domingo, 17 de abril de 2016

¿Qué se hicieron? ¿Dónde están?

 

Hace cincuenta años. Al sur de Aragón.




    Si en algún camino encuentras gentes con la casa a cuestas no les hables de su tierra que te miraran con rabia, con  rabia en la voz y el  viento, con la rabia que produce abandonar lo que se ama.



JOSÉ ANTONIO LABORDETA. CANTAR I CALLAR CARA A ...

https://www.youtube.com/watch?v=-nHDKVzHE5U

               

  
  Así cantaba nuestro añorado Labordeta hace unos cuantos años.
¿Dónde habrán ido a parar las gentes de esa fotografía?
   Los padres, de seguro, al pudridero. Quizás se quedaron en el mismo pueblo donde está tomada la fotografía. Es posible que el lugar fuera una masada aislada de la gente.
    ¿Se quedaron por allí los hijos? ¿Tuvieron que irse dónde fuera para no quedarse atrapados por la pobreza, el hambre y quizás la miseria?
     ¿Qué se hicieron? ¿Dónde están?

  En la imagen, detenida frente al tiempo, la familia está junta. Algún conocido, alguien que tuviera una cámara fotográfica, que no es poco, que andaba por allí, quizás pasando unas vacaciones veraniegas, les dijo que les iba a tomar una fotografía.
     Y ellos posaron para el retrato esperado. Hasta se acicalaron. Porque de dónde aquí que el padre llevase una camisa blanca para trillar la parva y unos pantalones de pana sin remiendos, que se quitase el sombrero y nos mostrara su cara cuarteada por el sol y el pelo lacio y cetrino de todos los días. De dónde aquí que el hijo mozo y los casi mozos vistiesen todos ese pantalón azulado sujeto con tirantes tan sin uso en estos lugares en el trabajo de todos los días. De dónde aquí que la moza luciera una falda hasta la rodilla y una rebeca del día de la fiesta del lugar.
      Para un hijo no ha llegado aún el mono de trabajo. Tiene que conformarse con sus pantalones cortos y su tirante cuarteado.
     La madre sostiene al más pequeño en brazos con la misma mirada seria y dolida que mantienen todos frente al retratista.
     Ninguno esboza una sonrisa. Han posado para el fotógrafo y éste se ha llevado el silencio de la tarde que ya se avecina. La única alegría parece estar en el mozuelo que sostiene al macho o la mula de ojos azabaches y hasta parece que posee orgulloso.
   Una mula o una macho, magra posesión para una casa de ocho bocas. Mal asunto en el venga y dale sin parar de todos los días si no poseen más que ese animal para el trabajo de la casa.
   En estas tierras se necesitaba un par de mulos para darle vuelta  al surco o para tirar del carro. Si sólo poseen uno el transporte siempre es a carga atada a las samugas y la labranza ni se sabe cómo fue. Quizás con otro de su mismo igual, que juntos ya son dos, le dieron la peineta a la parcela encosterada y sembraron a la vez.
   Por fin ha llegado el verano y la mies ya está en la era. Ha llegado la tarde y la parva está molida. Ha venido también el veraneante de turno y ha sacudido el retrato. Se ha detenido el aire mientras las albarcas del padre están enterradas en la paja, también las de sus hijos. Quizás la única hija, con su falda rodillera y su rebeca de punto, esconda algunas alpargatas miaja majas entre la paja y el escaso trigo de la parva ya molida.
  Queda aún barrastarla, aventarla, porgarla, llenar el par de talegas de centeno, cargarlas a la espalda hasta el pajar y llegar a la casa para echarse un bocado al cuerpo y lo mismo comenzar mañana.
   Era hace cincuenta años, más o menos, en cualquier lugar del sur de Aragón.
   Los padres hoy, de seguro, en el pudridero. ¿Y los hijos? Perdidos en algún lugar del mapa, como cantaba Labordeta, quizás ya envejecidos en los apretados pisos del extrarradio de Madrid o de Barcelona o de Zaragoza o de Valencia. Quizás tuvieron suerte y con el trabajo que encontraron por entonces, cuando se fueron, les llega hoy la pensión jubilada a fin de mes. Quizás alguno pudo, a base de esfuerzo, tener unos estudios que le abrieron otros caminos tan dignos, pero no más, que el que tuvieron sus hermanos, que nadie debe ser más que nadie. Quizás se hundieron en la vorágine de la vida, o se subieron al tren sin frenos de un lado a otro buscando el sol que más calienta y se convirtieron al dicho de “quien más chifle, capador” en depredadores de cualquier bocado que tuvieran delante y se subieron al estraperlo de la vida del pelotazo ambicioso, o se les llevó cualquier desahucio por delante.
   ¿Qué se hicieron? ¿Dónde están?


Hoy. ¿De dónde son?

¿Qué se harán? ¿Dónde estarán estos de aquí atrapados entre alambradas, denostados de un sitio y otro, atrapados entre guerras y hambrunas, medio muertos con el pensamiento puesto en sus hermanos y padres muertos que han quedado en el pudridero de un mar cercano, en unas costas del origen de la cultura europea?
    Estos de aquí y de ahora ni tienen mula, ni parva, ni ropa nueva. Sólo se agarran a la alambrada y gritan su silencio en la imagen del horror.


  ¿Qué se harán? ¿Qué no haremos una vez más?

 Cualquiera de estas tres fotografías es la nuestra. La tuya y la mía. Aunque no queramos reconocernos. La de hace cincuenta años, la de 1939 y la de hoy.

    “Canta compañero, canta, que aquí hay mucho que cantar, este silencio de hierro ya no se puede aguantar”. (José Antonio Labordeta)




1939. Republicanos españoles en campo de concentración francés.



           Si en algún camino encuentras gente con la casa a cuestas no les hables de su tierra que te mirarán con rabia. Con rabia en la voz y el viento, con la rabia que produce abandonar lo que se ama.


            

viernes, 15 de abril de 2016

Fiemo




¡Cuánto fiemo! ¡Cuánta mierda! Todo se filtra, nada queda.


                 ¡Me estoy muriendo de asco!

   Cuanto más estiércol extiendes en un campo mejores cosechas recoges, aunque si te pasas quemas la producción. Pero quien venga detrás que arree. Quede todo arrasado y que le den por el culo a la bicicleta.

    Ladrones de todas las esencias españolas: estais llenos de mierda, de fiemo. 

    Embalsamados de ambición sebosa dineraria, asesinos del trabajo diario, humilladores del esfuerzo biennacido, canallas de todas las latitudes, impostores del impuesto al sol, gánsteres y bancsteres engominados, chulos sin más, crápulas, malnacidos y cienmil adjetivos más... ... ...

      ... que los gusanos trituradores os conviertan en detritus y seais por siempre mierda entre la mierda, fiemo entre fiemo.                  
            Vosotros no sois España aunque os la hayais apropiado.


       Ya vale. Ya está bien. Ya no puedo más.
 
  Ya es hora de que salgamos a la calle a gritar con todas nuestras fuerzas silenciosas.

    


 

domingo, 3 de abril de 2016

Machote Félix de Azúa. "Nulla Esthetica sine Ethica".



   Al brigada Carrasco le gustaba el tocino frito y el morapio barato. Era el brigada de la banda de cornetas del Centro de Instrucción de Reclutas (CIR 8). Tenía tripa pancesca, papada grasienta y llevaba el uniforme de campaña más sobado que las ancas de Rocinante. Llegaba tambaleante con su gaita en la mano y era entonces cuando se arrancaba con su pachanga de "turutas al ataque, la merluza ya está aquí".
      Y es que en su pueblo alcarreño llamaban así al que agarraba unas tajadas, o castañas, o melopeas o cogorzas de órdago.             
Merluzas malolientes agarran algunos como las del brigada Carrasco.
  Los altivos, los estetas, los divinos gauchistas, los que mean colonias de lujo, los que lucen anteojos esquisitos, corbatas de seda, americanas de diseño fashion y pañuelo chic en su bolsillo presumido es posible que inhalen por su nariz prominente los aromas exóticos de su lujo refinado.
    Es posible que por eso sus neuronas masturbadas por sesiones universitarias y recientes académicas se alteren ante el olor de una merluza descamada por una pescatera.
    A la pescatera no le importa ni madrugar, ni palear el hielo, ni calzarse las botas protectoras, ni atarse delantales ni rascar las merluzas frescas que les agradan a los exquisitos de dedos finos manicurados, aunque se llamen Don Félix, el de Azúa, y hayan sido, hace ya unos cuantos años, novísimos poetas maoístas hoy devenidos en idiotas autobiografiados, más que machistas machos huidos de las ramblas barcelonesas para arrumbar en la gran vía madrileña de la airada aspirante a alcaldesa aguerrida y cañí, donde las merluzas nauseabundas agonizan en las manzanares charcas.
     Merluzas turuteras y besugos académicos en beodos amaneceres ya fueron esperpentizados magistralmente por Valle Inclán en su "Luces de bohemia", aunque, de cuando en cuando, algún rezagado asoma su morro topero por el callejón del gato.
 
      Machote tú, Félix de Azúa, t´as Colau. 
 
Félix de Azúa, fue antologado en "Nueve novísimos poetas españoles", gozador de la Gauche Divine, Catedrático de Estética en San Sabastián y Barcelona, Director del Instituo Cervantes de París,  fundador de "Ciutadans" hoy "Ciudadanos, poeta renegado de sí mismo, autor entre otras obras de "Historia de un idiota contada por él mismo". Hace unos días ha sido nombrado Académico de la Real Academia Española de la Lengua. 
     
 
Félix de Azúa. 
El escritor Félix de Azúa carga contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una entrevista concedida a la revista Tiempo. El filósofo considera que la dirigente de Barcelona en Comú es "como de risa", y apostilla: "Debería estar sirviendo en un puesto de pescado". Azúa, que hace tres semanas tomó posesión de la silla H de la RAE como referencia "en materias cívicas y culturales", en palabras de Mario Vargas Llosa, cree que Colau no está preparada para gobernar: "No tiene ni idea de cómo se lleva una ciudad ni le importa. Lo único que le importa es cambiar los nombres de las calles".



La alcaldesa de Barcelona ha contestado al académico de la lengua en las redes sociales, de manera muy contundente: "En las futuras definiciones de machismo y clasismo de la RAE, el señor Azúa podrá citarse a sí mismo ¡Qué honor!".


Imagen para el resultado de noticias
Colau se fotografía con pescaderas para replicar a Félix de Azúa





Una muestra poética de Félix de Azúa. ¡Todo un novísimo, sí señor!

 Antes morir que pecar

Estás triste, los desnudos no te afectan
y sus caricias resbalan por tu dorada piel.
Salidos de una piscina de sangre diluida,
estos ángeles rojos no te afectan y en ellos sólo ves bronce,
                                                                         Pollajuolo, Cristo.
Su llamada es lejana e insistente;
están maquillados con dureza y ellas muerden sus labios.

Estos desnudos te entristecen -¿ quieres que seamos amigos?-;
estos desnudos no te afectan,
aunque te embriagues con el aroma de tanta página.
¿Y la Virgen, oh María del Pilar, estos adolescentes
que aprietan pesadillas en pequeños sostenes
nubes de nylon y tormentos,
baños de espuma rosa, sus pesadillas?
Salen de un río de plata
y la naturaleza los disfraza como el Céfiro a Flora;
ellas miran de frente
como esperando ser dulcemente castigadas por un nazi.
No pueden afectarte los desnudos
vuelan entre ellos Perseo y CliteMnestra
y no piden cariño sino asombro,
¿su amigo vas a ser ? Suenan los cascabeles
cuando extiendes la mano y la sonrisa,
mas recuerdas,
y el huracán de la memoria mezcla cines y discos y muñecas:
alguien corta tus dedos. Estos desnudos,
estos vidrios latentes no deben afectarte.

Así, con un delirio de brasas y de lágrimas
tu enloquecido "no" los decapita.

¡Suicidios precedidos por el salvaje grito,
la frase eterna de San Luis Gonzaga!