Eh, Matacán, ¿ves como la cabra siempre
tira al monte?
Me lo dice mientras detiene su
punta de ovejas antes de que empiecen a ramonear buscando los ralos erizales de
la cuesta que asciende hasta los espartales de las Llanas.
Cuando
quiere y le da la gana me llama Matacán, otras veces me dice Telesforo o
Recaredo y cuando le apetece y qué más da me sacude un Marcial porque sí.
Siempre
lleva a medio encender un cigarro entre sus labios cuarteados por todos los
vientos y una barba de varios días por donde se le agarran las volutas del
tabaco que sacude de cuando en cuando.
Hoy
Eustaquio me dice lo de que la cabra siempre echa pal monte. Ya lo veo, ya,
le digo mientras señalo al macho cabrío que se adelanta a las ovejas, un ya
viejo choto al que le crujen las articulaciones de las patas, presumido de una
barba erguida y que huele apestoso aún de lejos mientras de cuando en cuando
nos mira en un desafío sin remedio.
Pero
Eustaquio me dice que no. Que esta mañana ha soltado el ganado algo más tarde
porque cuando al hacerse de día ha venido hasta la paridera ha visto que la
mañana iba a estar gris y de cuando en cuando llegarán los arreboles de este
marzo marceador. Por eso no tiene ninguna prisa. Total hoy las ovejas no
comerán nada y me tocará echarles pienso en las comederas. Y cada día el pienso
nos sale más caro. Y luego nos viene esa presumida que he visto en la
televisión cuando he vuelto a casa para coger el caldero con el guiso preparado
para los perros.
Todos
los miércoles se levanta de su asiento más pincha que un ocho y comienza
balanceándose de un lado a otro, de izquierda a derecha, con su pelo negro
separado por una raya desde la frente hasta el cogote. Antes dice algo que me
hace mucha gracia y que no sé lo que quiere decir. Aquello de “con la venia
señor presidente”. Pero si quien preside es una mujer con los pelos teñidos de
un rubio que son más tiesos que un caracol muerto.
Se balancea de
un lado a otro, abre una carpeta en la
que no sé qué lleva apuntado, presume de una mascarilla donde ribetea una
bandera española tú eres linda, lanza unas palabras llenas de salibilla con
mala baba a otra mujer que es ministra de trabajo o no sé qué, le dice no sé
cuántas veces de los sindicatos que los quiere para que esa ministracomunista,
como le llama siempre, los utilice para que la aplaudan, se mete con que la tal
ministra tiene un piso de cuatrocientos metros cuadrados o no sé cuántos más y
por el que no paga ni luz, ni agua, ni calefacción ni perrico que le ladre.
Y un día sí y dos también, creo que
es los miércoles, porque hoy es miércoles. verdá tú, Marcial, lleva unos
vestidos que le apelotonan un cuerpo que, mira tú, está bien ancona como
decimos por aquí. Y se los pone de todos los colores, bien apretados y bien dejados
caer. Y, eso sí, con su raya bien derecha, como la crin de la yegua que tenía
el tio Tolosa, desde la frente hasta el cogote. Y siempre con ese deje achulado
y flautesco con que si es abogada de estado no sé qué o del diablo vete tú a saber. Y que si ella ha llegado a
eso pues todas las mujeres pueden y que es cuestión de echarle codos al asunto
y ya está.
Codos no sé si habrá que echarles
pero sentadas en el coche que dice del que presume por los madriles, con un
aiga de esos que llevan un tigre o león o no sé qué, con la boca enseñando los
quijales y dando pitadas con su banderita tú eres linda por Madrid, diciendo
que no le llega para pagar la gasolina.
Joder con la tipa esta. Más chula
que un ocho, ya te digo. Pero si es que desbarra más que la burra que yo tenía
hasta hace unos años y a la que montaban tus nietos, ¿te acuerdas? La burra
aquella nunca se dejó que la herrasen. Por eso tenía las pezuñas tan largas y
tan jodidas. Desbarraba y desbarraba. Como esta tipa que hoy le ha dado por
ponerse una guerrera que ya hubiera querido yo pa mí mientras estuve en la
mili.
Y me se ha puesto encima de su teta
izquierda una banderola de marras relamida y reluciente y, al otro lado, encima
de la otra teta su nombre, que ni siquiera sé cómo se llama, sin graduación de
sargenta o tenienta o lo que sea. Y le ha sentado como si le hubieran dado una
patada en ese sitio que tú sabes y no te voy
nombrar. ¿A santo de qué viene llegar vestida de militara para decir lo
de siempre y como siempre y acabar con lo de ministracomunista?
Y va y se apoltrona después de un
último balanceo con su anca a la izquierda y a la derecha. Y a su lado un
barbas que sólo sabe leer en una pantalla, que tendrá mucho de los monteros con
sus rehalas de perros persiguiendo al jabalí, pero no sabe nada de estos cerros
y de estos montes. Que se venga por aquí y verá si aprende o no. Lo mismo que
el otro de su lado, ese que no ha trabajado en su vida, el del chiringuito de
siempre, el que no hizo la mili por mucho que mire a esta tipa con la guerrera
militara que se nos ha puesto hoy y que le sienta como una patada donde me lo
callo. Y luego los dos, hala, venga, como palmeros y tracatrá.
Ya te digo, Marcial, la cabra
siempre tierra al monte.
Pegó un chiflido
al ganao y arreó para arriba y no sé qué dijo que ya casi ni oí, algo así como,
coño con la chotacabra.
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