lunes, 16 de diciembre de 2019

Hasta siempre Don Félix.






Félix Monge Casao. foto E. Casas


        Se ha marchado con la discreción con la que siempre vivió. 
    Aún recuerdo las últimas palabras que me dirigió: "Pues, mire usted, hemos pasado una tarde muy agradable. Muchas gracias por su compañía".
         Habíamos estado paseando por el parque Labordeta y había consentido que aquel día le invitase yo en su café de media tarde.
        Y me había estado regalando consejos en mis investigaciones, correcciones en mis trabajos, preocupación por mi familia, interés  por la situación de los estudiantes, preocupación por la Universidad.
          Afecto, bonhomía, generosidad, sapiencia.
          Tomó en su mano aquella cartera usada de cuero que siempre se me antojaba vacía, la balanceó de un lado a otro, abrochó su chaqueta e inició el regreso hacia su cercana casa con el caminar pausado y ensimismado  con que lo veíamos sus alumnos desde hace tantos años.
           Había regresado a Zaragoza el curso 1967-68, como Catedrático de Gramática General y Crítica literaria, después de un par de años en Santiago de Compostela, una vez dejado atrás sus doce años de docencia e investigación en Zürich, en la Suiza alemana, como siempre decía.
            En la Universidad donde comenzó su formación, inició su magisterio del que seremos siempre deudores tantos y tantos alumnos y discípulos como ha dejado.
            Consiguió formar una auténtica "escuela filológica" de la que se han enriquecido otras universidades españolas además de la Zaragoza, con los filólogos formados aquí, discípulos suyos, que aún ocupan sus puestos docentes y sus investigaciones.
         Aceptó ser mi director de tesis doctoral y siempre estuvo llenándome de estímulos, de correcciones oportunas, de generosidad. Y siempre, con su comprensión, con su bonhomía.
      Hacía años que su condición física estaba muy delicada. Ya no pudo acudir en el homenaje que su discípula más brillante, María Antonia Martin-Zorraquino, organizó con los doctorandos que Don Félix había dirigido.
      Se nos ha marchado en silencio, con delicadeza, con su mirada bondadosa.
       Gracias, muchas gracias, Don Félix. 
       Hasta siempre.




Aquí tienen la fotografía de un Tadeo Félix Monge Casao, en sus años de Bachillerato. A muchos de sus alumnos les extrañará que tuviera pelo. Ya ven que lo tenía en abundancia. En alguna ocasión le oí decir que el verano anterior a su entrada en la Universidad leyó las obras completas de Menéndez y Pelayo ... y se le empezó a caer el pelo.


 




 Don Félix siempre fue un estudiante brillantísimo. Desde que comenzó sus estudios de Bachillerato. Aquí les dejo su expediente conservado en el Instituto Goya de Zaragoza. Incluido su premio extraordinario.


https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/12/15/muere-el-eminente-filologo-aragones-felix-monge-casao-1349088.html


 

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