lunes, 21 de marzo de 2011

El Cubo del Molino de Orrios.


Orrios. El Cubo que acumulaba agua para el molino. @cac.
         La sala de investigadores del Archivo histórico nacional en Madrid es un lugar donde he pasado muchos momentos de alegría. Allí me he encontrado con los documentos originales de tiempos pasados que me hacían sentir la emoción del conocimiento de las gentes que habían hecho posibles los lugares donde pasé mi infancia y donde viví los momentos que marcaron mi vida futura.
         Entre los muchos documentos que he podido consultar en este archivo traigo hoy aquí uno. Se refiere a la construcción del Cubo de abastecimiento de aguas del molino harinero de Orrios.
         Cuando ya había terminado el curso escolar y nosotros aún no habíamos cumplido los diez años, que ya nos obligaban a algún trabajo siguiendo la espiga, subíamos por la senda pareja al molino y nos llegábamos hasta lo que llamábamos la acequia del Cubo. Entonces no pensábamos más que en sumergirnos entre sus aguas. Teníamos allí nuestro paraíso con el baño y con los juegos de la arcilla extraída por aquellas laderas. Moldeábamos ruedas y varas y hasta mulos que tiraban de aquel carro construido con nuestras propias manos puesto a secar entre la hierba de los ribazos. Nos creíamos en un mar abierto que se nos llevaba los barcos de papel fabricados por hojas arrancadas de nuestras libretas escolares. Chapoteábamos con nuestros pies y semejábamos olas que arrastraban nuestras diminutas barcas hacia el fondo de La Cava, la cueva construida cuando los moros, decíamos, que se sumergía entre el cinglo calizo y atravesaba de parte a parte el barrio del castillo para seguir luego más allá hasta regar los Cuadrones, en el camino hacia Villalba. Volvíamos a casa contentos y a ratos preocupados por si nuestras madres nos veían algo mojadas las alpargatas y se daban cuenta de habíamos estado jugando en el río, o en esa acequia del Cubo que nos advertían nos podía arrastrar hasta dentro de la cueva, que una y otra vez nombraban con nombre de “La Cava” y que nosotros asociábamos al miedo.
         Eran días de alegría irresponsable en la lejana niñez. Han tenido que pasar muchos años para volver a aquellos mismos lugares, cuando hoy las acequias de riego de Orrios se han canalizado y circulan sumergidas por tuberías de presión y son conducidas hacia los lugares de riego sin fugas que agotan el agua. Ya esta acequia no lleva las aguas más allá del cinglo de la piedra de Rodrigo ni el Cubo recibe el agua acumulada para que impulsara en cascada las ruedas del molino. Hoy son sólo recuerdos de los viejos tiempos. No lamento que se haya aprovechado mejor el agua para riego que asegura las cosechas de alfaz o de panizo y hasta ha evitado las filtraciones que se producían en las casas arracimadas a la piedra caliza. Tan sólo tengo nostalgia de aquellos años tan lejanos ya.
         Ahora, también en los primeros días de los calores del verano, tomo la mano de mis nietos y les conduzco por la misma senda que yo discurría cuando tenía sus mismos años. Me preguntan y contesto, y quieren ver la maquinaria del molino, y participar de la molienda, y ver cómo giran las ruedas, y adivinar por qué el agua mueve la dentadura cilíndrica de madera que aprenden se llama ruejo, y palpar la harina suave que aparece por los caminales. Y desde las paredes limitadoras del Cubo cubiertas de hierbajos miran el pueblo y quieren ser los mismos vencejos que van y vienen en sus vuelos rápidos en sus zigzag  sin fin. Más arriba, ya en el camino de las Suertes, les dejo que se bañen en las claras aguas de la acequia que recoge el agua de los caños. Y ríen y me río, y se abrazan entre ellos jugando con la misma arcilla que llaman plastilina,  y modelan figuras de monigotes que llaman dibujos animados. Los observo con la sonrisa llena de afecto de abuelo. Se me fusiona el pasado y el presente y no adivino el futuro que pueda suceder.
         Me guardo para mí la nostalgia que me produce este pueblo sin niños que es posible cierre su escuela el curso próximo. Se llena de gentes los meses de verano, aparecen nietos que desconocen los juegos de sus abuelos en estos mismos lugares, hijos de hijos nacidos en ciudades lejanas que en ocasiones descubren cómo nace un cordero, y cómo las gallinas ponen un huevo, y hasta es posible que encuentren un nido de gorrión, y vean el caminar rápido de una perdiz, y el vuelo planeado de los buitres en los anocheceres la luz fosforescente de las luciérnagas y los ojos asustados de algún mochuelo.
         Son emociones distintas pero igual de vívidas las de los documentos del Archivo madrileño que señalan los sueldos jaqueses que cobraron los albañiles llegados de Mirambel y estas mismas piedras troqueladas por sus manos, ahora llenas de broza sobre las que camino con mis nietos mientras los vencejos sobrevuelan los tejados.
Orrios desde El Cubo. @cac.
Orrios. Año 1718. 4560 sueldos jaqueses costó las construcción de El Cubo. Original en A:H.N.
Orrios
1718
A.H.N. Legajo 8292.1
Transcripción de Clemente Alonso Crespo.-



                                   Construcción del Cubo para el Molino



            Transcripción.-
                        In Dei Nomine Amen sea a todos manifiesto que nosotros Martin Doz y Jayme Asensio maestros canteros vecinos del lugar de Mirambel y de presente allados en la villa de Orrios de la religión de San Juan del Hospital de Jerusalen de nuestro buen grado y cierta ciencia otorgamos aver recivido del Illustre Señor fray Don Carlos de Sese Comendador de la dicha villa de Orrios, y por manos de Juan Vaguena Alcalde de dicha villa y domiciliado en ella quatro Mil quinientos y sesenta sueldos jaqueses los quales son por otros tantos que concertamos la obra del Cubo de piedra que hauemos hecho en dicha villa de Orrios para el molino y por la verdad renunciando la excepcion de frau y de engaño y de la non numerata pecunia otorgamos la presente Apoca para siempre firme y valedera y en cossa alguna no revocadora Hecho fue lo sobredicho en la villa de Orrios a veinte y tres dias del mes de Abril del año contado del Nacimiento de Nuestro Señor Jesuchristo de mil setecientos y diez y ocho siendo a lo sobredicho presentes por testigos Josef Vaguena y Andres Lopez vecinos de dicha villa de Orrios esta firmado el presente Instrumento en su original nota y matriz de las firmas que dispone el fuero de Aragon.

            Signo de mi Miguel Lopez domiciliado en la villa de Alhambra y por autoridad Appostolica por donde quiere publico notario que a lo sobre dicho presente me alle rogado testifique y cerre

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