Canfranc. La nieve espera a los viajeros. @cac. |
Carretera y coche. No hay otra para
llegarme hasta Toulouse. El tren sigue esperando. Rotos aún los puentes. Larán,
larán. Sí, ya veremos si la hacen. Quiero decir si la ponen en funcionamiento,
porque la vía está hecha.
Al menos el tren ya llega hasta Bedou.
Desde allí, vía Oloron y Pau, el ferrocarril conecta con todos los caminos de
Francia.
Mientras tanto … el Monrepós sigue en obras,
a un lado y a otro, incluidos los accesos a los túneles. La carretera se hace
peligrosa. Se estrecha a trazos. Los operarios a pie de obra agitan banderas
rojas indicando el peligro. El hielo te engaña una y otra vez. La nieve en las
cunetas encubre las marcas. Los camiones, y más camiones, te impiden ver lo que
tienen delante, te empañan el cristal parabrisas. Peligro, peligro.
El
acceso que bordea a Sabiñánigo también se estrecha en el puente sobre el
Gállego, las salidas desde el pueblo causan más de un accidente. Luego, hasta
Jaca, la autovía se agradece. Rapitán desde lo alto vigila la llanada y el león
dormido de Oroel.
Por Castiello el canfranero sigue su curso.
(El tren, el tren, los camiones, los camiones). El río Aragón aún no ha recibido
las aguas de las primeras nieves. De cuando en vez se agitarán y se llevarán
por delante algunas construcciones. Como castigo por no respetar sus riberas.
El cauce siempre sigue su cauce.
Villanúa siempre es, una y otra vez, el
recuerdo de Juana y José Antonio Labordeta. Hace muchos años. En su casa de
techumbre inclinada. Cerca de la carretera. Cuando hablamos de aquella versión
de “El retablo del flautista” en la plaza de Berdún, cuando los actores
latinoamericanos, aún no los llamaban sudacas, decían “porotos”, por “judías” y
el picoleto de turno suspendía la sesión porque “qué era eso de porotos”. Y nos
reíamos, mientras José Antonio atizaba el fuego, que tanto le gustaba, con cepurros de roble.
Canfranc pueblo, es la bandera republicana,
enhiesta en lo alto de un pino que uno no adivina cómo y quién fue capaz de
hacerla tremolar con la raca del valle.
Canfranc, la estación hoy nevada, es Luis
Granell. Un día y otro. Y otro año y otro. Dándole y dándole por si sus ojos y los de tantos, claro, consiguen ver
circular los trenes por debajo de ese túnel y enlazar hasta el otro lado, donde
ya en Bedous, los vagones no están varados. Como ocurre en la magistral
estación española. Aquí lleva mucho
tiempo varado un vagón como muestra de no sé qué. Aquí, hace unos días,
políticos españoles y franceses han firmado, tampoco sé muy bien qué, para que
se pongan en marcha las obras y el tren vuelva a circular. Larán, larán. Ya
veremos si la hacen.
El tren sigue varado en Canfranc. @cac. |
¿Cuándo esta ventana dejará de ser una ilusión? @cac |
Al otro lado del túnel, más nieve y más
hielo, Y más, muchos más camiones. Y ármate de paciencia. Más te vale. Y no te
vale, ni a ti ni a nadie, que unos cuantos digan que se ensanchen las
carreteras. Que no es eso. Que el valle, limitado por el curso del río y los
picos nevados ahora, deben ser conservados y mantenidos. Y la vida de las
gentes de este valle de Aspe, tan hermoso, también. Así es que aguanta camiones
y camiones. Y piensa en el tren, el tren.
Y ten cuidado por Urdos y Borce y Etsaut, y
los estrechos por donde se encarama el fuerte de El Portalet, aunque te
acuerdes del Petain, encarcelado aquí, y te lleves la sorpresa peligrosa del
jabalí que no sé qué se la perdido a estas horas y por estos lugares. Y los
camiones, los camiones.
Por
Bedous el valle se abre y aún vacas y caballos ramonean las hierbas entre la
nieve que se va deshaciendo. Osse en Aspe queda oculto tras los árboles ya
desnudos del río.
Y aquí ya el tren sigue en su trazado
remozado junto al río hasta que llega a Oloron. En estos últimos años sufrí
también los efectos inevitables del trabajo, con sus parones y sus semáforos
parpadeantes. Y los camiones, los camiones.
Oloron es la parada obligatoria en la gare.
La estación en donde subieron al tren, justo al tren, tanto y tantos miles de
españoles que atravesaron la frontera dejando atrás la tierra y las ideas que
la guerra civil y la dictadura siguiente les arrebató.
El recuerdo a los españoles en la estación de Oloron. @ cac. |
Luego ya, despacio, despacio que tengo prisa,
porque la velocidad está limitada, protegiendo una vez más la vida y trabajos
de los que viven por estos lugares, llego hasta las rotondas de Pau. Y allí me
acude el recuerdo de Tuñón de Lara y sus “Encuentros de Pau” donde se podía
respirar un aire fresco, dejada atrás la podredumbre cultural española de los
años sesenta y setenta del siglo pasado.
Se pierden ya los camiones. Queda la
autopista y el tren.
El tren, el tren. Y la cadena pirenaica
nevada que queda al sur, con el Pic de Midi, enhiesto.
Más
allá Toulouse. Mi hija. Mis nietos.
El tren, el tren, el Canfranc. Larán,
lará,. ¿Lo harán?
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