Decidirse a ordenar una nueva biblioteca puede acarrear consecuencias
insospechadas.
En muchos casos supone condenar para
siempre al olvido determinados libros, autores y papeles envejecidos por el
castigo del tiempo. Y aun encontrarles sitio en el derrumbadero del destrozo
destinado al desguace de la pasta de papel.
En otros, sin embargo, supone un
encuentro gozoso con autores y páginas que uno tenía leídos hace demasiado
tiempo y que, ahora, de pronto, aparecen necesitados de una nueva lectura más
sosegada, más profunda y más iluminadora.
Así me ha ocurrido estos días con
Miguel Espinosa. Escritor nacido en Caravaca (Murcia). Escritor grande, grande.
He vuelto a leerlo sumergido en las palabras
que me atrapan línea a línea, personaje a personaje, imágenes deslumbrantes,
inteligencia desbordada, saberes clásicos, realidad ficcionada de una realidad real
elaborada por la mente prodigiosa de este escritor grande, grande.
Hoy mismo, mientras me adentro en las
páginas de “Miguel Espinosa, mi padre” escritas por su hijo Juan, de improviso,
leo la noticia de que ha fallecido a los ochenta y seis años Mercedes Rodríguez
García, la Azenaia de múltiples identidades literarias aparecidas en “Escuela
de mandarines” y otras obras espinosas entre los cientos y cientos de
personajes, cuyos nombres se señalan en los índices y en las notas capitulares
que el propio escritor trazó en las páginas prodigiosas de su desbordada escritura
imaginativa.
Casualidades gratificantes entre
los herrumbres de una biblioteca.
Lean, lean a Miguel Espinosa.
Les recomiendo que vayan a este enlace. De verdad que merece la pena.
http://www.miguelespinosagirones.es/
¿Dónde irán a parar? Años de dale y venga. @ cac. |
Enjaulados en las viejas estanterías. @ cac. |
Poco a poco irán encontrando su lugar en la nueva biblioteca de Orrios. @ cac. |
http://www.miguelespinosagirones.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario