domingo, 20 de octubre de 2024

Masada del Morrón. Camarillas. Cuando entonces

         



La tierra abrasada. Laderas del Morrón. Las aristas afiladas de las piedras de amolar hieren los pies. Culebras cobijadas entre los riscos zigzaguean veloces a la busca de un mejor cobijo. Aprieta el sol. El mediodía aplasta. Ni una nube. Ni un árbol. Sólo piedras en torno a la masada en abandono. 

    Las tierras barbechadas, como malditas desde hace tiempo, cuando entonces cayó la sacudida del estupro en una pasión cortada como la misma hoz acorbellada que tronzaba los manojos de un centeno que llenaba las manos de quebrazas.

    Eran días encendidos de luz cegadora, de trabajos amorrados a la tierra, de agarrar los manojos pajizos protegidos por la zoqueta, de espaldas tronzadas por el dolor del venga y dale a la siega, de sopores taladrados por el sol sobre las cabezas buscando un cobijo sin sentido, de ardores apurados, apretados en la ingle con las miradas de soslayo entre los rastrojos, de algún trago de agua derramada por gargantas y pechos encendidos desde el cántaro cobijado entre las gavillas dejadas entre los surcos resecos, del regreso a la casa y entonces, atrapados sin remedio en un rincón de la cuadra, sobre un montón de paja, mientras los mulos se revolcaban, ellos dos, resequidos y ansiosos sus cuerpos por aquellos días ardientes saciaban su pasión, la del maduro rijoso y la adolescente desflorada.




de de espaldas tronzadas por el dolor del 

viernes, 18 de octubre de 2024

Con la otoñada llegó la lluvia amarilla a Orrios.

 


                Desde este lugar aguileño contemplo el pequeño valle alcaminiano en el comienzo de la otoñada y recuerdo a Lola Lamata, Francisco Castelló, Fabián Escuder y a mi hijo Juan, que se marcharon cuando comenzaba la lluvia amarilla de los chopos ribereños.

    Buen viaje.

In memoriam.

Las fotografías que se reproducen corresponden a las riberas del río Alfambra entre Villalba Alta y Orrios. @cac. noviembre 2024












domingo, 6 de octubre de 2024

De nuevo sobre Blas de Otero y Miguel Labordeta.

           En la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza se conserva el fondo documental de Miguel Labordeta.

    Entre otros documentos aparece, anotado por Miguel Labordeta, el poemario de Blas de Otero titulado "A la inmensa mayoría".

    Blas de Otero fue persona no exenta de problemas existenciales que le ocasionaron a veces trastornos y que le llevaron a crisis personales en algún momento relacionadas con su utilización, y su dejarse utilizar, por el Partido comunista de España (PCE). En su estancia en Cuba, a finales de los años sesenta del siglo pasado, se casó y luego se divorció de Yolanda Pina, sin anular el matrimonio que también había contraido con Sabina de la Cruz, quien lo cuidó y protegió hasta su fallecimiento en 1969. 

    Sabina de la Cruz mantuvo correspondencia con Miguel Labordeta. Sus cartas, las de ella, algunas mecanografiadas y otras amanuenses, se conservan en en el archivo zaragozano. Con frecuencia habla de Blas de Otero.

       También Miguel Labordeta lo protegió en ocasiones al igual que hizo con Agustín Ibarrola, compañero que fue de Blas de Otero en  su  estancia en París.

     Dejo aquí algunas páginas de "A la inmensa mayoría" anotadas de la mano de Miguel Labordeta en la edición conservada en la biblioteca María Moliner.

    Para hacer pensar y seguir investigando.


Invitación a un recital de Blas de Otero organizado por Miguel Labordeta en el colegio Sanro Tomás de Aquino de Zaragoza.
Las anotaciones, escritas con tinta roja, son de Miguel Labordeta.











Carta de Blas de Otero a Miguel Labordeta solicitándole la organización de un acto que le reporte algún beneficio económico.

viernes, 27 de septiembre de 2024

De cuando "Juan sin orejas" se quedó sin las tales.

 




   Por aquellos días los mozos de su quinta, por si ya no volvían nunca, se juntaban en la herrería y con el carbón de la fragua asaban las orejas de los cerdos. Sólo se salvaban las orejas, lo demás iba a parar al barranco Piazo donde los buitres se tiraban como tales a lo suyo y a lo suyo.

         Juan las tenía igual que las de los puercos de su casa, grandes y caídas hacia abajo, como buscando el suelo. Y empezaron a ponérsele coloradas y él decía que de los hielos y de los sabañones y que me pican y me pican. “Pues te las rascas y en paz” le decían los de su quinta.

         Y fue entonces cuando ya en la primavera parece que aún se le caían más y más. Ya los hielos se habían acabado y él venga rasca y rasca y hasta con los primeros calores se las tapaba con la bufanda que le había preparado su madre.

         A mediados de agosto, unos días después que un tal Civera, nombrado comandante militar y aún la guerra no había llegado a El Alcamín porque habíamos echado del pueblo a los civiles, cayó en los papeles un escrito que decía que ya los marranos estaban contagiados y que los metieran en las cortes fuera del pueblo, que contagiaban y contagiaban. Y los de su quinta, cuando andaban calimochos a causa de la sopeta vinagrada, que allí había que meter también a Juan. Que le crecían y le crecían.

         Fue entonces cuando agarró el cuchillo  del capador, el mismo con que el tio Mariano le cortaba las criadillas a los puercos recién cumplidos como decían las mujeres. Para que engordaran y engordaran y no se pusieran furos.

         Y Juan se dio un tajo en cada una. Aún le corría la sangre por la cara sin afeitar y se llegó hasta el porticado de la plaza donde los quintos escupían a la guerra porque iba a llegar a El Alcamín y la siega del año para quién.

         “Aquí las tenéis, ahora nos las asamos como las de los puercos, nos las comemos y en paz”.

         Y desde entonces se quedó para siempre con aquello de “Juan sin orejas”.




jueves, 19 de septiembre de 2024

De nuevo sobre El Tebib Arrumi.


El tebib Arrumi con Franco. foto Campúa.



              

       Mi amigo Pedro Labrador Fuster, generoso como es él, me ha regalado este libro encontrado entre los vendedores domingueros de la plaza de san Bruno. Él sabe de mis intereses siguiendo el rastro, como un perro codornicero, por los restos que dejaron gentes como el de gran hablador y cronista mentiroso como fue


            El Tebib Arrumi (el médico cristiano), seudónimo de Víctor Ruiz Albéniz, abuelo que fue de Alberto Ruiz Gallardón, alcalde Madrid y Ministro de Justicia.

    En 1908, recién terminados sus estudios de medicina en Madrid, marchó como médico a las instalaciones de las minas de hierro del Rif, todavía en construcción, al servicio de la Compañía española de minas del Rif.

    Ejerció poco tiempo como médico y sí más como ejecutivo de los intereses de la empresa. Se convirtió en el reportero bélico de aquel momento al servicio de la ambición de los intereses colonizadores escribiendo para el "Diario Universal" e "Informaciones"

    En 1922 cubrió la guerra hispano-marroquí y se manifestó como defensor de los actos protagonizados en aquellas tierras por Sanjurjo, Millán Astray y los demás militares africanistas.

    Allí conoció a Franco, a quien apoyó desde el primer momento.

    En la guerra civil última española ejerció como cronista oficial desde el mismo estado mayor viviendo muy de cerca los movimientos de Franco. Sus crónicas, siempre escritas desde el mismo cuartel general de Franco, nunca desde la primera línea del frente, contaban lo que interesaba  los servicio de propaganda.

    Miente como un bellaco.

    Traigo aquí una muestra a la que quiere dar hasta textura literaria, referida a la huida de los desertores en la defensa de Teruel en enero de 1938, convertidos en héroes por el propio general Varea y recompensados como héroes de la patria.

    El niño Pepito Vicente, a quien se ensalza en esta narración con el título de "El pequeño héroe de Teruel", nos lo convirtieron en celestial defensor y nos lo metieron en las lecturas literarias de los años cincuenta del siglo pasado en las escuelas.

        Esos eran nuestros textos literarios.







jueves, 12 de septiembre de 2024

Valle de Sollavientos. Ermita de Santa Isabel. Enterramientos

 

Ermita de Santa Isabel, en el Valle de Sollavientos. En esta fachada, la que da al norte, hacia Allepuz, reposan los restos de los soldados enumerados en los documentos adjuntos. foto clementealonsocrespo marzo 2024


              Entre marzo, abril y mayo de 1938 en el alto Alfambra, la sierra de Gúdar y el valle de Sollavientos, entre otros lugares, tuvieron lugar combates entre las fuerzas sublevadas contra la Segunda República española y quienes defendieron la misma.

    La brutalidad de los bombardeos de la legión Condor de la Alemania nazi, la fuerza aérea italiana y la aviación franquista, junto a la que ejercieron los ejércitos republicanos en su retirada, causaron una ingente masacre que sembró de cadáveres estas tierras turolenses hoy tan despobladas.

    Como consecuencia de la intención del gobierno de Franco de llenar con muertos y más muertos el llamado Valle de lo Caídos en 1958 los Ayuntamientos de todos los pueblos españoles fueron obligados a responden el requerimiento del gobierno de España.

        Hubo respuestas variadas. Algunos alcaldes informaron con detalle, algunos otros eludieron la concreción indicando algo así como "no se sabe".

    Aquí dejo una muestra correspondiente a los enterramientos llevados a cabo en el término de Allepuz.

    En la solitaria y hermosa ermita de santa Isabel, en ese valle no menos solitario y hermoso, reposan en su fachada norte, los restos aquí enumerados.

              ¿Para cuándo un encuentro entre gentes interesadas y estudiosas de nuestra Historia inmediata en cualquiera de estos lugares casi sólo habitados en los veranos?


  Es conveniente conocer la Historia y respetarla.

           (los originales de los documentos que se adjuntan están depositados en el AHPTE)








martes, 3 de septiembre de 2024

Siempre repiten lo mismo... y otros lo mismo repiten.

 



Hace un año escribí estas mismas palabras.
Seguimos con más de lo mismo.
Y con más frustración.
Y encima nos llevan otra vez a elecciones.
¿Votar otra vez?
¿A quién?
¿A quiénes?
Señores políticos MANDAOS:
Son ustedes unos
SOBERBIOS ENSOBERBECIDOS.

        


Se vende... pero nadie la quiere. foto cac.





           Labordeta decía, con su somardez de siempre, que en esta tiera turolense lo que había que hacer es la "repoblación vaginal". 

  Sin ella no puede haber "repoblación vecinal".

 Y sin gentes, mujeres y hombres, no puede haber vecinos.

 Y sin trabajo no puede haber repoblación de ningún tipo. 

O le echamos huevos al asunto o aquí no queda ni dios. 

Y la cesta de los huevos  no se llena sin inversiones, sin planificación económica, sin poner dineros para crear puestos de trabajo para la agricultura, para la ganadería, para la industria que utilice los recursos naturales, para ese sol y ese viento que son energía, para la transformación y venta de esos productos agrícolas y ganaderos, para que volvamos a tener niños en las calles y escuelas cuando los días no son sólo de resaca veraniega traida por las gentes que llegaron a dar la tetadica que ya perdieron también en los suburbios urbanos sin sentido.
Orrios, desde San Cristóbal. @ cac.


      
Orrios. Desde el río Alfambra. @ cac.

          Puede que aún sirvan las palabras que traje a estos mismos lugares hace unos meses.  Las vuelvo a poner.



 Pasó el verano.


     Queda el pueblo sólo.


     Hace tres años cerró la escuela.


     No hay niños.


        ¿Recuerdan aquello de quedan los viejos y los barrancos como esqueletos rotos frente a la tarde?


         Sí, Miguel cayó del andamio y parió la del Julián, decía y cantaba Labordeta.



     Y parieron también otras mujeres, dejos de estos lugares, en las áreas suburbanas de Barcelona, de Zaragoza, de Valencia, de Castellón. Parieron ellas y parieron también sus descendientes.


      Y algunas y algunos vuelven por estos parajes unos días de los julios y de los agostos. Buscan las fiestas. Y estas gentes nacidas en los andurriales de las barcelonas, de las valencias, de las zaragozas, de los castellones, juventudes avanzadas entre los veinteañeros y los treinta también años, más o menos buenos, más o menos malos, más o menos regulares estudiantes, más o menos empleados en precario, más o menos engordadores de las listas de parados, se divierten en las fiestas de los pueblos en donde nacieron sus abuelos y aun sus padres, aquellos que no tuvieron más remedio que buscar apagar la pobreza y aún el hambre de sus casas, aquellos que dejaron atrás la boina y las albarcas, aquellas que marcharon a servir como las dichas criadas, en los domicilios pudientes de las barcelonas, de las valencias, de las zaragozas, de los castellones de entonces, cuando llegaron, como hoy, en pateras, desde los mares interiores buscando las costas sin remedio.


            Llegan estos jovenzanos por unos días a las casas algo remozadas por sus padres, las que fueron de sus abuelos, quienes tuvieron la fortuna de tener trabajo cuando entonces.


            Llegan, se divierten y aun se atiborran de alcohol y fumeteo sin remedio y aun dicen que esto es cojonudo, que qué bien me lo paso, que qué harían los pocos que aquí quedan si no fuera por nosotros que organizamos las fiestas, que qué paletos y cuántas casas desvencijadas, que ni piscina tienen, que quién va a venir a vivir aquí si no hay en todo el año más que un bar de mala muerte…


            Y ya en septiembre no quedan sino los viejos y los barrancos, y los regatos arramblados como esqueletos rotos. Y los ríos con las riberas llenas de maleza. Que quienes quedan saben que con unos centenares de cabras y unos cuantos rebaños de ovejas los montes no se quemarían y sin palabras huecas de los politiquillos al uso, algunos arribados y arrivistas, poniendo dinero de quienes pagamos impuestos, que somos los más, invirtiendo en transformar los granos de centeno, de avena, de espelta, de panizo, en piensos industrializados aquí mismo, ayudando a que cobren la P.A.C. (política agraria común) quienes trabajan la tierra y no los terratenientes, incentivando a los profesionales que forman en las escuelas a los niños, a los sanitarios que van de aquí para allá, a las mismas gentes que aún y pese a todo quieren seguir aquí, a los inversores de una industria turística que sólo se puede mantener si quienes acuden a su disfrute tienen trabajo en otros lugares y aún vida por delante.


            Quienes cuando fuimos niños se nos llevaron en los años cincuenta, ya del siglo pasado, a los suburbios de las ciudades, cuando la vivienda era un lujo escaso y compartimos sin saberlo los desvelos en el trabajo día sí y noche también de nuestro padre, las rodillas ensangrentadas de la madre de tanto fregar suelos y las manos quemadas por la lejía, no sabemos qué hacer ya, o yo no sé, salvo querer a esta tierra, hablar de ella, compartirla, levantar una casa y devolverla a la vida.


   … Señores políticos que manejan el cotarro de los dineros de los demás, incentiven a inversores y residentes y déjense de milongas fotográficas alrededor de mesas comilongas.



Orrios. Esqueletos rotos. @ cac.



Cerró la puerta, ató el ronzal, astilló el garrote... y el que venga detrás que arree.   @ cac.



Como en el Poema del Cid: vio puertas abiertas e uços sin candados@ cac.



Una esperanza... la humilde flor del azafrán silvestre. Por El Campillo.  @ cac.



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lunes, 12 de agosto de 2024

El escultor Luis Pascual Ferrer y su última "martingala". Perales de Alfambra

 


Luis Pascual Ferrer en el tajo. Perales agosto 2024


 

       Luis pascual Ferrer es un escultor nacido en Fuentes Calientes (Teruel) donde tiene sus raíces familiares bien asentadas.

         Con ocho ninots indultats falleros se ha ganado un puesto ilustre en el arte efímero devorado por el fuego de las fiestas mayores valencianas.

         Cualquier material se convierte en sus manos en arte escultórico.

         El autor no hace más que dar forma a las “martingalas” que en su mente se muestras como obsesiones.

         Hay que conocer estas tierras turolenses y a estas gentes de aquí para comprender estas “martingalas”.

         Pásense por Perales del Alfambra y encontrarán su última “martingala”. Esta que muestro aquí. Un árbol semiseco de los llamados del paraíso modelado a golpe de motosierra, cincel y gubia se ha convertido en unas horas bajo un sol abrasador en esta figura.

         Aquí está, junto al parque que accede a la iglesia.

 

Luis Pascual Ferrer, martingala, homenaje a la mujer rural. Perales. Agosto 2024


 

Nota al pie.- Ahí quedan también, simbolizadas en esa cara y en esos ojos vivos y labios abultados, las gentes de distintas nacionalidades que estos últimos años se han asentado en Perales, atraídas sus familias por los puestos de trabajo que ofrecen los rebaños de ovejas, las granjas de gallinas ponedoras, la elaboración de quesos exquisitos con leche de cabra y de oveja.

         El pueblo recibe inmigrantes después de los años de emigración que sufrió como tantos y tantos lugares turolenses.

         Un CRA (Colegio rural agrupado) y una escuela infantil muestran el presente y futuro de Perales.

         Este pueblo y los lugares de alrededor están llenos de Historia por conocer desde tiempos medievales hasta hoy.  Fueros, Encomiendas reales, Comunidad de aldeas, Órdenes militares, dolorosas circunstancias manipuladas con falsedades de nuestra última guerra civil esperan que algún día aparezcan con luces de la investigación rigurosa y dejen constancia como Luis Ferrer Pascual ha hecho convirtiendo la “martingala” obsesiva estudiada en obra de arte.