domingo, 2 de febrero de 2020

Orrios. Sol y nieve.



          Los atardedeceres de invierno, en los días claros, me ofrecen, durante unos minutos, colores diversos con el sol poniente a mis espaldas.
     Contemplo los silencios de esos momentos fugaces mientras la sombra va avanzando sobre la longeba piedra de Rodrigo que cobiga el puñao apretujado de casas arracimadas, las que forman el lugar llamado Orrios. 
    Tierra erizada de nombre oriundo del páramo entre tierras leonesas en su paso hacia las gallegas.
    Algunos campos de labor regados por el manantial de nombre Vadillo, originario de los wad árabes, sabios distribuidores del uso de la riqueza que es el agua, ayudada también por los caños surtidos en las laderas de la partida que llaman Suertes, porque surten generosas sus aguas que hacen aún mantener el pueblo.

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Orrios. cac

Orrios. cac

Orrios. cac

Orrios.cac



Orrios. cac
    Me ha atrapado la tarde y el sol ya no alumbra los álamos deshojados ni los espejeos de las fachadas pétreas y tapiales.

    Unos días más tarde nos ha atrapado la borrasca. Subo hacia las tierras más altas de los Planos, los mismos lugares antaño eriales que dieron el nombre al pueblo, al lugar erizoso, sembrado de aliagares, sabinas rastreras y aún erizos puntiagudos que ofrecerán siempre sus florecillas verdiamarillas cuando estas nieves de hoy se regalen en aguas y lleguen los días primaverales antes de las secarrinas del verano.

foto cac.

Los caminos están cubiertos de nieve. Bien venida sea esta nevada. Los zorros que por aquí abundan han dejado marcadas sua uñas esta misma mañana en su deambular de un lado a otro oliscando la captura de algún gazapo conejero cobijado entre los endrinos del barranco.



Caminando. cac.

      Grabo el momento al son de mis propios pasos ocultados en la nieve. Cada vez el esfuerzo es mayor. El viento se ha detenido y puedo distinguir las lindes de los bancales barridos por el cierzo. Es así cómo me libro de los ventisqueros para no ser atrapado.
cac

cac



Al fondo, en el línte con El Pobo. cac
     Nieve y nieve, silencio y silencio. Al fondo las brumas de la sierra. Dejarán más nieve y volverán de nuevo, con el deshielo, el agua se filtrará entre los pétreos bancales ásperos, donde los antiguos erizos, hasta las barranqueras que horadan el wad de nombre árabe que se convierte en Vadillo. 

Orrios. cac.

 Ya en mi retorno al lugar, hacia el oeste, donde días antes me embebí del sol de la tarde desde mi casa en el refugio de la biblioteca, tengo a mis pies, desde la ermita escombrada de san Cristobal. el lugar vaciado, vacío o despoblado, como quieran llamarle, donde se van acabando los ganados y por demás los pastores, donde quienes quedan andan luchando con los pagos de impuestos e inversiones en herramientas, tractores y arados, que aquí dicen aladros, a la espera de unas ayudas mal distribudas de los que todos llaman PAC, con dos días semanales de visita médica y una escuela que ya cerró hace cinco años.

    Me atrapa de nuevo el silencio y la rabia y la impotencia de no saber qué hacer, de no poder tranformar el esfuerzo diario de quienes quedan y de tantos como nos vimos obligados a irnos de estos lugares, para convertirlo en inversiones materiales que ofrezcan trabajo y bienestar en un fututo tan incierto de estos momentos y los inmediatos que ya llegaron.

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