Subió al estrado, babeó lo de la venia, bamboleó los hombros, llevó hacia atrás sus manguitos de oficiar, enseñó su portafolios y mostró escrito su "por España"
De a poco modulaba su fonética buscando el aplauso predispuesto de una clac vocinglera aculada en el hemiciclo.
Cual macarra presumida de una oposición de asombrado vértigo que antepone su chulería verbal emanada de un cuerpo adaptado a su vestimenta de aquí te espero y cuando me da la gana.
Se siente generala de un desfile de mandatarios al paso que marque su verborrea macarrana.
Lanza entonces su palabrería con bajuras banderilleras de machismo femenino sin sentido y arremete con quien nunca se va a poner a la altura de los bordillos de sus aceras, ya sea una ministra de trabajo que le muestra el código laboral sin tapujos o una presidenta del Congreso a quien acusa de hacer la calle prostituyendo, dice, al propio Congreso.
Y sube y baja, modula a su antojo sin sentido su voz diciendo nonadas pegigueras sabiendo que desde la mesa del Congreso no se puede entrar en sus desplantes achulados de hornacina de altares eclesiásticos con adornos furtivos disfrazados de faralaes, cual si estuviera en caseta de feria de abril sevillana.
Sólo le falta ponerse el clavel entre sus labios astifinos despectivos o en la línea bien marcada de su prieto pelo.
Vacua macarra palabrera sin sentido por ver si los del vaso de vino acodados en la chafardera de las barras de los bares, aunque estén jodidos de su sueldo cada día más caro, le dan los votos a ella, a los suyos y a sus monteros.
Buscará la vuelta al ruedo sólo por joder la marrana.
Españolito de a pie: tu escupitajo hacia arriba se te está volviendo en meo.
Benedicto, mi sabio amigo pastor de ovejas, me dice: "mándala a cascala".
... pues eso...
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