sábado, 15 de enero de 2011

Viejos tiempos, tiempos nuevos.

Antigua casa solariega, hoy propiedad de la Iglesia. Orrios.@cac.
                       
            Hasta que llegó el tractor, mediados los años sesenta del siglo pasado, los usos y costumbres para el trabajo de la tierra seguían pegados a los tiempos pasados. Tan sólo hacía bien poco que los mulos habían sustituido a los bueyes en la labranza de las tierras.
                         El arado romano y los trillos de pedernal fueron los útiles con que, quienes nacimos en los años de posguerra, cuando las cartillas de racionamiento y los maquis vigilaban la vida diaria, nos iniciamos en el trabajo de la casa.
                         Luego vino la emigración a las ciudades de algunas gentes de la generación que tuvo que hacer la guerra, a la que siguió la de quienes cuando niños sufrieron las evacuaciones y a la vuelta los atrapó el hambre y el sin trabajo. Dejaron entonces la esteva con que marcaban los surcos, el yugo de los mulos, la azada para remover la tierra y el zurrón de pastor y amanecieron como obreros de la Seat en Barcelona o guardias urbanos en Valencia, además de trabajar a destajo en la construcción de las barriadas obreras de la periferia de las ciudades mediterráneas o en la misma Zaragoza.
                        Cuando llegó el tractor y la cosechadora, los labradores pegados a la tierra se empeñaron hasta las cejas para levantar la casa y los obreros de las ciudades creyeron que el mundo seguía hacia adelante con un nivel de vida que nos llevaba hasta no sé dónde. Ahí aguantamos unos cuantos años y nos acostumbramos al “qué bien se está”, hasta que el ladrillo se quebró y nos arrastró a todos de nuevo al sin trabajo. Ahora capeamos el temporal cada uno como podemos.

                        Así es el devenir del tiempo. Va y viene. Pongo a continuación los bienes que teníamos hace setecientos años. Quienes ahora tengan setenta que recuerden lo que tenían cuando comenzaron a saber leer. Quienes tengan menos que pregunten.

Fragmento del original conservado en el Archivo de la Corona de Aragón, donde se indican las propiedades que poseía la casa de la Encomienda de San Juan de Jerusalén en Orrios. Año 1.307. (A.C.A. Cancillería_Cartas Reales, Jaime II_caja 16, nº 2019)


Relación de bienes que posee el barrio de Orrios dentro de la Encomienda de Alfambra bajo la Orden de San Juan del Hospital. Año 1307. (Transcripción y adaptación de Clemente Alonso Crespo)

Una vestimenta dominical
Otra vestimenta ferial
Dos libros (uno dominical y otro santoral)
Un libro mixto santoral y dominical
Un cáliz de estaño
Dos campanas
Dos campanicos
Una capa de piel
Un aceldero
Dos sobrepelleros
Un asentero

Para el trabajo de la casa las armas o herramientas que disponen son

Dos yuntas de bueyes
Un burra
Dos asnos
Tres rejas
Cuatro azadas anchas
Una azada estrecha
Una segur
Una olla de cobre
Una caldera
Una sartén
Dos tazas
Dos coberteras
Unas trébedes
Un espedo
Dos tijeras
Un cabezal de campaña
Dos mangas de campaña
Una manga nueva para la misa y cabezal medio bajón
Un cuarto de carne salada
Dos sacas
Dos aparejadas de hierro
Una ballesta
Dos pebeteros
               
La casa derruída y, al fondo, las alpacas de paja actuales. Orrios@cac.
La llave espera abrir la puerta a los nuevos tiempos. Orrios. @cac.

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