miércoles, 1 de marzo de 2017

Burbáguena. 1942. El día de la Virgen del Pilar todos a misa.


Burbáguena (Teruel)



   En Burbáguena, a comienzos del verano, algunas mujeres del lugar, cobijadas a la sombra de los chopos y de un sauce que lloraba sus ramas, te ofrecían un par de cestos mimbreros llenos de unas cerezas recién cogidas.

        Me detenía casi siempre. Por llevar un par de puñados de fruta a mis gentes, por descansar un rato junto al puente que cruza el Jiloca, por acercarme al convento de franciscanos al que siempre le faltaron alumnos y sobraron espacios.

 Más tarde, sin saber muy bien por qué, entré en la residencia de ancianos en donde encontré las, entonces,  monjas que la atendían y supe de su esfuerzo. Luego por abrazar a algún amigo “amigo de la capa” cuando él salía de romería con su cuadrilla desde la iglesia mientras yo caminaba por escribir algún libro de viajes.

        De todo esto hace ya bastante tiempo. Era entonces cuando la autovía hoy llamada “Mudéjar” aún no existía y los automóviles circulaban despacio por aquellas curvas de Daroca, Báguena y Burbáguena, junto al airoso puente romano sobre el Jiloca camino hacia Calamocha.

    Luego el tiempo me ha llevado por archivos en la búsqueda de la memoria pasada de mis primeros años de vida.

        Hoy he repasado mis recuerdos.

Y medito qué dirá mi amigo Filiberto, compañero de estudios en la vieja Universidad de Valencia, con el cobijo de Luis Vives, y entonces franciscano que vivió las obras del convento de la Inmaculada.

 Qué dirá mi también amigo Simeón Martín Rubio, siempre “Chime”,  compañero de tareas literarias y docentes en Zaragoza e ilustre “amigo de la capa”, con ancestros en aquel Basilio Soulinake que inmortalizara Valle Inclán en su “Luces de bohemia” y que jugó de niño por ese río Jiloca y por sus caminos.

 Qué dirán aquellas primeras mujeres que atendieron en la residencia geriátrica y hasta el cura de hace algunos años que luchaba porque la cúpula de la iglesia de Burbáguena no se viniera abajo.

 Qué dirán los descendientes de estas veinticinco personas denunciadas en octubre de 1942, comprendidas entre 59 y 18 años, que fueron multadas con VEINTICINCO PESETAS, por el Gobernador Civil de la provincia de Teruel, porque el Comandante del Puesto de la Guarcia Civil, al servicio de la causa -la causa de sometimiento represivo de posguerra-denunció porque “en el día de ayer Fiesta de la Raza y Santísima Virgen del Pilar, fueron sorprendidos a su regreso del campo de efectuar trabajos agrícolas incluso con caballerías”.


   ¿Qué dirán hoy mis amigos?

 ¿Qué dirán hoy los descendientes de aquellas gentes?


      Hasta yo me extraño de que no se multara a las caballerías.

La denuncia del Comandante del Puesto de la Guardia civil de Burbáguena. "Al servicio de la causa". Más papista que el Papa. @ A.H. Teruel
Transcripción:  Excmo Señor:
             Tengo el honor de denunciar ante su autoridad, a los 25 vecinos de este pueblo, que en el día de ayer Fiesta de la Raza y Santísima Virgen del Pilar, fueron sorprendidos a su regreso del campo de efectuar trabajos agrícolas incluso con caballerías. Respetuosamente me permito significarle que en los días de fiesta la mayoría de los vecinos de esta localidad se dedican a su trabajo como de ordinario y es un caso vergonzoso que la Iglesia está escasamente concurrida durante la celebración de la Santa Misa.
         Dios guarde a V.E. muchos años.
         Burbáguena 13 de Octubre 1942.
        El Comanadante del Puesto.

Excmo. Sr. Gobernador Civil de la Provincia.  Teruel

La sanción. 25 pesetas. Tres días después de la denuncia. Primero pagar, después reclamar.

Listado de los multados en Burbáguena. Por trabajar. Su obligación era sestear e ir a misa.
1966. Algunos de los franciscanos que en el verano ayudaban en la construcción del colegio de la Inmaculada. Filiberto Mir es el tercero por la izquierda, de pie. Les aseguro que eran "gente comprometida" en los años setenta del siglo pasado. @ Xiloca

Asociación Burbaca luciendo la capa en Burbáguena. @ Xiloca.


2 comentarios:

  1. ¡Salutem plúriman, Clemente! Hoy, cuando ibas camino de tu Orrios natal, como el Cid, has detenido tus huestes en la ribera del Jiloca. Y allí, en Burbáguena, le has rendido un homenaje a Simeón Martín, a nuestro “Chime. ¡Qué grande eres!

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  2. El grande es Chime y su cuadrilla, quienes pese a que los caparon (y nos caparon) mentalmente, se cobijaron en la "capa" para desencaparse. Oh tempus, oh moris.

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