miércoles, 19 de enero de 2011

Aperos de labranza, esqueletos rotos.

Restos de una en la masada Baja. @cac.

         La  galera abandonada en la antigua era de la trilla es un esqueleto roto resequido por el sol de los días sin tiempo.
         Una y otra vez me pierdo por estos viejos caminos llevado solo por donde me quieren traer los pasos sin rumbo.
         Me han guiado hoy hasta la masada Baja, donde confluyen los caminos que conducen a Santa Eulalia, Camañas y Alfambra. 
          Esta masada tiene resabios históricos. En ella se firmaron, ante notario, escrituras de compra y venta de unas y otras tierras y aquí se signaron también pactos de alianzas entre familias concertadas. Hace trecientos años los Dolz de Espejo, Pérez Arnal, Sánchez Muñoz, Ibáñez Cuevas, y otras gentes de alcurnia terrateniente sellaron sus compromisos y dejaron bien marcadas las propiedades que unos y otros entregaron a sus vástagos con motivo de su emparejamiento. Había que dejar la propiedad de la tierra, los ganados, los animales y los aperos de labranza a buen recaudo de los herederos, y hasta quedaba bien señalado por escrito quién iba a ser el recipendiario en caso de que no hubiera descendencia. Más adelante sirvió de refugio temporal a las gentes evacuadas durante nuestra última guerra civil en el camino de la huida ante el espanto del frente de guerra ,que por aquí mismo marcaba las trincheras de la primera línea de defensa entre unos y otros españoles enfrentados.
La primera cosechadora invadida por las zarzas y los cardos.
          Dentro de ella bulló la vida en las bodas y tornabodas y no faltó el trabajo para pastores y criados dedicados al dale y venga diario por sacar la casa adelante para aquellos señores que, en ocasiones, se llegaban por ella al amparo de la recogida de las cosechas. 
           Hoy la masada tiene las puertas cerradas y algunos de sus campos mantienen el barbecho de varios años. No sé si ha sido vendida y parcelada. Hace unos treinta años que se marchó el último mediero que la habitó. Luego sus dueños se llegaban de cuando en cuando por aquello del coto de caza disfrutado. Ahora sólo un ganado de ovejas no muy abultado se cobija en los antiguos corrales.
          Me ladra un lanudo perro ovejero y un chaparro caballo de piel mostaza me mira mientras levanta las orejas por encima de una barda. Lo demás es silencio y recuerdo en estos momentos cercanos a la puesta de sol.
           La antigua puerta de entrada, desventrada hace algunos años por el primer tractor, aparece claveteada de plásticos y cosida con cuerdas esparteras debajo de la hornacina que cobija una imagen santera invocadora de una protección dirigida a no sé quién. Es la puerta que daba acceso al patio, corral y entrada a la casa solariega erigida aquí, altiva todavía, bien asentada sobre sillares con airosos ventanales mantenidos hoy como desmesurados ojos cerrados por el sol poniente. El tejado, firme, demuestra con su canalón mantenido de recogida de aguas, que no hace mucho tiempo estuvo habitada. Hasta el amplio edificio de enfrente construido después de la guerra demuestra las ganas de vivir que tuvo esta masada con sus graneros preparados para recoger el fruto dispuestos en rampas donde abocaban las primeras cosechadoras que llegaron a esta tierra. Aún queda algún montón de grano donde se alimentan las torcaces y los gorriones y hasta al que se llegan las petirrojas perdices huidizas.
           Quedan junto a la masada, en las esquinas norte y sur, dos pozos para extraer el agua que daba vida a las gentes y el abrevar de los mulos y las ovejas, y el amplio corral abierto y la paridera cubierta y el raso y los abandonados conejares y gallineros. Por el corral deambula ese caballo chaparro que me mira con asombro mientras levanta su cabeza por encima de la pared bardera que limita el espacio.
         Decido ya volver sobre mis pasos y es entonces cuando acaricio los restos de la vieja galera, convertidos en esqueleto los ejes de las ruedas y los palos, y el hierro de la caja que llevó tantos y tantos días los fiemos a las tierras y luego acarreó el centeno, el rubión y la cebada hasta la era de la trilla. La galera me habla en silencio junto a las alpacas recogidas sin hacinar en desequilibrio frente al viento. Esta galera, que en los años cincuenta del siglo pasado sustituyó al carro, demuestra el empuje que tuvo la masada como también el viejo remolque aún con ruedas de hierro y la primera trilladora ocultada ya por el óxido rumiento que la cubre, camuflada por la acacia invasora,y  el  pálido saúco que nació, dicen, allá donde vino a cagar la zorra.
       Las zarzas han invadido poco a poco las paredes del pajar que tanto sabe de días exhaustos de trilla, de aventar en las tardes de suave viento y hasta de serranos amores furtivos.
       Tal como están y vienen los tiempos es posible que algún día se vuelvan a bandear las tierras y los arados abran de nuevo surcos para la siembra.
        Siempre queda la esperanza.
La masada Baja. @cac.
      






sábado, 15 de enero de 2011

Viejos tiempos, tiempos nuevos.

Antigua casa solariega, hoy propiedad de la Iglesia. Orrios.@cac.
                       
            Hasta que llegó el tractor, mediados los años sesenta del siglo pasado, los usos y costumbres para el trabajo de la tierra seguían pegados a los tiempos pasados. Tan sólo hacía bien poco que los mulos habían sustituido a los bueyes en la labranza de las tierras.
                         El arado romano y los trillos de pedernal fueron los útiles con que, quienes nacimos en los años de posguerra, cuando las cartillas de racionamiento y los maquis vigilaban la vida diaria, nos iniciamos en el trabajo de la casa.
                         Luego vino la emigración a las ciudades de algunas gentes de la generación que tuvo que hacer la guerra, a la que siguió la de quienes cuando niños sufrieron las evacuaciones y a la vuelta los atrapó el hambre y el sin trabajo. Dejaron entonces la esteva con que marcaban los surcos, el yugo de los mulos, la azada para remover la tierra y el zurrón de pastor y amanecieron como obreros de la Seat en Barcelona o guardias urbanos en Valencia, además de trabajar a destajo en la construcción de las barriadas obreras de la periferia de las ciudades mediterráneas o en la misma Zaragoza.
                        Cuando llegó el tractor y la cosechadora, los labradores pegados a la tierra se empeñaron hasta las cejas para levantar la casa y los obreros de las ciudades creyeron que el mundo seguía hacia adelante con un nivel de vida que nos llevaba hasta no sé dónde. Ahí aguantamos unos cuantos años y nos acostumbramos al “qué bien se está”, hasta que el ladrillo se quebró y nos arrastró a todos de nuevo al sin trabajo. Ahora capeamos el temporal cada uno como podemos.

                        Así es el devenir del tiempo. Va y viene. Pongo a continuación los bienes que teníamos hace setecientos años. Quienes ahora tengan setenta que recuerden lo que tenían cuando comenzaron a saber leer. Quienes tengan menos que pregunten.

Fragmento del original conservado en el Archivo de la Corona de Aragón, donde se indican las propiedades que poseía la casa de la Encomienda de San Juan de Jerusalén en Orrios. Año 1.307. (A.C.A. Cancillería_Cartas Reales, Jaime II_caja 16, nº 2019)


Relación de bienes que posee el barrio de Orrios dentro de la Encomienda de Alfambra bajo la Orden de San Juan del Hospital. Año 1307. (Transcripción y adaptación de Clemente Alonso Crespo)

Una vestimenta dominical
Otra vestimenta ferial
Dos libros (uno dominical y otro santoral)
Un libro mixto santoral y dominical
Un cáliz de estaño
Dos campanas
Dos campanicos
Una capa de piel
Un aceldero
Dos sobrepelleros
Un asentero

Para el trabajo de la casa las armas o herramientas que disponen son

Dos yuntas de bueyes
Un burra
Dos asnos
Tres rejas
Cuatro azadas anchas
Una azada estrecha
Una segur
Una olla de cobre
Una caldera
Una sartén
Dos tazas
Dos coberteras
Unas trébedes
Un espedo
Dos tijeras
Un cabezal de campaña
Dos mangas de campaña
Una manga nueva para la misa y cabezal medio bajón
Un cuarto de carne salada
Dos sacas
Dos aparejadas de hierro
Una ballesta
Dos pebeteros
               
La casa derruída y, al fondo, las alpacas de paja actuales. Orrios@cac.
La llave espera abrir la puerta a los nuevos tiempos. Orrios. @cac.

domingo, 9 de enero de 2011

Ermita de la Virgen del Águila. Villalba Alta

Ermita de la Virgen de El Águila. Villaba Alta. @cac.


    En el camino de Orrios a Villalba Alta. Es la única ermita en esta contornada que conserva unas hechuras de traza románica.
    No tengo noticias de cuándo fue levantada. Durante los años de mi infancia ni siquiera supe de ella. Nuestras caminatas tan sólo llegaban hasta el peirón de San Pascual y el barranco de El Tormagal que marcaban el límite territorial con el pueblo vecino. Sabía de una santa Bárbara como eran nombradas siempre las iglesias y ermitas de origen medieval de estos alrededores.
   Durante unos meses de nuestra última guerra civil sirvió como depósito de municiones para aprovisionamiento de los soldados atrincherados en las líneas de defensa de estos territorios. Una vez terminada la avalancha guerrera sufrió el abandono que llevaron consigo los difíciles años de posguerra. Había visto pasar junto al camino donde se levanta a las tropas moras de Yagüe en su avance hacia el cerco de Teruel en los comienzos de 1938 y se convirtió luego en muladar donde  se cobijaban algunas ovejas, convertida en paridera.
   Tuvieron que pasar años de abandono hasta que un practicante de Medicina en los años sesenta aparcó por aquí su profesión, según dicen como represaliado por alguna causa política que lo había desterrado desde tierras valencianas.
   Y resultó que el hombre descubrió un paisaje, unas aguas que manaban arrancadas desde la Sierra de El Pobo y Aguilar que regaban huertos revividos en primavera y daban sus frutos en verano salpicados de perales y manzanos. Mientras ayudaba a sanar las enfermedades de sus gentes descubría los recodos del río Alfambra y pescaba las truchas arcoiris que abundaban en los pozos de los Alcamines. Tenía tiempo también para moldear las arcillas cercanas al lugar para luego, pasados los años, dejar un mosaico dedicado a la Virgen que se llamó de El Águila y que aún permanece en la puerta que mira al camino.
   Tan solo hace unos quince años la ermita se salvó de la ruina. La rehabilitación llevada a cabo por la administración autonómica protegió los muros, salvó la techunbre, restauró el antiguo terrazo y puso de manifiesto la sencillez hermosa de lo humilde.
  Hoy luce esa puerta medieval labrada en piedra en cuya cristalera protectora se reflejan los dos cipreses plantados como si fueran sus jóvenes defensores, y también esa fuente de abundosa agua que refresca a caminates y gentes que recorren estas tierras.

Puerta. Virgen de El Águila. Villalba Alta. @cac.
Fuente. Virgen de El Águila. @cac.


miércoles, 5 de enero de 2011

Azud de Orrios sobre el río Alfambra.

Azud de Orrios sobre el río Alfambra. @cac.

       Este azud, situado en Orrios, desvía las aguas del río Alfambra y riega las tierras del pueblo de igual nombre.
       Muchas veces, en mi caminar por estos lugares, me siento a la vera del río y observo cómo el agua se sumerge en la acequia y si queda sobrante desborda y sigue su cauce río abajo.
       Camino siguiendo la ribera del río. En el verano protegido por las sombras que cobijan los chopos y los álamos de los sotos, en los otoños secos y fríos mirando los reflejos de las ramas como esqueletos sarmentosos en sus claras aguas. Las primaveras comienzan la vida y acuden con los primeros brotes de hojas y flores en la acogida del vuelo fugaz del mantín pescador o el intrépido del burlapastor, mientras las cotovías comienzan su canto y la abubilla, que aquí dicen bubut, se peina y despeina cuando inicia su saltón vuelo.
        Ahora, en estos días de incipientes nieves, marco mis pasos entre los primeros copos blancos y dialogo con los despojados árboles escuchando el silencio que me habla de un pasado que se fue y un futuro que no acierto a aventurar.
          Cruzo el cauce sobre las viejas pasaderas apoyado en mi viejo bastón y acaricio esta piedra horadada que sabe de tantos y tantos riegos. Es el ojo de agua medido a palmos y pulgadas cincelado hace cientos de años por establecer el derecho de riego. El agua siempre ha saciado la sed de la tierra y de los hombres.
          Malo cuando la tierra no se sacia y cuando los hombres tienen sed. Es entonces cuando surgen las disputas y la violencia puede estallar por regar un palmo más de tierra.
Ojo de agua junto al azud de Orrios.@cac.
 
          No existen muchos documentos escritos que manifiesten el reparto de aguas y sin embargo sus usos se han venido manteniendo acordados por la palabra dada entre unas gentes y otras, entre unos pueblos y otros. Y hasta hoy la palabra es ley.
          Uno de los pocos documentos es este que traigo aquí, en el que se establece un ojo de riego de diez u once pulgadas tomado desde la acequia que bebe del primer azud. Grave fue el conflicto que opbligó a intervenir al propio Gran Maestre Juan Fernández de Heredia en el año 1378. 
          El fraile militar sanjuanista tenía sus propios intereses porque hacía poco tiempo que se había hecho con la primacía de la Castellanía de Amposta de la que dependieron siempre las Encomiendas de Alfambra y Orrios.
          Al astuto monje que vivió  los comienzos del Humanismo y del refinamiento renacentista no le faltaba ambición. Pasó por la vida en ocasiones como un vendaval, en momentos con férrea mano suavizada con guante aterciopelado, dejando en el recuerdo de la Historia riquezas, miserias y saberes, que quedaron en crónicas, historias, traducciones, monumentos pétreos, castillos y herederos materializados en hijos legítimos o bastardos sembrados por su geografía vital por Alfambra, el Ebro o el Ródano. 
                      Ojos de agua cincelados en la piedra.

Solución a un pleito de aguas. Año 1378. Copia parcial del original depositado en el Archivo de la Corona de Aragón.
     Una parte de la transcripción del documento original donde se refiere la solución de toma de aguas derivada del azud de Orrios sobre el río Alfambra. El original se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón. Año 1373.
      Transcripción de Clemente Alonso Crespo.
                  
… … …                Anno nativitate domini millesimo trescentesimo septuagesimo tercio dia martes XXVI dias del mes de abril los honrados religiosos senyor don ffray Berengarius de Montpercho lugartenent de castellan damposta por el muy honrado religioso señor don ffray Johan Ferrandez de Heredia castellan damposta e preor de Catalunya  e los honrados religiosos senyors ffray Martin Gonzales de Montuegra Comendador de Villel e ffray Conçanluo Lopez de Heredia Comendador de Alfambra ficieron en el lugar de Alfambra en el portegado de Santa Maria Magdalena del dicto lugar de Alfambra e presentaron e por mi notario dicto scripto  leyr e publicar fizieron una carta de comisión del dicho senyor castellan el tenor de la qual e atal Maestro ffray Johan Ferrandez de Heredia de la santa casa del Espital de santo Johan de Jerusalén humil castellan Damposta e Preor de Catalunya… … … …………………………………………………………..


… … … que del acut somo de Alfambra del qual acut se toma el agua para regar la uega de Alfanbra e muele los molinos de la orden que estan ant el dicto lugar que de aquesta agua que den a Marcho Sanchez  por tirar contienda e question un ojo de muela de molino el qual ojo aya un palmo en torno el qual palmo aya x o xi pulgadas que pueda pasar el agua del otro cabo del Rio a las heredades que el dicho Marcho Sánchez  tiene deyuso de Sant Miguel e las pieças del Ruvial … … … … … ……………………………………………………


viernes, 31 de diciembre de 2010

San Silvestre, coge la capa y vete

    Con la atardecida la borrasca se ha metido entre los barrancos que sangran la Sierra. Una oveja se ha desventrado en su caída por los picachos de las agudas pedrizas. El pastor la carga sobre sus hombros y emprende el camino azotado por la ventisca. Se acerca la última noche del año y la quiere pasar en casa con sus hijos pequeños y con su mujer, quienes le esperan al reclamo del calor de los leños de carrasca donde brotan las llamas.
                      El camino es largo, como larga y dura fue la añada que hoy termina.


@cac.



@cac.
@cac.
@cac.

@cac.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Juan Rulfo en El Alcamín.

     
      Llevo mucho tiempo con los libros de Juan Rulfo. Un día y otro los cuentos de "El llano en llamas" y "Pedro Páramo" me acompañan y en ocasiones me persiguen. No me dejan en paz por los caminos del páramo.
     Hace ya más de diez años que Juan Rulfo apareció entre los papeles de El Alcamín. Traigo aquí, ahora, su llegada.

 
Juan Rulfo
                                                
                                                                      
                                                                           Rulfiana, 1
        

Fotografía. C.A.C.










Fotografía. C.A.C.









Fotografía. C.A.C.

lunes, 20 de diciembre de 2010

"Somos". Canto de identidad.

                    He aquí un canto que nos identfica.
           En estas noches frías, cuando las fuentes quedan congeladas y  el rumor de las aguas se detiene, por las calles silenciosas los mozos de las recias rondas lanzan su canta aprendida entre hogares, cumbres nevadas, páramos y cielos límpidos y  hasta los más jóvenes rapean la copla.
        Gracias a su autor José Antonio Labordeta quien nos dejó hace poco.
        Como él decía: aprieta recio, paisano.
         
          En el silencio suena la melodía de los violines.
          


http://www.youtube.com/watch?v=7kmpS-bfryE


   

martes, 14 de diciembre de 2010

Escuela cerrada, pueblo muerto.

Fotografía y textos C.A.C.
¿Mereció la pena dejarse la vida en estos machadianos páramos de asceta?

Mereció la pena.

La vida es de quien la vive.





Fotografía C.A.C.
Fotografía C.A.C.


Fotografía C.A.C.




Fotografía C.A.C.




















viernes, 3 de diciembre de 2010

FRÍO.

Mañana de rosada en Orrios.
         

                 No temo el frío en el cuerpo. Me da miedo tener el alma helada. Mi familia me salva.



Manzanos y chopos. Orrios.


          Se fundirán las nieves.
          Se sazonará la tierra con los fiemos fermentados.
          Volverán a brotar los cultivos.
          Los chopos traerán su sinfonía de hojas.
          Los manzanos reventarán en flor.


         Ahora son esqueletos rotos velando al lugar que espera.