Mostrando entradas con la etiqueta Soliloquio palestino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Soliloquio palestino. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de septiembre de 2025

Soliloquio palestino

 


       Ya no tengo a nadie. Camino entre la gente. Solo. Voy. Sin saber adónde. Eché a correr. Estaba con mis padres. Con mis hermanos. Metidos debajo de un plástico. Lo único que teníamos. Con un bidón de agua. Medio vacío ya. Entonces no sabíamos dónde estábamos. Hacía ya dos meses que andábamos a trompazos. De un sitio a otro. Nuestra casa desapareció. Un zambombazo y adiós. Nos habíamos ido. Estábamos vivos. Mis padres, mis tres hermanos y yo. Mi padre ya estaba sordo. Los oídos rotos. Por las bombas. Mi madre con temblores sin parar. No podía sujetar ni a mi hermano más pequeño. De un lado a otro. Sin más. Sin saber. Sólo el mar. A nuestra derecha. Me habían dicho que aquello era el este. Que siempre camináramos hacia el sur. Que Egipto estaba por allá. Cada día más gente. Andando y andando. Hacia el sur, siempre hacia el sur decía mi padre. Olía a muerto. Muertos y más muertos. Ya ni los metíamos en la arena y los tapábamos. Luego las olas los llevaban adentro y afuera. Tanta agua y nosotros sin una gota. Ya no teníamos nada. Unos aviones. Como chacales nos tirábamos todos. Algo de harina. Para qué. No teníamos cómo encender fuego. Agua. Agua. Y el agua no llegaba. Caminábamos. La gente caía. Algunos no se levantaban. Lloros y más lloros. Sin lágrimas. Ya no sentíamos el desgarro de las voces. 

    Lo vimos llegar. Un obús envuelto en fuego. Me desperté lleno de sangre. Solo. Estaba solo. Ni mi madre. Ni mi padre. Ni mis hermanos. Muertos por todos lados. Me ahogo. Quiero agua. Sólo agua. Me voy a llenar de agua. Me arden los pies sobre esta arena. Las olas me llegan ya a la cintura. El cuerpo me duele menos. La boca llena de agua. Salada. Me llena. Me muero. Me muero. Ya.