lunes, 16 de noviembre de 2015

¡Qué fanfarrones son los nuevos ricos! La Baronía de Escriche, cada día peor.

 

       Hace tres años escribí en este mismo lugar sobre el estado, de entonces, en que estaba el lugar de la Baronía de Escriche.

     Leo hoy lo que publica un periódico tan conservador y cada día más derechizado como es "Heraldo de Aragón".

 

 Léanlo ustedes también y verán cómo los nuevos ricos fueron y siguen siendo unos fanfarrones y los politicastros de entonces, nuchos de ellos los mismos de hoy, siguen chupando del bote, del mismo bote que chuparon antes. 

   Y el que venga detrás que arree.

 

 https://www.heraldo.es/noticias/aragon/teruel-provincia/teruel/2018/08/26/el-complejo-turistico-baronia-escriche-aparcado-tras-una-inversion-ocho-millones-1263630-303.htm


Heraldo.es · Hace 2 días
         
 Esto escribí hace tres años.



¡Qué fanfarrones son los nuevos ricos!



Hace unos días, en este otoño caluroso y soleado, me acerqué hasta la Casa Grande, el lugar donde asentaron su residencia de verano los Barones de Escriche.

Me encontré con estas construcciones que se aprecian en la fotografía. 
Casa Grande de la Baronía de Escrcihe. Noviembre 2015. @cac.


La Diputación provincial de Teruel adquirió la propiedad de las tierras y de sus edificios en el año 2001. Luego, en el 2012, decidió una restauración, devenida en demolición y edificación de un nuevo caserón para convertirlo en un hotel de lujo de veinticuatro habitaciones además de sus salones y otros locales para su servicio.

La casa que fue palacio de verano de la Baronía de Escriche se quedó de nuevo varada en el tiempo, mirando con los ojos vacíos de las nuevas ventanas que imitan la construcción tradicional aragonesa las tierras labrantías que la circundan, los montes de pinos, de carrascas, de enebros, de sabinas, donde los jabalíes, las liebres, las perdices, los alimoches, los zorros, los cuervos, los buitres, los alcotanes y las águilas perdiceras, entre otras especies, habitan en sus costumbres de siempre.

La Baronía de Escriche se encuentra a tan sólo treinta kilómetros de la ciudad de Teruel, en el término de Corbalán, en un paraje natural que muy bien supieron elegir la familia de los Sánchez Muñoz, propietarios, hacendados, ricoshombres emparentados con otros de su misma estirpe, reconocidos entre la nobleza y realeza de Aragón, de la Mancha, de Navarra y de Castilla. Sus herederos de hoy aún conservan el título nobiliario abundado con matrimonios a lo largo de la historia y poseen además la Señoría de Finojosa y la Baronía de La Linde.

Iba pensando durante el camino en todo esto y más, entre pinos y sabinas y lugares labrantíos, después de salir del Archivo histórico de Teruel, donde había estado consultando la documentación allí guardada de quien fue Decimocuarto Barón de Escriche, Jacinto Sánchez Muñoz, nacido en Alfambra y matrimoniado en la misma villa en 1682 con Gerónima Cebrián y Dolz de Espejo. Con este matrimonio se emparentan en capitulaciones las familias Sánchez Muñoz, Pérez de Arnal, Dolz de Espejo y Cebrián, además de la vieja relación con los Marcilla. Ahí es nada para Alfambra y Perales.

Pero me olvidé por unas horas de sus capitulaciones matrimoniales merecedoras de un estudio detallado que algún día tendré que hacer, y me dediqué a observar el lugar, los edificios que quedan de lo que fue, sus antiguas eras, los pajares derrumbados, las estancias invadidas por las vacas y las ovejas actuales que allí tienen su lugar.

El paraje, sereno y de soberbia naturaleza, con sus caminos, con sus masadas anejas, con sus tierras hoy en producción y sus edificios en abandono y derrumbe, con sus fuentes y regatos recogedores del agua de los barrancos que confluyen en esta vaguada en forma de media luna orientada al sur, con los chopos cabeceros añejos que circundan los abrevaderos hoy idílicos, con los campos en abandono propiedad hoy de la misma Diputación, convertidos en praderas por donde campan las vacas en su tranquilo deambular, con la abundancia de hongos en las laderas umbrías, con el alcotán que vuela cercano y meticuloso con su cola que es una vela firme al viento me sumergen en pensamientos que nada tienen que ver con lo que se me ha presentado cuando he llegado.

¡Qué fanfarrones son los nuevos ricos! Qué fanfarrones hemos sido cuando hace algunos años teníamos dineros, o nos creímos que los teníamos, y los gastamos sin ton ni son, sin pensar más que en nosotros mismos, en figurar, en aparecer en los periódicos y hacernos la foto y grabar las imágenes televisivas y cortar cintas inaugurando no sé qué.

Este no sé qué fue uno de estos edificios. Siete millones de euros, siete, que se dice pronto, han sido gastados. De las arcas públicas. De todos y cada uno de nosotros. Para qué. Para que quede un esqueleto de ojos abiertos muertos varado en el tiempo. Pensado para albergar, después de tener que gastar otros siete millones de euros, otros siete, que se dice pronto, y que no se tienen, para albergar, digo, a señores adinerados que nunca llegarán y convertir en lugar en un sinsentido absurdo camino hacia la nada.

Con mucho menos dinero, sin ser unos fanfarrones, se hubieran podido salvar las casas que cobijaron a los que el adinerado Barón de Escriche llamó siempre sirvientes, los pajares donde se guardó la paja, las eras en que fueron trillados los cereales, los graneros que almacenaron los granos, las cuadras en que rumiaron los bueyes de la labranza, los mulos que tiraron de los carros. Y en esos edificios y en la Casa Grande si es que se pudo salvar, y en la iglesia aneja, cobijar los objetos y utensilios que aún quedaban del expolio de tantos años pasados, aunque las pinturas estuvieran, bien guardadas, ahora sí, en el Museo de Teruel. Y en esos edificios y en la Casa Grande y en la Iglesia de san Bartolomé, el día de su fiesta y en cualquier otra fecha, enseñarles a las gentes adultas y a los jóvenes alojados en esas estancias que pudieron convertirse con mucho menos dinero invertido, tuyo y mío y del más allá, en Aulas de la Naturaleza, en residencias temporales y albergues acogedores de unas y otras gentes que aprendieran, que conocieran, que disfrutaran de estos parajes, tan acogedores, tan cercanos, tan cargados de historias antiguas y cercanas, de leyendas literarias, con sus días relucientes, sus noches estrelladas, sus fuentes apacibles, sus inviernos fríos, sus nieves naturales y no las fabricadas que aún tendrían que instalar para ponerlas al servicio de unas gentes adineradas que nunca aparecerán. Y todo en armonía con los cultivos tradicionales del trigo, de la avena, de la cebada, de la espelta, en el ciclo de la añada abonada con los rebaños de ovejas y de vacas que ahora rumian en los bancales yermos, sin labranza.


¡Qué fanfarrones son los nuevos ricos!

¿A quién esperan estos ojos vacíos mirando hacia la nada?. ¿Quién ocupará este esqueleto-hotel? Noviembre 2015. @cac




La casa grande de la Baronía hace unos años.



Los pajares y las eras. Noviembre 2015. @cac

La ermita desde el aire. Noviembre 2015. @cac

La ermita desde el suelo. Noviembre 2015. @cac

La casa del Barón y el árbol seco. Noviembre 2015. @cac

Los bajos del pajar, cobijo de las vacas. Noviembre 2015. @cac

Esqueletos viejos y esqueletos nuevos. Noviembre 2015. @cac

Los campos yermos convertidos en dehesas. Noviembre 2015. @cac

La felicidad del ternero en su otoño. Noviembre 2015. @cac

Fuente de las Cinco Fuentes. Baronía de Escriche. Noviembre 2015. @cac.


 Una de las leyendas de Escriche: La fiera. Canta José Oto

"Eso es un aragonés" y "La fiera" - José Oto - YouTube

https://www.youtube.com/watch?v=TLHh2qXEYIU
Oct 13, 2011 - Uploaded by eventucas
Dos jotas aragonesas cantandas por José Oto. ... La que más altares tiene, jota aragonesa, canta: JESÚS GRACI

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