Texto manuscrito del obispo de Teruel remitido al Director del Instituto de su ciudad. Año 1956. Ver en Ángel Luis Abós: "La Historia que nos enseñaron (1937.1975), edic. Foca, 2003. página 78
¿Qué conductos serían aquellos que indicaba el Obispo nacido en Torrijo del Campo, a quienes algunos parroquianos apodaban "el pollero", que los alumnos tenían tenían la obligación de conocer de alguna otra manera que no fueran los libros? ¿Acaso la Literatura se puede conocer de otra forma que no sea leyendo?
Asistir a alguna proyección cinematográfica también era perniciosa en aquel Teruel de nuestros pecados. A pesar de que por aquel entonces la Iglesia con su Obispo y sus curas al frente colocaban su calificación moral, la de las películas, en la puerta de las iglesias con su autorización o no y su categoría adaptada a los mayores de edad, para todos los públicos o con su prohibición por pecaminosa.
El obispo le indica, entiéndase le ordena, al director, que ponga remedio una vez informado.
El último párrafo no tiene desperdicio y así, sibilinamente, muy a la usanza curil, con el estilo diplomático vaticanista de su autoridad siente, no exento de hipocresía, verse obligado a su pesar a recurrir a quien pusiera remedio.
Ese remediador no era otro más inmediato que el gobernador civil, que ejercía como virrey absoluto en la provincia y atendía los extravíos de las gentes que no iban a misa los domingos, trabajaban las tierras en los festivos, asistían a bailes y practicaban otras correrías, como se atestigua en abundantes denuncias conservadas hoy en el Archivo histórico de Teruel.
Así fue la Historia que nos enseñaron.
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