domingo, 13 de noviembre de 2022

¡Qué Historia! ¡La nuestra! Las palabras no son inocuas.

 

 

   Esto sí que era "memoria", "de memoria" y "de carrerilla"  

Y quien no lo supiera así, hala, al pelotón de los torpes.

 

 

Portada. Edit. Dalmau Carles (Gerona) sin fecha.

 


La nueva España. Senda gloriosa, caudillaje, Una, Grande y Libre

 

Falange, tercios, requetés, triunfo del ejército, Caudillo, Reino, Liberación... y el perfil desafiante de que quien lo presidía todo y, como Dios, estaba en todas partes.      

  

 Era cuando entonces teníamos nueve años y nuestro único libro de la editorial Dalmau Carles se llamaba "Enciclopedia cíclico-pedagógica. Grado elemental de los cursos graduados de primera enselanza".

        Ahí queda eso. 

 En este libro, que tenía 430 páginas de tamaño cuarto y papel lijoso, cabía todo.

     Miro ahora el ÍNDICE y leo: Lengua castellana, Aritmética, Geometría, Historia de España, Ciencias físicas, químicas y naturales, Agricultura, Industria y Comercio, La sociedad y el Estado, Higiene, Educación social, Nociones de Moral, Historia Sagrada.

  Hojeo y ojeo ahora estas páginas y se me vienen abajo todos los ordenadores del mundo y todas las búsquedas internetianas. 

   Y voy a las páginas que ahora y aquí reproduzco y me suenan palabras y palabros que escucho a gentes que están en el Congreso de los Diputados y han sido elegidos por personas y personos y hasta persones y todos personajes de a pie, vecinos nuestros, repitiendo, machacando, con chulesca soberbia, entre aplausos y silencios vergonzantes, lo mismo que cuando entonces. 

    Cuando entonces la sociedad era aquello. Yugos nos habían puesto. Hoy, en el crepúsculo de los bueyes, hay gentes y gentas que llaman presidente a una mujer que es la primera en la representación de la soberanía popular, porque les da la gana, porque la lengua del franquismo se quedó en sus gónadas mentales. También rebuznan por ahí algunos presidentos. Boludos que no saben otra cosa que hacer que tocar los cantimpalos sin haber dado en su vida un palo o una pala al aire, al airo o la aira (mientra haiga quien trague...). Ah y los vice, los vicepresidentos, esos son más chulos que un cagané con barretina colgado en el árbol de una navidad adulterada. 

    Tampoco hubieran aprendido nada con aquella Enciclopedia de grado elemental. Para qué si ya nacieron con ella cuando las gónadas de cuando entonces sus padres se las metieron en sus sesos, enteritas y de golpe.

                Lo diré también con expresión popular, la que usan las gentes de a pie cuando están hartas de tantas memeces: pa joder la marrana.    ¡Payusadas! Hasta las payasadas han quedado atrás.
 

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