Llegué al lugar, lo miré de lejos, encontré las calles sin gente, abrí la puerta del lugar de mis juegos infantiles, sentí la fractura humana ajado por el peso de los tiempos, encontré el medievo en "las puertas çerradas e uços sin candados", me refugié en los recuerdos de esos cerrojos sin las llaves sabias labradas a cincel, las acaricé de nuevo, traje hasta mí a tantas gentes perdidas en las servidumbres regresivas de los suburbios de las ciudades habitadas por quienes no tuvieron más remedio que abandonar estas tierras castigadas desde antaño, y me dije que hay que levantar, hay que levantar, porque el pasdo no vuelve pero el mundo gira y la vida da muchas vueltas.
Ya me lo dirán algún día, jóvenes de la vorágine ciudadana herederos del esfuerzo de aquellos que fueron sus abuelos.
Labordeta, no cojas las acerollas. - YouTube
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