juraron a dios sobre la cruz en poder y manos de dicho Procurador de haberle bien y lealmente cada uno en su officio respectiuamente todo lo qual dicho Procurador dixo que aceptaua y acepto en quanto hace y toca en fauor de dicho Señor Comendador su principal y Juro a dios sobre la cruz y abito de dicha su religión que al cuello traya y santos quatro evangelios de guardar a los dichos Justicia y Jurados y egidores de dicha villa y a los vecinos y habitadores y concejo y universidad de aquella todos sus drechos ussos praticas y buenas costumbres de dicha villa y encomienda de Orrios y con esto dicho Procurador y concejo en los sobre dichos nombres requirieron respectiuamente lo sobre dicho ser hecho  acto publico por mi dicho infrascripto notario...

     (Esto ocurría en el año 1635. El comendador se llamaba Diego Español de Niño y el documento original se puede consultar en el A.H.N. O.M. 8294)


Escritura de toma de posesión. A.H.N. O.M. 8294



lunes, 1 de junio de 2015

Tierras de asceta







Son tierras para gente asceta. Aliagas y erizos pinchosos. Peñascos rotos por la fuerza quebradora de los hielos. Carrascas añejas cobijadoras de vientos con ventiscas. Espinos con agujas agresivas que se clavan como puñales. Guillomos de hojas tentadoras para las cabras. Sabinas rastreras sacudidas por los vientos.
Aún así, y quizás por ello, me pierdo por aquí de vez en cuando. Ahora con mis nietos. Acabado su curso escolar nos echamos la mochila al hombro. Caminamos y caminamos. Por los regatos y barrancas tomamos el camino del monte salpicado de piedras, cobijados entre las matas carrasqueras.
Llegamos hasta la partida que llaman La Carrasquilla. Ya por aquí andan sofocados y hemos tenido que utilizar el agua con cuidado. Las bocas de los pozos que hace años calmaban la sed de los pastores están cubiertas con ramas secas de rebollos. Protegen a alguna oveja despistada de una caída sin salida. Ni siquiera el pozo del Peñiscoso tiene agua recogida directa del barranco de su nombre. Las charcas para abrevar en los estíos secos quedan cuarteadas con un barro agresivo.
foto @cac.

 Hemos ido recogiendo por el camino restos petrificados de ammonites y bivalvos, restos de aquel lejano mar de Thetis. Brillan por el sol las irregulares ferruginosas piritas que aquí llamamos galindas. Mis nietos las recogen mientras dicen que han llegado hasta los rincones de una mina secreta que tan sólo ellos conocen.
Y han ido preguntando y preguntando. ¿Y qué es eso y aquello y lo demás allá, abuelo? ¿Y por qué no se cultivan estas o aquellas cosas? ¿Y en invierno hace mucho frío? ¿Y por qué no se ve a nadie por aquí? ¿Y qué? ¿Y cómo? ¿Y por qué?
Y hablan del Norte y del Este y me señalan el Sur y el río con su verdor de chopos que hemos dejado hace rato allá abajo. Y sin saber cómo, son aún tan niños, sitúan los lugares que se acercan con los prismáticos y entonces me hacen hablarles de estos mismos lugares que se convirtieron en cotas a conquistar de una guerra pasada y ya lejana, y se guardan una chapa oxidada de un cinturón soldadesco y recorren los restos de una trinchera y hasta encuentran una bala en cuya culata picada se lee 1937. Y preguntan y preguntan.
Y quieren saber, cuando llegamos a la paridera que levantó mi abuelo, para qué sirve ahora este desvencijado refugio.
    En esta paridera pasó algunos inviernos mi abuelo y mi padre. Con las ovejas vacías, aquellas que no se habían quedado preñadas. Cada quince días le subían algunos huevos, un par de longanizas de la última matanza, algo de harina para las gachas, una pierna de somarro cecino de alguna oveja vieja que murió de bazo y un par de cántaros con agua.
foto @cac

 

Y en estos restos que aquí veis encendía el fuego con las ramas de las carrascas cercanas. Y ahí, a la izquierda, ponía el cántaro con el agua para que se mantuviera sin helar a la vera del fuego. Y al lado, en una pajera que ya no está, arrebujado en su manta, pasaba las largas noches en el silencio oscuro.
Pero los tiempos hoy son otros. Y los niños son niños. Y aprenden jugando. Descubriendo y descubriéndose a sí mismos. Y dicen que quieren ser excavadores y estudiar los materiales que van encontrando en el corral de paredes desmoronadas. Y preguntan sin son piedras sin más o minerales tales o cuales… y a veces no encuentran más que restos de alguna teja cuarteada por los vientos.
Y, casi a bote pronto, te hablan de otras tierras más allá de los Pirineos donde viven su curso escolar, y te cuentan de Airbus y refugio de exiliados hace tiempo, y lo mezclan con el teléfono móvil que manejaba el pastor que hemos encontrado en la cuesta de Val de Peral, y de los incendios que vimos hace unos años, y entonces ellos deducen que las ovejas podrían limpiar los cortafuegos y que por qué no hay más ganados ahora, y que si tuvieran a mano un gepeese sabrían con exactitud las coordenadas del lugar en que nos encontramos, y que cómo vivirían los soldados que aquí tuvieron que estar en estas cotas vigilantes de los barrancos por donde llegaban otros soldados, y que ahora los pastores suben hasta aquí con un todo terreno, y que tienen hambre, y cuéntanos más cosas de tu padre, de tu abuelo que ya es su tatarabuelo y dame agua que ya no tengo en mi cantimplora, y que cuando sea mayor voy a ser esto y lo otro y lo otro, y por qué te fuiste de aquí, y que me gusta más la montaña que el mar, y por qué con tanta gente como hay sin trabajo no viene aquí y con unas ovejas y cabras limpien las orillas los ríos, y en este de allá abajo hay truchas, y que otro día nos traeremos la tienda de campaña y haremos supervivencia, y cuándo volvemos que estamos cansados…

foto @cac

    Sí, en este mismo caseto pasaba las noches vuestro bisabuelo y aquí se cocía las sopas y freía el tocino y comía la carne sazonada de la oveja convertida en somarro.
foto @cac


      Y esta es la puerta de la corraliza donde guardaba las ovejas ya sin fuerza frente al tiempo.
  Y ahí está, desafiando al tiempo y a los tiempos el corral, la paridera y el caseto.
Son tiempos difíciles. Tendremos que volver a reencontrarnos. La abundancia sin sentido se torna en hambruna destructora, la ascética aprendida nos puede servir de ejemplo.
foto @cac



                        Estos, Fabio, que aquí veis, campos de soledad ...