miércoles, 25 de abril de 2018

Entre Unguejollos anda el juego




                    


                     

 Para la cleptómana Cristina Cifuentes, cloacada por sus adláteres por 44 euros.

Escapulario del "Gran Unguejollo". Archivo Miguel Labordeta. Biblioteca María Moliner. Zaragzoa
En la Zaragoza de los años sesenta del siglo pasado, a la que algunos tildaron de gusanera, una fortuna de quitarse de encima la muermez diaria del dale que dale sin saber adónde, consistía en poner boca abajo y patas arriba los rituales virgenpilaristas llenos de castizas majas, hijas de capitostes mercachifles adinerados y secuaces fiscales instructores de causas incausadas.
            Aquí les dejo una muestra de ciertas veladas sumergidas en noches de niebla o cierzo en donde las majas eran unguejollos admonitores del “epitafio ¡bah! para un siglo XX por un hombre”.
Ahí tienen al Gran Unguejollo de la Oficina poética internacional (O.P.I.) Miguel Labordeta. Aquel mismo a quien el atildado bigotudo que fue meapilas laudatorio mariano y alcalde de la inmortal ciudad de las bodegas del Ebro, entre otras innumerables medallas, el nombrado Don Miguel Allué Salvador, llamaba “el Bachiller Carmelo Labordeta es un BRAVO MOZO”, allá por 1932, cuando el ilustre prócer ocupaba la Cátedra de Literatura española en el Instituto Goya zaragozano, dictaba sus clases con banda y vara de Alcalde y era pintado en su retrato con uniforme de cónsul honorario de El Salvador en Zaragoza y la medalla de Isabel II que no se sabe quién le impuso.
Página manuscrita por Miguel Labordeta. Biblioteca María Moliner.

Tarjeta manuscrita de Miguel Allué Salvador. Biblioteca María Moliner.

Retrato pintado por Cidón Navarro de Miguel Allué Salvador. Original en I.E.S. Goya. Zaragoza
El Gran Unguejollo Miguel Labordeta presidiendo la conjuración de otro tal Unguejollo en una cripta zaragozana. Archivo Labordeta. Biblioteca María Moliner. Zaragiza. Junto a Miguel, su hermano José Antonio y Raimundo Salas.









No hay comentarios:

Publicar un comentario