viernes, 19 de febrero de 2016

A.M.D.G. (Ad Maiorem Dei Gloriam) Ramón Pérez de Ayala, dixit.










         De cuando en cuando y todos los días me llega la vomitera, me invade la náusea.
         Tantas mentiras en televisión, en la radio, en periódicos, en todas las variantes de internet.
         Se miente y se miente. Se dicen mentiras y bajezas sobre personas honestas, se eleva a categoría infinita la banalidad más absoluta
Tal como está la femera mediática española, fermentada por la apocalíptica desatada de crisóstomos federiquines, boquitas de oro, sinrazones varias, abecedarios, barberas con caloret, plasmáticos de sangre de horchata, herrerías palabreras, otros adláteres etc caetera, esta España sigue siendo la de la “Corte de los milagros”, la de charanga y pandereta, la de los cabestros cornudos, la de dame pan y dime tonto, la que quien más chifla capador, la del chufla chufla que ya te apartarás, la de los dos millons de peles, la de aguanta Luis, la de Desesperanza Aguirre marquesa del Chotis.


      Es necesario leer libros como los de Emma Reyes y páginas que a uno le confortan para seguir trabajando, para continuar creyendo en la honradez, para seguir aprendiendo de las gentes honestas, para practicar la generosidad, para compartir con otros lo mejor de cada uno.
         Así me he sentido mientras he estado leyendo este libro “Memoria por correspondencia”, donde, con una sencillez de maestra en el estilo, nos cuenta de manera epistolar dirigida al escritor Germán Arciniegas las penalidades de una orfandad entre encierros y sometimientos conventuales y las que siguieron por una geografía americana y europea.
         Todo contado con maestría, sin dolor, sin pena, con asimilación sencilla y asunción serena de una vida, con un humor  matizado de ironía, con una ironía traspasada de humor, y dedicando sus derechos de autor a acogida de huérfanos.
    Como muestra, aquí tienen unas líneas en las que se nos explica el misterio de la Santísima Trinidad en estos momentos en que, ante los tribunales, se avivan los “Autos de fe”.
     (Ojo lector: puedes acabar denunciado y fiscalizado para que la añorada, por algunos, Santa Inquisición te enchirone y apriete perro.   A.M.D.G. Ramón Pérez de Ayala dixit)

      Pág. 68… la monja… otro día nos contó las historia de un niño que se llamaba Jesús, la mamá de ese niño también se llamaba María, eran muy pobres y habían viajado en burro, como nosotras cuando fuimos a Guateque. Pero ese niño Jesús tenía tres papás, uno que vivía con su mamá, que se llamaba José y que era carpintero; el otro papá era viejo con barbas y vivía en el cielo entre las nubes y ese papá sí era muy rico. La monja nos dijo que él era dueño de todo el mundo, de todos los pajaritos, de todos los árboles, de todos los ríos, de todas las flores, de las montañas, de las estrellas, todo era de él. El tercer papá se llamaba Espíritu Santo y no era un hombre sino una paloma que volaba todo el tiempo. Pero como la mamá vivía solo con el papá pobre, no tenían casa en qué vivir y cuando nació el niño Jesús tuvo que ir a nacer a la casa de un burro y de una vaca. Pero el papá viejo, rico, que vivía en el cielo, mandó una estrella donde unos amigos de él, que también eran muy ricos y que se llamaban Reyes como nosotras, esos señores vinieron a visitar al niño Jesús a la casa de la vaca y el burro y le trajeron tantos regalos y oro y joyas y entonces ya no fue más pobre sino rico. Yo le pedí que nos llevara a donde estaba ese niño; dijo que el niño ya no estaba en la tierra, que se había ido a vivir con su papá rico que estaba entre las nubes, pero que si éramos buenas y obedientes lo veríamos en el cielo.
         Nosotras pasábamos horas mirando al cielo para ver si lo veíamos.  … … … 

 

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