En estos momentos tan dolorosos que estamos viviendo traigo la voz de dos poetas de esperanza, César Vallejo y Miguel Hernández, y un genocida descerebrado Queipo de Llano.
Y quien quiera pensar que reflexione y quien no desee entender que los cierzos se lo lleven por siempre jamás.
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| Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé! | | | | Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, | | | | la resaca de todo lo sufrido | | | | se empozara en el alma... Yo no sé! | | |
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| Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras | | | | en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. | | | | Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; | | | | o los heraldos negros que nos manda la Muerte. | | |
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| Son las caídas hondas de los Cristos del alma, | | | | de alguna fe adorable que el Destino blasfema. | | | | Esos golpes sangrientos son las crepitaciones | | | | de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. | | |
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| Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como | | | | cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; | | | | vuelve los ojos locos, y todo lo vivido | | | | se empoza, como charco de culpa, en la mirada. | | |
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| Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
( César Vallejo) | | |
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Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.
Para Queipo de Llano, dos palabras debían de desaparecer del diccionario de la lengua castellana: amnistía e indulto. Y la única manera que podían vivir las personas decentes y patrióticas era recluyendo a sus enemigos en campos de concentración.
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