domingo, 26 de enero de 2020

Albarracín y el general Varela






            
Las Margaritas, Varela, Aranda, Pemán y Barrón entran en Teruel. 23 febrero 1938.

 José Enrique Varela Iglesias comenzó como corneta del ejército en los lugares de los tercios legionarios.
 Fue dos veces laureado por sus “hazañas” contra los moros luego mercenarios de las tropas que él mismo mandaba cuando ya era general.
Íntimo jovenzano protegido por Millán Astray, quien le apodaba “mi niño”.
            Protegidas siempre sus delicadas manos por unos guantes blancos.
            Formalista católico en las tardes chocolatadas con obispos franquistas.
            Solterón ministro del ejército hasta que al poco de acabada la guerra pegó un braguetazo de alcurnia industrial y dineraria con Casilda Ampuero Gandarias.
            Acabó siendo póstumo suegro del guitarrista Paco el de la Lucía años después de la muerte de quien ya había sido nombrado Marqués de Varela de san Fernando, caballero de la Gran Orden de san Lázaro de Jerusalén y Alto Comisario Alto Comisario de España en Marruecos, su virreinato.
            Sobornado junto a otros generales con cuentas millonarias por los servicios secretos ingleses en las negociaciones entre Hitler y Franco para entrar o no en la guerra europea, donde no estuvo exento el tododinero sin escrúpulos llamado Juan March.
            Imputado por genocidio por el juez Baltasar Garzón, víctima de todas las conjuras legulellas hasta que consiguieron separarlo de la judicatura.
           
            Todo un personaje el pitxa.

            Ahí lo tienen embotado en sus polainas, en el centro, generalando el desfile de su entrada en Teruel un 23 de febrero de 1938, junto a las damas margaritas y a José María Pemán, otro gaditado y responsable máximo de los tribunales depuradores, causante del atroz desmoche que se llevó por delante a todos los maestros, profesores de institutos y de universidades que molestaban para la causa presidida por el Gran Dictador, Caudillo de España por la gracia de Dios, según rezaban los duros y las pesetas de cuando entonces, hace cuatro días.
            Ahí lo tienen también junto a ese bufón encapotado y adornado por una bamboleante cruz cual si iniciaran un baile entre las minas mortuorias de una ciudad destrozada: Teruel.
           
            Unos días después de su entrada ensalzada en esta ciudad que nombraron después mártir, el Alcalde y Concejales de Albarracín, lugar donde había establecido su cuartel general el tal Valera durante su asedio a la ciudad mudéjar siempre bajo la protección de los bombarderos de la legión Condor, tenían una sesión solemne donde decían las lindeces que pueden leer en el documento que adjunto.

    El documento se conserva en el Archivo histórico municipal de Cádiz, donde está el “Archivo Varela”. Debo su conocimiento a la amabilidad y eficacia de su director Javier Fernández Reina.

 
Fedlicitación de Millán Astray a Varela. A.H. municipal de Cádiz.
 
Millán Astray en Salamanca, bien acompañado.

Millán Astray, militar excarcelado de cualquier frenopático, protegido por la parca disfrazada de sí mismo.


       En la felicitación por su ascenso el acta del Ayuntamiento de Albarracñin, entre otras lindezas de puro lenguaje fascista, dice:

      ... se trata de un General que aparte de estar en la entraña del pueblo por su culto espíritu de buen soldado amante de su querida España habrá de dejar escritas con letras de oro las páginas de la historia de la Nueva España que con hombres de este temple se está forjando, las constantes victorias del Ejército que manda, y el porvenir de nuestra querida provincia de Teruel que la canalla marxista ha querido aniquilar...
 






Felicitación del Alcalde y Concejales de Albarracín. A.H.M. Cádiz.                     

Varela con chilaba y guantes blancos. foto autor desconocido.

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