Hace diez años publiqué un texto en el que quedaba reflejada la muerte de un pueblo cuando cierra su escuela, cuando la población no se renueva, cuando no se es capaz de atraer habitantes, cuando no se ponen las condiciones para que haya niños en la escuela y jugando por las calles.
Hoy, diez años después, en 2021, vamos a peor. Seguimos sin escuela y como el bar que había también cerró, la autoridad competente, o vete tú a saber quién, ha o han decidido que el local que ocupaba la escuela se convierta en bar.
Les aseguro que existen otros locales para que el bar y otros servicios sean ocupados.
Recémosle un requiem... como diría Valle Inclán. Me quito el craneo.
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