lunes, 22 de marzo de 2021

1939. Orrios. Alfambra. De cuando regresaron los evacuados.

 

 

José, con su hermano Juan ya castigado con sus problemas en la vista y dos nietos de este: Juan y David. Hacia 1980. foto cac.

 

            Había ido a verlo por estar con él un rato, porque al día siguiente iba a cumplir noventa y dos años. Por eso su nombre, José. Le regalé la fotografía de arriba. La miró con sus ojos atravesados por las dificultades de las cataratas, ya algo encorvado y con la voz débil de su edad y estuvimos hablando un rato. Le enseñé unos papeles que había consultado en el Ayuntamiento y me dijo algo así:

 Claro que me acuerdo. Yo tenía doce años cumplidos.

A quienes volvían de zona roja les hacían dejar todo lo que traían en los bajos del Ayuntamiento. Bien que me acuerdo. No me extraña que tú hayas encontrado esos papeles de los que me hablas. Bien que  me acuerdo, bien.

        A mi madre no le gustaba ni un pelo aquello. A gente de su misma familia, evacuada hasta pueblos de Valencia, por Segorbe y Bétera, en el mismo momento en que llegaron les quitaron cuanto traían y que si rojos y que si ladrones. Y a Pantaleona hasta la raparon.

        A nosotros nada. Sólo traíamos cansancio y  ganas de volver a casa por comenzar de nuevo el venga y dale de todos los días.

         Aún tuvimos que escondernos un par de veces en una cueva que había picado mi padre debajo de los cinglos del barranco Piazo, allá, encima del cementerio, para protegernos de las bombas que de vez en cuando sacudían. Ya se habían ido del lugar las tropas de Líster y de El Campesino porque los de Franco habían conquistado hacía unos meses Teruel. Algunos del pueblo se dedicaron a buscar balas y chatarra desperdigada de los obuses porque enseguida llegaron los espabilaos que  compraban los hierros y el cobre. Donde más quilos encontraron fue en la ermita de san Miguel, en el barranco hacia el camino de El Pobo. Allí tuvieron los milicianos su polvorín y cuando ya comenzaron la retirada, cuando se corrió la voz que llegaba la caballería del coronel Monasterio, lo explotaron y sólo quedaron las piedras que tú bien conoces.

      Ya era tarde en el comienzo de aquella primavera para sembrar los secanos con centeno. Así es que mi padre se dio a labrar las tierras de regadío por ver si hacia el otoño podíamos recoger algunas patatas y hasta sembrar si es que encontraba simiente algunas remolachas y algo de alfaz porque los machos tenían que comer.

        Mi madre mientras tanto cavaba con el legón y la pala el cerrado del Regajo y el huerto junto a la iglesia. A mi maño Juan, el hermano mayor, después de acabada la guerra se lo llevaron a Fuerteventura y aún tardó un par de años en dejar de vestir el caqui. El otro hermano, Mariano, ya moceaba y trabajaba como un caín dallando ribazos, buscando girasoles rastreros para el puchero, tirando delante de los machos mientras mi padre labraba, regando y lo que se terciara. Lo que quedaba de año y el siguiente fueron los únicos en que yo fui a la escuela. Gregorio, el más pequeño, fue quien pudo ir un par de años más. No sé de dónde salieron la media docena de gallinas y la pareja de conejos que empezaron pronto a reproducirse. Puerco no tuvimos aquel año porque si algo nos faltaba llegó la peste y cuando conseguimos un par de lechones les entró el mal y se les pusieron las orejas y el morro royo. Así que se fueron a cascala. A los dos años le llegó la pulmonía a Isabel que ya llevaba desde la evacuación tose que tose y cuando yo volvía una tarde con la docena de ovejas con que empecé a guardar, me la encontré tiesa en los brazos de mi madre.


            Fue entonces cuando le enseñé el papel.

 

 

Original en A.M.A.

Prendas decomisadas por el Ayuntamiento de Alfambra fecha 20 de abril 1939. Son las siguientes: 1 colcha azul de cama pequeña, 3 sabanas, 1 rrefajo, 1 par de hinaguas, 1 toalla, 1 camisa de mujer. Estas prendas le serán rreblamadas a su debido tiempo por la vecina Maria Villa Romero por que son suyas. 

Original en A.M.A.

 

fecha llegamos al pueblo el dia 12 de anril  Ropas usadas  1 manta de palencia laboriada 1 colcha usada de color de rosa 3 pares de bragas nuevas 6 pares de canzoncillos de hombre cortos 6 pares de ynaguas usadas 2 pares de pantalones de melitar nuevos 4 sabanas usadas 2 almadones usaos 1 abrigo de mujer usao una bata usada y un guadapolbo usao4 camisas de color usadas de hombre 1 abrigo de hombre nuebo3 toallas 1 par de calcetines nuevos de hilo 4 pares de calcetines de hombre 5 madejas de algodón royo y par de andalias blancas unas alpargatas azules unos zapatos de mujer royos otros de hombre unas polainas 3 sogas de cáñamo 2 de esparto 1 cincha y 1 cabezada 1 azuela 3 platos 2docenas de cucharas y par de tijeras la cabeza de la maquina de coser 50 K de arroz blanco me entregaron 10  30 K de arroz de cascara.   Isabel Fortea Yranzo.

   No hace falta que me enseñes más, me dijo, con esto tengo bastante.

 

Llevaba conmigo otro documento que reproduzco aquí.

Original en A.H.P.Teruel.


 La tal Concepción Ballesteros, viuda de Núñez, que se interesa por las gentes  que pasan necesidades vitales, era hija de Ceferino Ballesteros, industrial naviero y terrateniente. Habitaba en el palacio que reproduzco a continuación, situado en el paseo del Prado, en Madrid.  El edificio fue derruido y en su lugar se levantó el que alberga actualmente la Dirección general del tesoro. 

 

Antiguo palacio de Ceferino Ballesteros. Paseo del Prado, Madrid.

Dirección general del tesoro. Madrid. En el lugar donde estaba el palacio de Ceferino Ballesteros.


 

 


 

lunes, 15 de marzo de 2021

Orrios. De cuando Enrique Líster se instaló aquí. La evacuación.

 

 


 

De cuando el  Estado Mayor de Enrique Líster se instaló aquí.

 

            Aquel invierno hizo un frío que se jodía la perra.

Habíamos pasado el año bastante tranquilos. En el verano de aquel 1936 unos milicianos se aposentaron en el pueblo. Quemaron las imágenes de la iglesia, dispararon unos cuantos  tiros a los arcos de piedra de la entrada, les quitaron algún cordero a las gentes que más tenían y dijeron aquello de que nadie es más que nadie. Pero cuando vieron los del lugar que aquello de la colectividad agraria no iba a dar resultado y que acabarían mal y aún peor unos contra otros, quienes se habían hecho cargo del llamado comité revolucionario dijeron que a parar, que todos tenían hijos en un frente u otro de la guerra, que quien más quien menos arrastraban necesidades y aún hambre y que allí no se iba a fusilar a ninguno fuera quien fuese y de una familia u otra.

            Así es que durante todo 1937 tuvimos por las casas, por las calles y por los barrancos y bancales a soldados imberbes y aun cetrinos que no sabían muy bien qué hacían por allí además de aprender sobre la marcha a picar en las laderas de los cerros, a sacar piedras para levantar parapetos, a cocinar un rancho para todos, a despellejar alguna oveja y hasta a echarle el ojo a alguna moza de la que se enamoraron y con quien se casaron. E incluso después de la guerra tuvieron que volverse a casar pues la santa madre iglesia católica, apostólica y romana, vencedora en la guerra, no dio por bueno su matrimonio y sus hijos resultaron vástagos de un concubinato.

            Todo se complicó a finales de 1939, en aquellos días ventosos de hielo y nieve. Empezaron a llegar por allí camiones y armatostes, motoristas que iban trotando por los baches de los caminos como enlaces de los mandos, mulos que transportaban los ranchos a quienes ocupaban las posiciones en las trincheras, otros que tiraban de las plataformas de los cañones y más allá, ya por los Pelarchos y la loma de Santa Ana llegaban hasta los altos de Celadas los tanques que zambombeaban. Y entonces aparecieron las pavas y los demás aparatos de los alemanes y otros mosquitos de la aviación republicana. Ya nosotros no sabíamos cuando eran de uno o de los otros. Caían bombas por todos lados. Muchos soldados se quedaron para siempre entre barrancos y carrascas. Los heridos se recogían en la casa del Marqués y luego, si se podía, los llevaban hasta el hospital de Cuevas Labradas.

            Y los mandos militares dijeron a las gentes del lugar que se marcharan. Y allí comenzó la desbandada que llamaron evacuación. Los caminos más fáciles eran los que llevaban, después de cruzar el río, hacia la Rambla de la Hoz, por el Cobacho y Las Mangas, hasta las tierras de Alfambra, y, por Aguatón, bordeando la peña Palomera, desembocar entre ramblas hasta Torremocha.

            Allí los ejércitos franquistas se habían aposentado desde el primer día y habían arramblado con vidas de gentes a quienes los italianos allí presentes llamaban rojos y más rojos.

            Mis abuelos y mis tíos y muchos más fueron hasta el Jiloca en desbandada por los caminos y las sendas bien conocidas por ellos, caminando en noches y madrugadas y refugiándose durante el día en corralizas, parideras y como gazapos entre los covachos de las piedras de las ramblas, con sus carros, sus mulos, sus gallinas colgadas cabeza debajo de las samugas y con algún puerco metido en los serones. Quien tenía, un saco de patatas y algún espaldar de tocino rancio para matar el hambre.  Mi padre ya andaba reclutado a la fuerza por los lugares del Pirineo, allá por Llavorsí. En Torremocha estuvieron cobijados en un pajar hasta que llegó la primavera, cuando ya los ejércitos fueron hasta el Ebro y se armó la marimorena de muerte y destrucción, cercano ya el final de la guerra.



 

            Al poco, ya en Orrios, el frío y la poca comida llevaron a Isabel, la más pequeña de la casa, a una pulmonía de la que no salió. Se quedó muerta entre los brazos de su madre, mi abuela.

            Un poco antes había aparecido por Orrios Enrique Líster y el estado mayor de su División, siguiendo las órdenes recibidas por el general Rojo y por Ibarrola, su mando más inmediato. Se instalaron en la casa que decíamos de Adela, la casa grande que fue de los administradores de los comendadores sanjuanistas, los Báguena, que se quedaron aquí durante los siglos dieciséis y diecisiete y levantaron las eras con barbacanas de firmes piedras, cultivaron y arrendaron sus tierras y hasta cedieron la Cañada de Fuentes con pagos en especie en forma de gallinas. Algunas de sus huertas se convirtieron en lugar donde se levantó la nueva iglesia en la que se asentaron los curas de su misma familia con derecho a diezmos y primicias. La misma iglesia tiroteada por los milicianos que llegaron en aquel verano del treinta y seis.

            Líster y su plana mayor se instalaron en casa de Adela. Allí prepararon el ataque sobre Teruel y allí se volvieron a refugiar cuando los primeros días del treinta y ocho consiguieron tomar la ciudad. Exhaustos todos los soldados, muertos muchos de ellos, con congelaciones y amputaciones consecuencia de aquella batalla que les exigía de nuevo volver al frente, a la primera línea de combate porque Franco, sus generales y la legión Condor consiguieron de nuevo la ciudad. Antes Líster se plantó ante Ibarrola en defensa de su gente y fue el general Rojo quien reconoció sus servicios dándole el grado de General.

            No nos ha quedado ninguna fotografía de aquellos días con estos militares en Orrios. También anduvo por aquí El Campesino y su Brigada y los jefes de las Brigadas internacionales, todos dirigidos por Líster. Y hasta es posible que el comisario político y poeta Miguel Hernández pisara estas calles. Pero no tenemos ningún recuerdo gráfico situado en Orrios aunque algunos quieran situar la fotografía del poeta de Orihuela en Orrios.



 

 Dejo aquí algunas páginas de las memorias de Enrique Líster referidas a Orrios.  (cfr. Enrique Líster.- "Memorias de un luchador". Del Toro editor, Madrid, 1977)

Una de la páginas de las memorias de Enrique Líster referidas a Orrios.




 

           

 

martes, 9 de marzo de 2021

Allepuz. 1942. De cuando el cura, el alcalde y la guardia civil cortaban el bacalao.

 

 

Primera comunión. Publos de Teruel. Años 50.

 

          Allepuz. Año 1942.

    Acérquense ustedes por este lugar. Por Allepuz.  Tomen desde Teruel por la carretera de Cantavieja y justo cuando el camino vuelve a ascender después de caminar por el altiplano de Cedrillas y El Pobo encontrarán este lugar. Recostado, protegido por una masa pétrea y mirando al sur, para recibir el sol del mediodía, antes de comenzar esa ascensión al puerto y valle al que de inmediato se abre y que llaman Sollavientos. El viento solla en estos parajes cuando el cierzo arrecia y el valle de su nombre, protegido por las elevaciones de la sierra de Gúdar, se dulcifica y relumbra con el mismo sol que acaricia los sembrados tardíos de los trigos.

    Es tierra hermosa, sí. Y dura para el trabajo. Por eso se ha quedado sin gente. La emigración por estos lugares se hizo necesaria. Hoy quedan, como cantaba Labordeta, “los viejos y los barrancos”. Poca gente que labra los bancales de las masadas, muy pocos pastores y no muchas ovejas, residentes en ciudades que regresan unos días en verano para abrir la casa de sus padres, de sus abuelos. Un palacio de los tiempos de las órdenes militares reconvertido en hostelería, una escuela abierta, que no es poco por estos lares, dependiente del C.R.A. de Cedrillas que lleva el nombre de Palmira Pla, la maestra republicana, exiliada y regresada con la democracia posfranquista. Una honra.

 

      Aquí, la pasada guerra civil dejó sus profundas heridas, los vencedores pasaron sus facturas, si faltaba algo el maquis actuó por estar tierras. A las gentes les dieron bofetadas, tiros y cárcel por todos lados. Las necesidades, el hambre, la miseria se enganchó en los hombres y mujeres. Sólo tierra de secano, hermosa sí, muy hermosa, y muy dura. Por mucho que padres e hijos trabajasen un día y otro en el dale y venga de siempre, la tierra da lo que da, mucho trabajo y poca cosecha.

   Y, sin embargo, miren ustedes cómo actúa el Cura del pueblo, denunciando a las gentes ante el factótum Gobernado civil de turno, como el mago de la tribu inquisitorial.

        Estamos en 1942.

    Lean el texto y luego hablamos.

Añado notas a pie de los textos.

 


Original en AHPT.

 

     

Exmo e Ilmo Sr.

  El que suscribe Cura Ecónomo de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Purificación del pueblo de Allepuz, provincia y Obispado de Teruel, a V.E. con todo el respeto y sumisión de un súbdito[1], tiene el alto honor de dirigirse, como en otra ocasión no lejana lo hice, en súplica de cuanto sigue:

         Cumpliendo un deber sacerdotal, velando por el amor a mi ministerio y en la sana interpretación de una ley[2] que ampara los derechos de Dios en una nación católica (Nuestra Madre España)[3] y al mismo tiempo aportando mi granito de arena que es necesario para el nuevo resurgir de la Patria, considerando que es un acto de envilecimiento el que constantemente se oiga en plena calle el nombre de Dios por tierra con blasfemias[4] execrables, propias únicamente de un ser inculto e incivilizado, quebrantando, por otra parte, el precepto dominical con trabajos que bien podrían llevarse a cabo en otro día feriado, sin perjuicio por ello del bien social, embruteciéndose el hombre de este modo, pegado únicamente al terrón y viviendo tan solo vida material y lo que es todavía más sensible que quede el pudor y la vergüenza hecha harapos en un salón de baile, entre jóvenes de ambos sexos[5], oyendo frases tan groseras que hasta dudo si tendrá letras el idioma[6] que puedan expresar tales ideas, en vista de estos tres puntos, ruego a V.E. si cree justo el sentimiento tradicional de este pueblo, ordenar lo conveniente a esta Corporación Municipal de mutuo acuerdo con este humilde sacerdote, para poner en ejecución y cortar de raíz estos abusos, de los que se han surgido ya graves infamias en el último caso citado y a ser posible que la juventud se divierta, sí, pero … al aire libre y con la luz del día, no en las altas horas de la noche.[7]

         Gracia que sabrá y tendrá en cuenta por el bien de la Religión y España y a quien Dios guarde muchos años.

                   Allepuz 12 Marzo de 1942.

Firmado.-  Salvador Martín[8]

Exmo e Ilmo Sr. Gobernador Civil de la Provincia de Teruel.

 

        

                          Excmo Señor

 

  En atención a su respetable y superior escrito nº 1843, Negociado 3º  fecha 17 del actual, referente a que se observen las disposiciones dictadas sobre la Blasfemia, descanso dominical y bailes públicos: Tengo el honor de participar a la superior Autoridad de V.E. que en esta demarcación se vigila[9] por su cumplimiento; significándole a la vez que por el momento no se conocen detalles de algún contraventor.

            Dios guarde a V.E. muchos años.

            Allepuz 19 de Marzo de1942

                        El Comandante de Puesto

 

Excmo. Señor Gobernador Civil de la Provincia de Teruel.

AHPT.

 

           

 

 

 

En cumplimiento a su respetable escrito de fecha 1º del corriente, Negociado 3º, nº 3469 relativo a cierta denuncia que existe en el Gobierno Civil, relacionada con bailes, blasfemias y descanso dominical: tengo el honor de participar a la respetable Autoridad de V.E. que el Cabo que suscribe se incorporó a este Puesto con fecha 16 de abril próximo pasado y hechas las averiguaciones convenientes, para venir en conocimiento de la verdad del caso que nos ocupa, el que suscribe, no ha podido averiguar se hayan cometido tales infracciones, y menos conocer a los contravertores[10], ya que de las interrogaciones hechas al efecto no han dado resultado favorable, no obstante continúan estas, que de resultar verídicas, daré a V.E. oportuna cuenta.

            Desde bastante antes de la incorporación a este Puesto del que relata, estaba prohibidos todas clases de bailes a tenor de lo dispuesto en su escrito de fecha 17 de marzo y después de su incorporación, no ha tenido ocasión de sorprender en todo el tiempo que lleva en esta residencia, a persona alguna trabajando los días festivos ni blasfemando, lo que en caso de llegar a efecto. Serían denunciados a su digna Autoridad. En armonía con lo dispuesto en su respetable escrito de fecha 17 de marzo pasado, registrado al nº 1843, ruego a V.E. si a bien lo tiene, sea comunicado si queda prohibido por completo el baile en esta localidad tanto público como en salón cerrado, ya que siendo el día 12 las fiestas de la liberación de esta localidad por las Gloriosas Fuerzas de Nuestro Caudillo[11], de no recibir orden en contrario, continuarán suspendidos, así como si los días festivos puede hacerse baile en la plaza pública de esta localidad, dentro de los preceptos legales de la moralidad y el orden[12].

            Dios guarde a V.E. muchos años.

            Allepuz 3 de mayo de 1942.

                                   El Comandante de Puesto


AHPT

 

 

 

 

                                   Exmo. Señor

 

 

            A las 6 horas del día de ayer[13] por el que suscribe y el de igual clase Paulino Rodrigo Zamora, prestando el servicio de correrías por la demarcación de este Puesto, al llegar al paraje denominado el “Rabal”, término municipal de Allepuz, fueron sorprendidos los vecinos de esta localidad José Dolz Gimeno, de 67 años, casado, oficio labrador, Miguel Dolz Villarroya, de 17 años, soltero, oficio labrador, la señora Inacia Alegre Vicente de 45 años, casada y dos hijas suyas, los cuales estaban en las tierras de su propiedad y recogiendo unas coles el día de “Corpus-Cristis”, inglijiendo el descanso dominical.

            Lo que tengo el honor de denunciar a la respetable y superior Autoridad

De V.E. para los efectos que en justicia procedan.

            Significándole que la referida Inacia Alegre Vicente es esposa del teniente Alcalde de este Ayuntamiento y Miguel Dolz Villarroya, hijo del Concejal de la referida Corporación.

            Dios guarde a V.E. muchos años.

            Allepuz 5 de Junio de 1942.

            El guardia 2º Encargado

                                   Manuel Ríos, Firmado.

 

Exmo. Señor Gobernador Civil de la Provincia de Teruel.


AHPT.

 

 

 

            Habiéndose recibido en este Gobierno Civil denuncia contra JOSÉ DOLZ GIMENO, MIGUEL DOLZ VILLARROYA Y DOS HIJAS SUYAS que estaban trabajando el día del Corpus en uso de las atribuciones que me están conferidas he resuelto imponer la multa de CINCUENTA PESETAS[14] a los cabezas de familia que deberán hacer efectiva en el improrrogable plazo de ocho días a partir de su notificación en el Negociado 3º de este Centro y en su totalidad en papel de pagos al Estado, pudiendo contra esta providencia interponer recurso de alzada ante el Excmo. Sr Ministro de la Gobernación en el indicado plazo de tiempo previsto y depósito de su importe en la caja General de Depósitos de la delegación de Hacienda de esta capital y a mi disposición.

            Lo que participo a Vd. para su conocimiento y notificación en forma legal a los interesados.

            Dios guarde a Vd. muchos años.

            Teruel 9 junio 1942.

            El Gobernador Civil

                        P.D.

 

Sr. Comandante de Puesto de la Guardia Civil. Allepuz 

AHPT.

          

 

 

       Habiendo infringido la Ley del precepto dominical que manda el más exacto cumplimiento mientras se celebran los Oficios pertenecientes al Santa Sacrificio de la misa[15], los vecinos de esta localidad Juan Villarroya Buj y Cesareo Barea Martínez, y velando por el interés de la Iglesia y la sumisión debida a Nuestros Gobernantes y habiendo sido denunciados por mi persona, lo comunico a V.I. a los efectos consiguientes.

                        Allepuz 5 de Julio de 1942

                                   Salvador Martín, Ecónomo

 

Sr. Ayuntamiento del pueblo de Allepuz.

AHPT.

 

 

Ayuntamiento de Allepuz (Teruel)

 

                        Tengo el honor de remitir a V.E. el adjunto escrito denuncia presentado en esta alcaldía[16] por el Sr, cura párroco D. Salador Martín Navarrete contra los vecinos Juan Villarroya Buj y Cesareo Barea Martínez por infracción de la Ley de Descanso Dominical durante los oficios del Santo Sacrificio de la misa con el fin de que por V.E. sea impuesta la sanción que crea justa y tenga por conveniente.

            Dios guarde a V.E. mº as.

 

                                               Allepuz 6 julio 1942

 

                                               El Alcalde

                                                   Firmado: Luis Pérez

Exmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia. Teruel

 



AHPT

 

 

 

 

 

 

                       

 



[1]  “Súbditos”. La selección léxica y sintáctica que realiza el cura resulta barroca y recuérda las homilías a las que acostumbraban a someter a sus súbditos fieles al asistir a la misa y diversos oficios religiosos de la época. A ver quién era el guapo que se atrevía a pararlos o levantarles la voz. Los curas se sentían dueños y señores de sus fieles súbditos.

[2] La ley a la que el cura se refiere la pueden encontrar en https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1940/200/A05000-05003.pdf    , publicada en 1940, entre otras lindezas dice LEY DE 13 DE JULIO DE 1940 relativa al descanso dominical. La voluntad firme del Estado español, declarada en el Fuero del Trabajo, de renovarla tradición católica de justicia social sobre el concepto humano del ejercicio de las activi­dades productoras, requiere absoluto respeto a las leyes divinas, para cuyo cumplimiento, la legislación positiva debe proveer una ordenación conveniente.

Artículo primero.—-Queda prohibido, en domingo y en las fiestas oficiales de carácter re­ligioso todo trabajo material que suponga empleo de la actividad humana mediante el ejercicio de las facultades físicas, así como también el trabajo intelectual por cuenta ajena, sin más excep­ciones que las expresadas en esta Ley. La prohibición establecida no alcanza a los trabajos realizados por cuenta propia por puro pasatiempo o destinados al mejoramiento del hogar.

 

 

[3] Derechos de Dios, en una nación católica, nuestra Madre España. Tópicos que se repetían una y otra vez.

[4] Mentar el santoral y los objetos de culto eclesiástico (copón, custodia, hostia…) por parte de los labriegos y pastores en el mundo rural ha sido hasta hace muy poco tiempo costumbre inveterada. Los mulos eran arreados con voces consideradas como blasfemias. El cura, como vemos, califica a quienes hacen uso de las mismas de incultos e incivilizados. Pegados al terrón o destripaterrones.

[5] Gran escándalo el baile entre ambos sexos. Incitación al pecado.

[6] ¿Cuáles serían las palabras o frases que escucharía el mosén que ni siquiera se atreve a reproducir y que ni encuentra las palabras apropiadas?

[7] No me resisto a suscitar la ironía que la escritura del cura me produce. Suponiendo que los jóvenes y las jóvenes de entonces hicieran las bellaquerías insinuadas las realizaran de noche y enceladas, ¿no producirían mayor escándalo a la plena luz del día?

[8] Salvador Martín Navarrete. Así se llamaba el cura que ocupaba el lugar. Como él abundaban en aquella época por aquellos lugares y otros pueblos de España.

[9] Vigilar por “las buenas costumbres” estaba encomendado a la guardia civil. El informe se produce tan sólo siete días después de que el cura eleva su escrito ante el gobernador civil de turno de la provincia de Teruel.

[10] “Contravertores” dice el nuevo jefe del Puesto de la guardia civil en Allepuz. Se ha hecho cargo del mismo el 16 de abril y el cura debió insistir en su vigilancia porque firma el comandante de puesto el 9 de mayo. Insiste en la prohibición que había desde el 17 de marzo en el pueblo.

[11] El guardia supone que los bailes conmemorativos de las fiestas de la liberación del pueblo por nuestro ínclito Caudillo también se verán afectadas. Uno se pregunta si hasta se podría cantar una jota que ensalzara al ínclito Caudillo.

[12] ¿Entraría la jota entre la moralidad y el orden?

[13] Esta sí que es buena. Son las seis de la mañana. Los guardia al acecho “in vigilando” en su servicios de correrías. Es el día del “Corpus-Cristis” según escribe el informante. Una familia, al frente una persona de 67 años, es denunciada porque está recogiendo coles en su huerto, “infligiendo”, así escribe, el descanso dominical. “Manda güebos”. Es el día 5 de junio de 1942. Festividad en ese momento del Corpus.

[14] Tan sólo cuatro días más la multa se confirma. Cincuenta pesetas. Por trabajar en festivo y en su propia tierra y para subsistir, recogiendo coles. Y a pagar en ocho días. Y si quieren recurrir, primero pagar y luego, ya veremos.

[15] El cura un mes después sigue erre que erre y denuncia a otros dos lugareños porque no van a misa, por tanto han estado trabajando incumpliendo el invocado descanso dominical. Se trataba de salvar las almas de las gentes con sumisión debida a nuestros gobernantes, dice el mosén.

[16] El Alcalde, al día siguiente, eleva la denuncia del cura ante el Gobernador. Aquí paz y allá gloria.