martes, 26 de marzo de 2013

Maldita sea





                   

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                                     Clemente Alonso Crespo.-  

martes, 19 de marzo de 2013

De nuevo sobre el Cardenal Santos Abril Castelló




                  Hace tiempo en este mismo lugar donde, de cuando en cuando, hablo sobre gentes y tierras para mí muy queridas, escribí unas líneas sobre un hijo de Alfambra que acababa de ser nombrado cardenal de la iglesia católica. Hacía un par de veranos que habíamos tenido la oportunidad de estar juntos excavando los restos de una capilla en la iglesia de Alfambra. Fue él, Santos Abril Castelló, quien en último término dio la solución que faltaba al momento de recomponer una pesada lápida de granito, donde estaba grabado el escudo familiar de los Sánchez Muñoz, quienes fueron herederos de la baronía de Escriche y tuvieron propiedades y casa solariega en Alfambra.

          La fotografía que publiqué entonces y que de nuevo traigo aquí habla por sí sola. Ahí estamos los cuatro, Santos, Joaquín, Marceliano y yo mismo enfarinados después de terminar los trabajos. 

                Estos días ha aparecido esta misma persona vestido de purpurado interviniendo en las sesiones del Cónclave y como acompañante del ya Papa Francisco en su primera aparición, cuando acudió a rezar en la iglesia de Santa María la mayor, de la que el alfambrino es Arcipreste hasta hoy.
              No sé qué futuro inmediato espera al cardenal, pero no sería extraño que pudiera ser nombrado secretario de estado, es decir, primer ministro del Vaticano. Entre los años 2000 y 2003 el alfambrino fue nuncio en Argentina y allí coincidió con el actual Papa que ya era entonces Obispo de Buenos Aires.

              Todos estos últimos días, en los distintos medios de comunicación, se habla y escribe del cardenal español, aragonés y alfambrino. Y se habla bien, que no es poco por estos pagos. Pero hasta ahora no he visto reflejado en ningún medio un hecho del que él se sentía muy contento. En agosto de 2.006, junto a su hermano Saúl, jesuita desde los años sesenta del siglo pasado en la India, presentó en Alfambra el libro cuya portada reproduzo. 


               Santos Abril Castelló es la primera persona que escribió un libro dedicado a Alfambra y a su historia. En las doscientas páginas de este libro se habla de los antiguos pobladores, de su lengua, de las órdenes militares que aquí se establecieron, de la iglesia y de las ermitas. Es, hasta ahora, el único libro que estudia en conjunto a Alfambra. 
              Tengo una deuda personal con el libro y con el autor. Gracias a ellos y a la insistencia de quien fue durante muchos años maestro en Alfambra, Joaquín Abril Pérez, vencí mi resistencia a sumergirme en los archivos y descubrir documentos sobre este territorio afectado por el antiguo Fuero de Alfambra y poder conocer su historia hasta los momentos actuales. No sé aún qué haré con tantos y tantos documentos, pero siempre guardaré una deuda con la enseñanza del libro de quien ahora está en la primera línea del gobierno vaticano.

             Espero algún día volver a caminar con él por los lugares que llevan de la Puentecilla hasta Orrios, o desde los Molinares a la ermita de San Juan, recordando que siempre será el humilde alfambrino hijo del tio Joaquín "el pitico".

jueves, 21 de febrero de 2013

Un trabajo: Esquilar a las ovejas.



@cac.


    Soy descendiente de un esquilador que llegó a Orrios desde tierras castellanas. Allí encontró a una mujer y allí echó raíces. Quizá venga de entonces aquel dicho que decía mi abuelo de que "merece la pena tener ovejas aunque sólo sea por la sierle". Cuando la sierle, el estiércol de las ovejas, se convertía en buen fiemo para el abono de las tierras. Quizás venga de ahí la afición que siempre hubo en mi familia por mantener un rebaño de ovejas. Mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre, mi tío José que aún sigue de pastor, con sus ochenta y cuatro años a cuestas.
    Llegó el antepasado para esquilar ovejas. A golpe de tijera. Es un trabajo que le deja a uno baldao, con la riñonada hecha polvo. Pero siempre se ha considerado bien pagado este trabajo de temporada. Aunque bien pocos lo han querido. Por su extrema dureza física, metido uno hasta los chancos entre los meos de la paridera, sujetando a las ovejas, haciendo correr la máquina entre la piel y la lana, mientras los goterones del sudor te caen por la cara y el sebo de la piel pringa las piernas y los brazos.
    Estos últimos años han llevado a cabo el esquilo, o esquileo, cuadrillas venidas desde lugares tan lejanos como Rusia o Uruguay. Pero hoy los tiempos son otros y la Cooperativa Oviaragón hace una convocatoria entre gentes que no tienen trabajo.
    Mi amigo Yahya, marroquí con doce años de residencia en España ha acudido a esta convocatoria.  Yahya ha trabajado en todo lo que le ha salido por tierras de Almería, de Murcia, de la Rioja, de Soria, de Aragón. Justo hace tres años consiguió traer a su familia, su mujer y sus tres hijos. Y justo hace ahora dos nació su última hija. Fue, cuando llegaron, el momento en se quedó sin trabajo. Cuando en su último tajo iba desde Zaragoza hasta Borja todos los días colocando tubos entre las zanjas. Fue el último trabajo de cuatro meses que el patrón no le pagó nunca. 
      Ahora Yahya ha ido a solicitar ese empleo de esquilador. Y teme que tampoco lo pueda obtener porque ni siquiera pudo contar los tantos y tantos sin trabajo que fueron a pedirlo. Sólo hay cuarenta y cinco plazas. Si lo aceptaran tendría que hacer un curso que lo capacitara y le pedirían doscientos euros. Eso no le preocupa. No los tiene, pero sabe que siempre tendrá un amigo que le echará una mano. Me lo dice resignado cuando acompaña a su mujer y a su hija a la clase de español para extranjeros donde hablamos y escribimos. Ya se le ha agotado la prestación por paro y las asistencias sociales están desbordadas. 
     
       ¿Qué pensarán ahora tantas gentes que salieron de estos pagos rurales cuando despreciaban este trabajo?
     ¿Sabrán algo tantos mangantes del choriceo político, especulativo, ladrón, monárquico, mentiroso, xenófobo, bancario, humillante, sinvergonzón, leguleyo, borracho de tanto chupar del bote robado hasta dejarlo seco por tanta tela de araña criminal?
    

@cac.

lunes, 11 de febrero de 2013

Nieve de mala raza




Orrios después de la borrasca de la noche. @cac.


           Parece que cayó algo pero se quedó en nada. Este febrero el loco está haciendo honor a su dicho y resulta un día peor que otro. Un día de calor, al siguiente una borrasca al que sigue otra y otra y otra sólo de viento que nos trae unas pugnas que se clavan como flechas heladas. Hasta la perra se jode de frío.
         Más lejos, por Canfranc y Jaca y Sallent y Benasque están ya hartos de tanta nieve aborrascada que corta carreteras, produce avalanchas y queda atrapada la riqueza blanca porque las estaciones de esquí se bloquean con los vientos y más vientos.
          En el llano, las tierras de Zaragoza se han anegado por las riadas y si llega de golpe el deshielo se volverán a encharcar cuando los ríos vengan mayencos.
         Aquí en Orrios, aún así, algo de casa y empiezo a podar los frutales por si quieren echar luego las flores y aguantan sin helarse con los primeros días de la primavera. Las rachas de viento casi me tumban y las ramas de los chopos que he desmochado se me agarran a los ribazos cuando trato de sacarlas de los linderos de la rambla. 
          Casi en la anochecida José vuelve a casa con su centenar de ovejas pudiendo más él que sus ochenta y cuatro años. Y Benedicto, ya sesentón pasado, sigue embozado entre la manta mientras su perro blanquinegro va y viene sin descanso marcando el lindero de un alfaz ramplón.
         Yo también regreso entonces a casa, embutizo en el pasamontañas, ligero el paso, con la moquita a cuestas, entre los campos helados y el río que ahora baja como un espejo.
        Es febrero. Ojalá nevara como dios manda y se dejara de estas borrascas que arrastran contra las piedras y ribazos la poca nieve caída.

Orrios. En su entrada poca nieve y de mala raza. @cac.


Orrios. Son los ribazos quienes aguantan la borrasca. @cac

        

sábado, 2 de febrero de 2013

España. Mierda.





                No necesitamos deformar la realidad con los espejos cóncavos como hiciera Valle Inclán en "Luces de bohemia".
               El tufo es tan fuerte que el olor entra por los ojos. Con abrirlos tenemos bastante.
               España es lo que es y algunos españoles, demasiados, son lo que son, una






   

               que se jodan

Aquelarre de la trágica mogiganga




          aunque rabien, como dice Max Estrella en el final de la escena once de "Luces de bohemia"

      "... Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy mascando ortigas.  ... La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mogiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos"

Marianoooooooooooooo   no te muerdas la lengua

miércoles, 16 de enero de 2013

Viejas fotografías





 
De izquierda a derecha Benedetto Lorenzo de Blanzas, Clemente Alonso Crespo, Eloy Fernández Clemente, José Antonio Labordeta, Luciano Gracia y Manuel Labordeta, en Cuarte de Huerva.






    Era el invierno de mil novecientos ochenta u ochentaiuno, no lo  recuerdo bien, no tengo ninguna anotación en el reverso de esta fotografía.
    Sí tengo muy presente que fue tomada en la plaza de la iglesia de Cuarte de Huerva, el pueblo donde nació Luciano Gracia. Habían decidido dedicarle el nombre de una plaza a nuestro amigo Luciano. Él estaba muy emocionado desde que unos meses antes se había enterado de este homenaje. Tuve ocasión de glosar en público la obra y la vida de nuestro amigo y luego, mientras decubríamos el mosáico con su nombre escrito en la que ya desde entonces aquí se conoce como la Plaza del Poeta, nos hablaba de su infancia en este lugar, de sus baños duranto el verano en el entonces caudaloso Huerva, de la enfermedad de su madre que llevó a la ruina económica a su familia, del saxofón del que no quiso desprenderse nunca su padre como homenaje a ella, de su ingreso en el orfanato, de su aplicación como maestro impresor y hasta José Antonio y Manuel hablaron de sus correrías nocturnas en la Zaragoza de sus mocedades.
     Hoy encuentro esta fotografía. Tan sólo quedamos vivos Eloy y yo.
     Queda la melancolía del reencuentro en una vieja imagen llena de nostalgia.