miércoles, 23 de mayo de 2018

Alfambra. Guerra civil. Carlos Llorens: Memorias.




  

Alfambra en los años de la guerra civil. Foto. I.E.T.


 Carlos Llorens acababa de terminar sus estudios de Arquitectura cuando los militares africanistas se erigieron en protagonistas de la sublevación contra la República apoyados, eso sí, por una sociedad reaccionaria, adinerada y caciquil.
            Era, ya saben, en aquel mediado julio de 1936.
            Vivió los primeros días entre la alarma ciudadana y los desmanes de incontrolados pirómanos a quienes les dio por quemar algunas iglesias a la manera de las hogueras falleras.
            Era en Valencia. Su familia, de clase media ilustrada, apoyaba la aún débil República española.
            La desorganización y falta de apoyo internacional a las tropas republicanas hizo que se comenzaran a formar brigadas de voluntarios civiles de distinta procedencia, ideología y formación, tanto escolar como humana.
            Carlos Llorens se inscribió en la brigada que estaba formando Francisco Galán en Gandía, reclamado por la necesidad de alguien con conocimientos de Topografía, que tan útiles podían ser para el trazado de mapas y planos del terreno en donde se desarrollaban las acciones bélicas.
            Con aquella ya llamada 22 Brigada mixta estuvo por las tierras cercanas a Teruel. En sus memorias nos habla de Valdecebro, Corbalán, El Pobo, Camarillas, Pancrudo, Rillo, Camañas. Orrios, Escorihuela, Celadas, Villalba baja, Peralejos, Alfambra.
            Se movía de un lugar a otro conociendo sobre el terreno la orografía tan áspera de estas tierras y tomaba notas que luego trazaba y dibujaba sobre el papel, en improvisados estudios topográficos instalados en habitaciones desvencijadas de las casas ocupadas, pajares y aun parideras en los pueblos donde se asentaban las tropas y planas mayores de aquel ejército más voluntarioso que profesional.
            Los últimos días de aquella guerra sufrió en sus carnes la derrota y la huida desde tierras de Javalambre hasta Valencia, en una desbandada colectiva que lo llevó más tarde a ser apresado, condenado y encarcelado. Redimió penas por adhesión a la rebelión, ya saben “la justicia al revés”, y pagó sus deudas de culpa en el campo de trabajo que construyó el pantano de Benagéber. Hasta 1948 no salió de la cárcel.
            Después, con mucho esfuerzo y con una familia dispersa y exiliada, con hermanos por Europa y América, vivió y sufrió aquella larga posguerra en la que los vencidos tuvieron que pagar las culpas que les atribuyeron los vencederos.
            En 1978 publicó unas memorias recogidas en “La guerra en Valencia y en el frente de Teruel. Recuerdos y comentarios”. Edit. Fernando Torres. Valencia.
      Dejo aquí una selección textual referida al pueblo de Alfambra en donde estuvo casi todo el año 1937.


El lavadero del que habla Carlos Llorens se utilizó hasta que llegó el agua corriente a las casas delpueblo, en los años setenta del siglo pasado. Hoy se ha convertido en "museo de la remolacha". Aún se conservan las amplias pilas de lavado. El agua provenía de la acequia mayor, en uso hoy, que viene derivada del azud en el término municipal de Orrios. @ cac.

Esta casa solariega, con escudo herálfico conservado sobre la puerta de entrada correspondiente a sus primeros propietarios, los Vicente, hoy convertida en residencia de mayores, albergó a soldados republicanos. @ cac.

Hoy, mayo de 2018, esta casa se conserva sin modificación respecto a los tiempos de que habla Llorens. Está en la plaza de la fuente, frente a los antiguos corros de agua que surtía a la población y a los propios soldados. @ cac

La fuente modernista inaugurada en 1926. Cuántos cántaros, cuántos botijos llenaron las mozas en ella mientras los mozos se acercaban al abrevadero con sus mulos. Muchos noviazgos surgieron junto a esos chorros de agua. @ cac.




En la torre de la iglesia, hoy desmochada, se instalaron unos altavoces por los que se escuchaba la propia voz de Llorens informando a la población en 1937. Por las calles, ninguna asfaltada,  se arrastraban los barros de una arcilla pegajosa que siempre fue la identificación de Alfambra. ¡Vaya si se pegaban a las albarcas!



Estos soldados fueron fotografiados, posando, delante de lo que fue hospital de primeros auxilios. La reja de la izquierza, hoy desaparecida, se ha convertido en puerta de entrada de la actual farmacia. La puerta de la derecha, conservada, sigue utilizándose como de entrada que fue de la casa solariega de la famlia Sánchez Muñoz, cuyo escudo de armas aún se mantiene.

Algunos soldados de la 22, 81 y 82 brigadas mixtas que combatieron por el valle del Alfambra murieron cuando los bombardeos y ametrallamientos de 1938. Un monolito en el cementerio los recuerda. @ cac.

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