José, con su hermano Juan ya castigado con sus problemas en la vista y dos nietos de este: Juan y David. Hacia 1980. foto cac. |
Había ido a verlo por estar con él un rato, porque al día siguiente iba a cumplir noventa y dos años. Por eso su nombre, José. Le regalé la fotografía de arriba. La miró con sus ojos atravesados por las dificultades de las cataratas, ya algo encorvado y con la voz débil de su edad y estuvimos hablando un rato. Le enseñé unos papeles que había consultado en el Ayuntamiento y me dijo algo así:
Claro que me acuerdo. Yo tenía doce años cumplidos.
A quienes volvían de zona roja les hacían dejar todo lo que traían en los bajos del Ayuntamiento. Bien que me acuerdo. No me extraña que tú hayas encontrado esos papeles de los que me hablas. Bien que me acuerdo, bien.
A mi madre no le gustaba ni un pelo aquello. A gente de su misma familia, evacuada hasta pueblos de Valencia, por Segorbe y Bétera, en el mismo momento en que llegaron les quitaron cuanto traían y que si rojos y que si ladrones. Y a Pantaleona hasta la raparon.
A nosotros nada. Sólo traíamos cansancio y ganas de volver a casa por comenzar de nuevo el venga y dale de todos los días.
Aún tuvimos que escondernos un par de veces en una cueva que había picado mi padre debajo de los cinglos del barranco Piazo, allá, encima del cementerio, para protegernos de las bombas que de vez en cuando sacudían. Ya se habían ido del lugar las tropas de Líster y de El Campesino porque los de Franco habían conquistado hacía unos meses Teruel. Algunos del pueblo se dedicaron a buscar balas y chatarra desperdigada de los obuses porque enseguida llegaron los espabilaos que compraban los hierros y el cobre. Donde más quilos encontraron fue en la ermita de san Miguel, en el barranco hacia el camino de El Pobo. Allí tuvieron los milicianos su polvorín y cuando ya comenzaron la retirada, cuando se corrió la voz que llegaba la caballería del coronel Monasterio, lo explotaron y sólo quedaron las piedras que tú bien conoces.
Ya era tarde en el comienzo de aquella primavera para sembrar los secanos con centeno. Así es que mi padre se dio a labrar las tierras de regadío por ver si hacia el otoño podíamos recoger algunas patatas y hasta sembrar si es que encontraba simiente algunas remolachas y algo de alfaz porque los machos tenían que comer.
Mi madre mientras tanto cavaba con el legón y la pala el cerrado del Regajo y el huerto junto a la iglesia. A mi maño Juan, el hermano mayor, después de acabada la guerra se lo llevaron a Fuerteventura y aún tardó un par de años en dejar de vestir el caqui. El otro hermano, Mariano, ya moceaba y trabajaba como un caín dallando ribazos, buscando girasoles rastreros para el puchero, tirando delante de los machos mientras mi padre labraba, regando y lo que se terciara. Lo que quedaba de año y el siguiente fueron los únicos en que yo fui a la escuela. Gregorio, el más pequeño, fue quien pudo ir un par de años más. No sé de dónde salieron la media docena de gallinas y la pareja de conejos que empezaron pronto a reproducirse. Puerco no tuvimos aquel año porque si algo nos faltaba llegó la peste y cuando conseguimos un par de lechones les entró el mal y se les pusieron las orejas y el morro royo. Así que se fueron a cascala. A los dos años le llegó la pulmonía a Isabel que ya llevaba desde la evacuación tose que tose y cuando yo volvía una tarde con la docena de ovejas con que empecé a guardar, me la encontré tiesa en los brazos de mi madre.
Fue entonces cuando le enseñé el papel.
Prendas decomisadas por el Ayuntamiento de Alfambra fecha 20 de abril 1939. Son las siguientes: 1 colcha azul de cama pequeña, 3 sabanas, 1 rrefajo, 1 par de hinaguas, 1 toalla, 1 camisa de mujer. Estas prendas le serán rreblamadas a su debido tiempo por la vecina Maria Villa Romero por que son suyas.
fecha llegamos al pueblo el dia 12 de anril Ropas usadas 1 manta de palencia laboriada 1 colcha usada de color de rosa 3 pares de bragas nuevas 6 pares de canzoncillos de hombre cortos 6 pares de ynaguas usadas 2 pares de pantalones de melitar nuevos 4 sabanas usadas 2 almadones usaos 1 abrigo de mujer usao una bata usada y un guadapolbo usao4 camisas de color usadas de hombre 1 abrigo de hombre nuebo3 toallas 1 par de calcetines nuevos de hilo 4 pares de calcetines de hombre 5 madejas de algodón royo y par de andalias blancas unas alpargatas azules unos zapatos de mujer royos otros de hombre unas polainas 3 sogas de cáñamo 2 de esparto 1 cincha y 1 cabezada 1 azuela 3 platos 2docenas de cucharas y par de tijeras la cabeza de la maquina de coser 50 K de arroz blanco me entregaron 10 30 K de arroz de cascara. Isabel Fortea Yranzo.
No hace falta que me enseñes más, me dijo, con esto tengo bastante.
Llevaba conmigo otro documento que reproduzco aquí.
La tal Concepción Ballesteros, viuda de Núñez, que se interesa por las gentes que pasan necesidades vitales, era hija de Ceferino Ballesteros, industrial naviero y terrateniente. Habitaba en el palacio que reproduzco a continuación, situado en el paseo del Prado, en Madrid. El edificio fue derruido y en su lugar se levantó el que alberga actualmente la Dirección general del tesoro.
Antiguo palacio de Ceferino Ballesteros. Paseo del Prado, Madrid.
Dirección general del tesoro. Madrid. En el lugar donde estaba el palacio de Ceferino Ballesteros.