lunes, 7 de mayo de 2018

Teruel. Guerra civil. Miedo. Mentiras. Torturas. 2


          
  Teruel. Guerra civil. Miedo. Mentiras. Torturas. 2







 El runrún me acompañó en los años de la infancia. Era el runrún diario. El runrún iba y venía. Aparecía un día. Y otro. Y otro.

Era una palabra, un gesto, un arquear las cejas, un chasquear la lengua, un entrechocar las manos, un caminar cansado, un golpe seco, un hachazo a destiempo, un árbol tronzado sin sentido, un macagüendiós como un trallazo, una brizna rusiente escapada del fuego, un abrazo sin fuerza, una risa desganada, una nostalgia sin fondo, una amargura rabiosa, un pedazo de pan seco, un puñao de olivas, un brazo alzado caralsol, una nieve escarchada en la femera, una noche de negra helada, un candil apagado, unos libros escondidos, unas páginas rasgadas, unas ovejas hambrientas, unos mulos tozolones, el maquis, una gitana descalza con su cesta de mimbre, las alpargatas esparteñas, las albarcas, la guardia civil, el abuelo escondido en el pajar, un granero enloquecido con sonidos de esquilos movidos por el cierzo, era la abuela, era el miedo…

Eran las vidas destrozadas por la guerra.

Las encontré muchos años después. Entre los papeles de los archivos.

Mentiras y más mentiras.

Torturas.    

Así se construyeron los Juicios sumarísimos.



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       Miguel Simarro Quílez, había sido comisario político de la 40 Brigada mixta que actuó en Teruel en los duros días de finales de diciembre de 1937 y comienzos de 1938.
 En marzo de 1939 fue detenido en Valencia junto a su mujer Carmen Ríos Martín. Ambos se habían conocido en esos duros días de Teruel. Ella se había cobijado en el asilo de San Julián. En Valencia se habían casado unos meses antes de ser detenidos. Alguien debió ver a Miguel por el asilo de san Julián, cuando en ocasiones visitaba a su entonces novia.
Esa fue la causa por la que se vio envuelto en un Proceso sumarísimo junto a trece personas más. Todos los encausados fueron obligados a delatarse unos a otros, como autores de crímenes. Dos de ellos no pudieron llegar al juicio celebrado en octubre de 1942. Murieron a consecuencia de las torturas.  
Miguel Simarro Quílez y siete más fueron fusilados a las seis y media de la mañana del 29 de mayo de 1943 en el cementerio de Torrero (Zaragoza).
Lean los documentos que siguen extraídos de su expediente.


... que ya en poder de las fuerzas rojas la población... el declarante... antes indicado reunió en el
café Comercial de Teruel y en el deprtamento destinado a cocina a todos los comisarios
 de la División y les dijo: "Os he reunido aquí para daros a conocer una orden del Comisariado
 del Ejército de Levante en la que se dice que hay que respetar a todo el mundo, elevar la moral 
de las tropas y atender al soldado lo mejor que se pueda... ... ... No obstante lo que os acabo
 de decir, hay que ser muy enérgico y acabar con todos aquellos que se sepa que son facciosos
 o se resitan a someterse.   El original en el Archivo Jurídico militar nº 32 de Zaragoza. (ATJZ)







... y unos cuantos dirigentes de Teruel entre los que no recuerda más que a un tal Ángel 
 Sánchez (a) el Obispo, un tal Simón (a) el Carbonero, Dámaso Sánchez y un tal Noguera
... ... ... y los que le acompañaban empezaron a decirles que en el Asilo de san Julián había 
unos cuantos detenidos que durante la dominación fascista se habían dedicado a perseguir
 a los elementos de izquierda y a formular denuncias contra los mismos, siendo como
 consecuencia encarcelados, y otros fusilados y por lo tanto había que matarles.    
Original en AHJZ.

(Simón y Dámaso no llegaron al juicio. Murieron como consecuenca de las torturas
 a que fueron sometidos. Ángel Sánchez Batea, también torturado, fue al único
 al que no consiguieron los torturadores una declaración contra los demás).




Uno de los episodios del runrún de la infancia martilleaba un día y otro con los robos del 
dinero y objetos depositados en el Banco de España de Teruel, como consecuencia de la
acción de los dinamiteros. De esta acción también se le culpabilizó a Miguel Simarro 
Quílez.   Original en AHJZ
 Sin embargo, acompaño a continuación algunos documentos aportados al juicio sumarísimo por el propio Juez instructor de la causa, el teniente Antonio Rodríguez Pineda. 

 El 29 de enero de 1938, en Valencia, cuando las tropas republicanas dominan todavía Teruel  "El Banco de España ha recibido en depósito de la 40 División, a disposición de la caja de Reposición".     (ATJZ)   


 Iniciada ya la instrucción del Juicio sumarísimo, el Director del Banco de España en Valencia, el 2 de diciembre de 1940, informa sobre las entregas de dinero y otros objetos depositdaos, entre otros por el propio Miguel Simarro Quílez. Obsérvense las cantidades millonarias y algunos objetos.  (AHJZ)
                                                                                                                                                          















































Después, el 12 de julio de 1941, el encausado consigue entregar una declaración, sin la presencia del Juez instructor y los torturadores, en la que señala "un engarce de mentiras obtenidas fuera de los métodos normales de investigación, encaminadas a conseguir declaraciones y confesiones de hechos, que si bien se apartan de la realidad, llegan al fin perseguido: ofrecer una ecuación entre lo declarado y lo que el Juez Instructor quiso que fuesen las declaraciones; pero, claro está, no ha conseguido ofrcer una ecuación entre lo que consta en el sumario y lo que son los hechos en la realidad".

  Léanlo con calma. Conozcamos la Historia. Es necesario.



Las torturas no lo mataron. Lo fusilaron después, a su tiempo, el 29 de mayo de 1943. ATJZ.



    IV.- Consecuencia de ellos nació un expediente suscrito por el primero de ellos en el que a pesar de haber sido comentado y firmado por mí, no vio la luz sumarial. Y en su consecuencia, también con la propina de setenta y cinco palizas suministradas por el segundo de los agentes a tres palizas diarias, nació otro expediente que parece ser obra en el sumario.
   No he de callar tampoco que estas palizas iban acompañadas de injurias gravísimas que me hacían profesar contra mí mismo y contra mis seres queridos. Quizá si la excitación que entonces dominaba al que fue Juez Instructor no hubiese hecho flaquear la memoria, reconocerá que, verga en ristre, obligó a proferir contra su propia madre la afrenta más injuriosa que puede lanzarse contra mujer.
   Con tal expeditivos procedimientos suscribí a primeros de marzo de 1942 unas declaracones que llevan fecha de noviembre y diciembre de 1940 consiguiendo con ello, en 16 de marzo de 1941, abandonar la Comisaría General de inolvidables y amables recuerdos.















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